Si quieres evitar la grasa y la inflamación a los 40, despídete de estos 3 alimentos procesados

Perrito caliente

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  • A partir de los 40 años, seguir una dieta saludable y mediterránea cobra una importancia vital para envejecer con menos riesgo de tener problemas de salud.
  • Estos son algunos de los alimentos procesados e inflamatorios que deben desaparecer de tu dieta.

Con cada década que añades a tu vida, más evidente se hace la importancia de tener unos buenos hábitos de vida, seguir una dieta balanceada, hacer deporte regularmente, ejercitar tu cerebro o cuidar tu higiene del sueño. Mens sana in corpore sano, que decían los romanos.

A partir de los 40 años debes atender bien a lo que pones en tu plato. Es esencial que tengan protagonismo los alimentos cardiosaludables y los nutrientes como los ácidos grasos omega-3, la proteína vegetal, la fibra soluble, el calcio o la vitamina D. Toca vigilar más de cerca el colesterol en sangre, el aumento de la peligrosa grasa visceral o la prevención de la osteoporosis.

De hecho, recientemente una investigación publicada en Nature comprobó que cambiar una dieta insana por una saludable en la mediana edad podría añadir diez años de vida a la persona. 

 

En este estudio, científicos de la Universidad de Bergen (Noruega), y la Universidad de Glasgow (Escocia), descubrieron que los cereales integrales, los frutos secos y frutas se asociaron con los mayores aumentos en la esperanza de vida. También vincularon a la longevidad los lácteos, las verduras y las legumbres y una ingesta moderada de pescado y carnes blancas.

No solo es lo que comes, sino también lo que dejas de comer: es importante abandonar aquellos alimentos procesados e inflamatorios. En esta investigación, los productos relacionados de forma más estrecha con la mortalidad fueron las carnes procesadas y las bebidas azucaradas

Asómate a los alimentos procesados inflamatorios que debes reducir, minimizar o eliminar a partir de los 40 años para reducir tu grasa corporal, sobre todo la visceral, una grasa situada alrededor de los órganos y que constituye un factor de riesgo para sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 hipertensión arterial y síndrome metabólico.

Carbohidratos refinados

El pan blanco, la bollería y los pasteles, los cereales azucarados y otros snacks procesados deben tener la menor presencia posible en tu dieta.

Estos alimentos inflamatorios tienen un elevado índice glucémico, incrementan rápidamente los niveles de azúcar e insulina en sangre y promueven el almacenamiento de grasa y la inflamación. 

Un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard analizó el consumo de diferentes tipos de hidratos de carbono en casi 137.000 hombres y mujeres de 65 años de edad o menos durante 25 años, por intervalos de cuatro años, concluyendo que la calidad de los hidratos tiene un papel clave en el control de peso a largo plazo, sobre todo en personas con sobrepeso.

Una sencilla clave consiste en sustituir los carbohidratos refinados por cereales integrales. La espelta, la avena, el trigo sarraceno, el centeno o la quinoa te garantizan fibra, proteínas de calidad, vitaminas y antioxidantes.

Carnes procesadas

Eliminar las carnes procesadas de su dieta es otra clave para reducir la grasa corporal, rebajar el colesterol malo y los triglicéridos o prevenir problemas cardiovasculares en las personas a partir de los 40 años. La carne procesada también se considera un elemento carcinógeno, según la OMS.

Los embutidos, la carne roja, las salchichas o el beicon son ricos en grasas saturadas, sodio, aditivos y conservantes y se han asociado con la inflamación crónica, los desequilibrios metabólicos y un mayor riesgo de aumento de peso.

En este aspecto, un estudio de la Universidad de Michigan que analizó 5.853 alimentos en la dieta estadounidense para medir sus efectos en minutos de vida saludable ganados o perdidos, revela que un perrito caliente quita 36 minutos de vida, y un plato de lentejas la alarga 26.

Bebidas azucaradas

Estas bebidas, cargadas de azúcares añadidos, contribuyen a la inflamación y, a menudo, se asocian con aumento de peso y aumento de grasa corporal. 

En esta categoría tienen cabida los refrescos y bebidas carbonatadas, los zumos de frutas industriales o las bebidas energéticas. Su gran aporte de azúcar puede causar resistencia a la insulina, inflamación y acumulación de grasa visceral.

Además, las bebidas azucaradas son ricas en calorías vacías, algunos de sus aditivos pueden dañar tus huesos, te hacen más vulnerables a las caries y pueden contribuir a la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

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