El reto de Zeleros Hyperloop es "despertar a Europa" después de ganarle la partida a Elon Musk

El prototipo de cabecera y cápsula del hyperloop de Zeleros.
El prototipo de cabecera y cápsula del hyperloop de Zeleros.

Zeleros

  • Zeleros tiene una exhaustiva hoja de ruta que finaliza en 2030, fecha en la que quieren tener listo el hyperloop.
  • Para ello necesitan que Europa mueva ficha y que la sociedad se prepare para contar con este futurista medio de transporte.

Puede que el concepto de hyperloop te suene a una novela futurista, pero en realidad está más cerca de lo que piensas. No, todavía no es posible comprar un billete para viajar al otro lado del planeta en cuestión de minutos, pero ya no se trata de simples bocetos o renders que no van más allá del papel.

El hyperloop, de hecho, es más antiguo de lo que seguramente imaginas. Las primeras imágenes de este tubo aparecieron por primera vez en la prensa de 1799, y prometían conectar lugares tan lejanos como Reino Unido con India. El concepto se sitúa en la línea temporal de la humanidad entre dos máquinas: la máquina voladora de Leonardo da Vinci y la máquina del tiempo, que no tiene pinta de que vaya a ser realidad en un futuro próximo.

La idea lleva rondando la mente de algunos visionarios desde hace siglos, pero aún no ha llegado a materializarse por completo. El hombre más rico del planeta, Elon Musk, ha sido uno de los que ha intentado empujar más para convertir ese sueño en una realidad, pero no es el único que compite en la carrera. De hecho, una empresa con ADN español ha conseguido adelantar al dueño de Tesla, X y SpaceX en varias de sus promesas.

Zeleros nació en 2013 por el interés de un grupo de universitarios de la Politécnica de Valencia entre los que estaban David Pistoni, Dani Orient y Juan Vicén. No tienen reparos en reconocer que Musk fue muy inspirador para ellos: no en vano, a pesar de sus ideas locas, el multimillonario había conseguido situar en el centro del debate otra vez la idea de moverse en cápsulas ultrarrápidas a una velocidad muy superior a la de cualquier tren.

El grupo de universitarios se fueron presentando a varios certámenes y competiciones, nacionales e internacionales, para hablar y debatir sobre las tecnologías que envolvían a este medio de transporte. Sus ideas eran tan llamativas que en 2015, solo dos años después de haber puesto en marcha el grupo, Elon Musk les invitó a una competición en Texas sobre el diseño del hyperloop. Ganaron dos trofeos. 

No había marcha atrás. Zeleros había nacido para acelerar la llegada del hyperloop.

En 2017 volvieron a ganar otra competición creada por el actual dueño de Twitter, esta vez con dinero de por medio. Poco a poco, el proyecto empezó a tomar forma gracias a inversiones de empresas privadas y públicas. Hoy es una de las empresas de referencia en el sector.

Pero, ¿en qué se diferencia su idea de lo que propone Elon Musk?

"El proyecto de Elon Musk está muy basado en utilizar una tecnología que se llama cojinetes de aire, que básicamente es como una especie de mesa de hockey que tira aire, y lo que hace con ese aire es elevar el vehículo. Por otro lado, tiene unos motores lineales que están en toda la pista de principio a fin y que iban empujando el vehículo", explica a Business Insider España Juan Vicén, cofundador y vicepresidente para relaciones institucionales y de negocio de Zeleros.

"En nuestro caso, hemos visto que esa limitación por aire crea muchas vibraciones y no tiene mucho sentido, así que hemos optado por la levitación magnética. En cuanto a los motores lineales, lo que hemos decidido es poner la tecnología en el vehículo para que no tenga que estar en toda la pista, solo esté en la parte inicial", explica Vicén.

Así, la idea de la empresa valenciana es mucho más sencilla de llevar a la práctica que la del hombre más rico del mundo. "Es más un concepto como el de la carretera", ejemplifica Vicén. 

Es decir, la clave es crear la infraestructura para que entonces solo haya que desarrollar el vehículo.

El lab de Zeleros donde se encuentran el prototipo de la cápsula y el resto de sistema de propulsión.
El lab de Zeleros donde se encuentran el prototipo de la cápsula y el resto de sistema de propulsión.

Zeleros

Vicén atiende a Business Insider España en Paterna, hogar del Zeleros Lab donde el equipo trabaja en los tres sistemas en los que se basa esta tecnología: EM Laucher, Active Levitation y Aero-propulion. 

El equipo de Zeleros explica que, en realidad, su infraestructura es bastante similar a la de los aviones. Es decir, nada más entrar al túnel, las cabinas pasan a una zona de despresurización. En ese momento el tren comienza a circular y coge velocidad de forma gradual, algo más parecido a lo que hace un avión y totalmente opuesto a un bólido de Fórmula 1, que podría aproximarse más a la ideal inicial de Musk.

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Una hoja de ruta para salir de las novelas de ciencia ficción

A pesar de que el hyperloop de Zeleros aún no es una realidad que podamos utilizar, la empresa sí que ha avanzado en su tecnología. 

De hecho, el Gobierno de Castilla-La Mancha ya ha anunciado una pista de pruebas —un tubo de cuatro kilómetros— para experimentar que estará completada en 2025. Además, en el puerto de Sagunto ya se está usando su motor lineal para mover mercancías.

Zeleros se ha marcado en el calendario el 2030 como fecha para tener listo todo el hyperloop. 

Parece una eternidad pero el reloj juega en su contra y, por eso, han planificado una hoja de ruta muy detallada.

"Teniendo en cuenta que son estimaciones, nuestro plan es, primero, hacer una pista de pruebas a una escala media, es decir, no poder llevar pasajeros, porque realmente ahora mismo el reto no es tanto certificar sistemas de pasajeros, ya que hay cabinas de avión que funcionan a altas velocidades de forma eficientes, como que la levitación, la propulsión y el lanzador funcionen todo a la vez y a alta velocidad", indica Juan Vicén.

Además, el cofundador especifica que lo que buscan es alcanzar una velocidad de 600 km/h —hasta ahora, la máxima velocidad que ha cogido un hyperloop es 250 km/h en California—, pero para lograrlo necesitarán una pista de, mínimo, cinco kilómetros.

El prototipo de las diferentes tecnologías del hyperloop de Zeleros junto a uno de los ingenieros.
El prototipo de las diferentes tecnologías del hyperloop de Zeleros junto a uno de los ingenieros.

EIT

El primer reto asoma ya en el horizonte: 2025. Para esa fecha esperan "crear esa pista que permita crear esas condiciones, testear todas juntas", señala el cofundador de Zeleros. Una vez se haya probado con mercancías que todo funciona correctamente, el siguiente paso será "escalar eso a un sistema comercial de unos 30 kilómetros", explica Vicén. En esa fase, según explica, se podrá conseguir la certificación para pasajeros en base a datos reales y no en predicciones.

La compañía espera que en ese mismo año llegue la luz verde definitiva para la regulación del hyperloop en la Unión Europea, que hace unos meses pospuso esta cuestión para la próxima legislatura (en junio de 2024 habrá elecciones al Parlamento Europeo).

En el siguiente lustro, entre 2025 y 2030, el objetivo de Zeleros es "crear esa infraestructura europea y convertirse en una referencia". Aunque la meta es Europa, Vicén no descarta que en mitad de ese desarrollo reciban la llamada de Emiratos, China, Corea o Estados Unidos, que también han mostrado ya interés en la tecnología.

Hasta entonces existen varios retos por superar. Uno de los más cruciales es el que el sistema sea completamente seguro en todo momento, incluso a máxima velocidad y también en las curvas. 

¿Por qué? Los trenes actuales ya tienen que reducir su velocidad antes de tomar una curva para hacer el giro, una cuestión muy importante a la hora de —por ejemplo— diseñar el trazado de una vía.

"En el hyperloop pasa lo mismo, tomar curvas a alta velocidad es imposible. Lo que queremos conseguir es que la mayor parte del trayecto sea en línea recta o casi recta, es decir, que si hay curvas sean muy grande, pero habrá momentos en los que no habrá más remedio y tendrá que aminorar para girar", explica Vicén.

Durante sus pruebas, Zeleros solo han registrado daños potenciales en materias primas, pero nunca en las personas. 

¿Competencia para el avión?

Además de conseguir que la tecnología funcione, otro reto para toda la industria que trabaja en el desarrollo del hyperloop podría ser convencer al público para que elija ese medio de transporte. Las empresas del sector subrayan que es un método más sostenible que por ejemplo viajar en avión porque toda su energía es renovable. Y además aseguran que no tendrían cancelaciones por nevadas o retrasos con vientos como sí sucede con otros métodos de transporte.

Pero, ¿se podrán instalar los tubos de hyperloop en cualquier parte del mundo

Vicén explica que en Zeleros están convencidos de que el hyperloop tiene futuro. Seguramente no para reemplazar a lo que entendemos hoy por trenes de alta velocidad —España tiene una de las mejores redes del planeta en este sentido—, sino para conectar países que ahora no están conectados. Trayectos que a una velocidad de 350 kilómetros por hora, la mayor velocidad ahora mismo para viajar en tren, no serían jamás competitivos con un avión.

Ese es el hueco para el hyperloop.

En el caso de España se podrían trazar rutas que conectase a nuestro territorio con otros países como Portugal, Francia o Marruecos, ya que estos tubos pueden ir, incluso, por debajo del agua. "Esto ya sería un proyecto más futurista a largo plazo", matiza Vicén.

En cualquier caso, su equipo tiene claro que sus primeros proyectos deberían ser en Emiratos Árabes o en Abu Dabi, lugares que sí están muy separados y tienen mucha superficie donde poder construir esta infraestructura.

El hipotético mapa mundial de hyperloop elaborado por Zeleros.
El hipotético mapa mundial de hyperloop elaborado por Zeleros.

Zeleros

Desde Zeleros explican además que la estaciones podrían ser muy parecidas o idénticas a las de los trenes de alta velocidad actuales, y defienden que el precio no tendría que ser necesariamente un problema. "La ventaja que tiene hyperloop respecto a los trenes es su alta flexibilidad en cuestión de tipos de cápsula y capacidades, es decir, puedes customizar las diferentes cápsulas tanto con diferentes operadores como con diferentes tipos de servicio", explica Vicén. "Habrá cápsulas superlujosas y luego puede haber otras pensadas para que haya el máximo de provecho posible para la empresa que lo opera y así poder vender billetes más baratos", detalla Juan Vicén.

Según los cálculos de Zeleros, en estos trenes podrán viajar entre 50 y 200 pasajeros, dependiendo de cuántas cápsulas se utilicen y su gama.

Aun así, para aquellos países o ciudades para los que no tenga sentido instalar hyperloop, sí que podrán aprovecharse de su tecnología aplicada en otros puntos. "Básicamente, nuestro sistema de hyperloop se basa en un sistema de lanzamiento, el motor lineal, que lanza la cápsula y recoge energía de la red. Es decir, no necesitan baterías. Una vez que lo has lanzado, lo que no queremos es tener que volver a darle energía de la red", detalla el ingeniero.

La idea es incorporar un sistema de baterías en el vehículo que le permita llegar hasta el final de la ruta. Y Vicén explica que ese sistema de baterías, enchufado en una rueda, puede servir para un coche o incluso un camión. Y lo mismo con una turbina de un avión o la hélice de un barco. La clave está en la tecnología detrás del sistema.

Europa debe fijar los pasos a seguir para que no le adelante China

Además de los avances que tiene que hacer Zeleros y el resto de empresas para poder tener listo el hyperloop, Europa también cumple un papel importante, ya que debe aprobar los permisos necesarios para que este tren a muy alta velocidad y autónomos pueda operar. Y lo tiene que hacer pronto si no quiere que EEUU y China le adelanten.

Por el momento, Europa está en una buena posición en un mercado que aún va a tardar años en desarrollarse. "Habrá unos primeros países que tomarán la decisión. Luego, una vez que esos países hagan las primeras rutas, otros países los verán y ahí sí que hay que acelerar el proceso", explica Juan Vicén.

Por lo pronto Estados Unidos y China han sido más rápidos en dar el primer paso, fundamentalmente por el elevado nivel de inversión privada. Sin embargo, según explica Vicén, ese primer impulso no fue del todo satisfactorio porque tras probar su sistema admitieron de forma pública que las tecnologías no eran las más adecuadas y, además, la tracción comercial no era suficiente para hacer una primera ruta. 

El cofundador de Zeleros considera que la cautela previa que tuvo Europa para invertir les hizo ser más resilientes, otorgándoles ahora una ventaja frente a sus rivales. De hecho, el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EiT, por sus siglas en inglés), ha invertido ya en empresas de hyperloop como la propia Zeleros y uno de sus portavoces explica que trabajan activamente para acercar posturas entre empresas y los órganos legislativos. 

Alejandro Gómez, director comercial de Zeleros, no es tan optimista como Vicén. Considera que Europa "tiene que despertar" y, para ello, necesita contar con empresas fuertes a las que brindar apoyo, como sucede en Asia, para poder mantenerse en la cabeza de esta carrera por el hyperloop.

Este apoyo pasa ahora mismo por las certificaciones. "Creo que una de las cosas que Europa necesita es una hoja de ruta clara para hyperloop. Una de las cosas que promovemos desde Zeleros es la creación de un proyecto europeo de hyperloop que permita canalizar inversiones y dar seguridad a la industria de que esto es una prioridad para Europa. Es muy importante que Europa tome ese rol de líder", explica Vicén.

Además, consideran vital que se aceleren las pistas de pruebas. Hasta la fecha, solo Holanda, Polonia y España ha presentado sus planes de prueba. Sin embargo, el equipo de Zeleros considera que deben estar armonizados para que los diferentes proyectos no se solapen. "Estamos trabajando mucho a nivel privado, pero que tiene que haber también un diálogo a nivel público", afirma el ingeniero.

En juego está el futuro de un método de transporte que, en el futuro, podría revolucionar nuestra manera de entender el planeta.

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