Está bastante claro: el flechazo de Elon Musk por OpenAI fue un intento desesperado por salvar Tesla

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Elon Musk, CEO de Tesla y cofundador de OpenAI.
Elon Musk, CEO de Tesla y cofundador de OpenAI.

Chelsea Jia Feng/Business Insider

  • Al intentar seducir a Sam Altman, CEO de OpenAI, Elon Musk reveló su mayor temor y dejó ver el grado de desesperación que sentía con Tesla.
  • El líder del fabricante automovilístico podría haber tratado de cortejar a Altman para intentar salvar a Tesla, que en ese momento se encontraba en una situación bastante problemática.
Análisis Faldón

Sabemos que Elon Musk estaba muy desesperado allá por 2018.

Sabemos que Tesla estaba al borde de la muerte mientras trataba de fabricar el Model 3, el coche que se suponía que iba a ser la salvación de la compañía automovilística. Sabemos que el proceso de desarrollo se estaba retrasando y superando el presupuesto, por lo que Musk necesitaba capital.

Lo que no sabíamos era que, durante ese tumultuoso periodo, Musk también estaba trabajando en un acuerdo para hacerse con OpenAI, la startup de inteligencia artificial que desarrolló ChatGPT y que ahora vale 80.000 millones de dólares (unos 73.000 millones de euros). No sabíamos que había sugerido que OpenAI recaudase 1.000 millones de dólares, se fusionase con Tesla y le nombrase CEO. Tampoco sabíamos que estaba vendiendo esta estructura a los fundadores de OpenAI como la última, mejor y quizá única esperanza de supervivencia de su empresa de coches.

Pero ahora, gracias a la batalla judicial que se está manteniendo entre OpenAI y Musk, sabemos estas cosas. Y no es difícil ver cómo los dos deseos del multimillonario empresario —salvar Tesla y hacerse con el control de OpenAI— estaban conectados. Musk está enfadado con OpenAI por dar a otros inversores la oportunidad de invertir en una compañía poderosa que él quería para sí mismo. Pero nunca se acercó a OpenAI y a sus fundadores como socios comerciales respetados; se acercó a ellos como un chico que rechaza a las chicas que le gustan porque le aterroriza que sean ellas las que le digan que no.

Las maniobras de Musk salieron a la luz el martes pasado, cuando OpenAI publicó una entrada en su blog oficial en la que detallaba la relación y las comunicaciones de la empresa con el CEO de Tesla desde su fundación en 2015. La publicación del blog fue una respuesta a la decisión de Musk de demandar a OpenAI, acusándola de incumplir su contrato para seguir siendo una organización sin ánimo de lucro. (La compañía creó una división de "beneficios limitados" en 2019 para atraer a inversores y poder pagar los sueldos de los expertos en inteligencia artificial de alto nivel).

OpenAI CEO Sam Altman (left) and Elon Musk (right)

Tanto la entrada del blog como los correos electrónicos indican que, en 2015, Musk presionó a los fundadores de OpenAI, Greg Brockman y Sam Altman, para que recaudasen mucho más dinero del que creían que necesitaban. El dúo de cofundadores quería empezar reuniendo 100 millones de dólares, pero Musk les empujó a recaudar 1.000 millones para competir contra megacorporaciones como Google y Facebook (ahora Meta).

Los correos electrónicos también dan a entender que, en 2017, a diferencia de lo que asegura Musk, el CEO de Tesla no tenía ningún problema con que OpenAI se convirtiese en una empresa con ánimo de lucro siempre y cuando él pudiese tomar el control de la compañía. En febrero de 2018, Musk incluso sugirió fusionar OpenAI con Tesla, alegando que el fabricante de automóviles podría ser la "vaca lechera" de OpenAI y que Tesla era "el único camino para llegarle siquiera a la suela del zapato a Google".

Se trató de un acercamiento extremadamente agresivo para Altman y Brockman, con un aire de "ven conmigo si quieres vivir". Pero, en realidad, era Tesla la que necesitaba desesperadamente un salvavidas. Musk vio claramente el potencial de OpenAI para recaudar capital y, casualmente, eso era lo que necesitaba su empresa en ese momento. También está claro que vio la importancia de mantener la tecnología de OpenAI en secreto, siempre y cuando el secreto estuviese en sus manos.

2018 fue un año muy malo para Tesla

En febrero de 2018, mientras Musk intentaba que OpenAI se fusionase con Tesla, el fabricante de coches estaba en pleno "infierno" tratando de producir el Modelo 3, con una auténtica sangría de dinero y con numerosos retrasos. Durante una presentación de resultados de la compañía en mayo de 2018, Musk la tomó con un analista por hacer una pregunta "aburrida y estúpida". La pregunta era sobre cuánto dinero creía Tesla que iba a gastar para superar el lanzamiento del Model 3. Ya sabes, cosas críticas para el negocio y muy importantes para los inversores. Musk no tenía una respuesta, solo humo.

En junio de ese año, Tesla despidió al 9% de su plantilla. Al mismo tiempo, el carísimo intento de Musk de convertir su fábrica en un "acorazado extraterrestre" totalmente robotizado se vino abajo y, en su lugar, los coches acabaron montándose en una tienda de campaña. En agosto, el multimillonario afirmó falsamente que contaba con la financiación necesaria para retirar a Tesla de bolsa Tesla a un precio de 420 dólares la acción. Ese mes, la empresa registró unas pérdidas mayores de lo esperado.

Después de que el Model 3 saliese finalmente de la cadena de montaje, el coche se estampó contra otro "infierno", el de las entregas. Llevar el Model 3 a los clientes de Tesla se convirtió en una pesadilla logística mal planificada y mal ejecutada. Los coches se retrasaron tanto que Tesla acabó gastando una fortuna en envíos urgentes y Musk acabó desesperado por reducir costes. Pidió a los empleados de Tesla de todas las áreas de la empresa que fuesen personalmente a entregar los coches a los clientes en sus días libres

Poco a poco, Tesla comenzó a obtener beneficios, pero no los suficientes como para compensar las pérdidas que se registraron ese año, especialmente porque la compañía estaba profundamente endeudada. La empresa entró cojeando en 2019, con el precio de sus acciones hundiéndose, algunas salidas de ejecutivos y el reconocimiento por parte de Musk —en una llamada a puerta cerrada con periodistas selectos— de que Tesla no sería rentable en la primera mitad de ese año. Esa primavera, el empresario señaló que, en un año, el fabricante tendría un millón de robotaxis en circulación.

Conseguir que la planta de Shanghái estuviese operativa a finales de 2019 le dio a Tesla la oportunidad de vender en el floreciente mercado chino de vehículos eléctricos y recortar costes de forma masiva. Gracias a China, 2020 fue el primer año de beneficios anuales de la compañía.

Musk estaba dispuesto a hacer lo que hiciese falta para salvar a Tesla. ¿Qué importa un poco de acoso, negging, humo y espejos?

A pesar del caos del Model 3, la tercera persona más rica del mundo continuó posicionándose como el salvador de OpenAI. En un correo electrónico de diciembre de 2018, Musk dio a entender a Altman y al resto de ejecutivos de la desarrolladora de ChatGPT que, sin Tesla y sin él, su trabajo nunca llegaría a buen puerto.

"Mi evaluación de probabilidad de que OpenAI sea relevante para DeepMind/Google sin un cambio drástico en la ejecución y los recursos es del 0%, no del 1%. Ojalá fuese de otra manera", argumentó el CEO de Tesla y agregó: "Esto necesita miles de millones por año de inmediato u olvídalo".

Obviamente, nadie lo olvidó... especialmente Musk. El multimillonario ha demandado ahora a OpenAI porque, contrariamente al ruido de fondo, el auge que ha experimentado la empresa desde la presentación de ChatGPT le sitúa como líder del campo más emocionante de la tecnología, mientras que Tesla se encuentra de nuevo en un momento de debilidad

Las acciones del fabricante vivieron una gloriosa racha desde 2019, tras la inauguración de la fábrica de Shanghái, hasta 2023. Pasó a formar parte de lo que Wall Street denomina como las "7 magníficas", empresas tecnológicas que lideraron el rally bursátil. Pero, en los últimos meses, Tesla se ha desviado del resto del grupo. La economía china se está ralentizando y el mercado estadounidense de vehículos eléctricos también. 

Tesla está inmersa en una guerra de precios que ha reducido sus márgenes y sus ventas. En una llamada con los accionistas que tuvo lugar en enero de este año, tras los resultados negativos de Tesla en el cuarto trimestre del 2023, Musk no parecía tener un plan para superar este nuevo bache. Además, todavía tiene que terminar de pagar la compra de X (la red social anteriormente conocida como Twitter). Así que el multimillonario ha decidido volver a mirar a OpenAI, con la esperanza de que esta última ofensiva pueda ayudarle a apuntalar su imperio.

Por mucho que Musk se posicionase como un caballero blanco en 2018, Tesla estaba en una situación desesperada. El empresario estaba dispuesto a hacer lo que hiciese falta para salvar su compañía. ¿Qué importa un poco de acoso, negging, humo y espejos? Su creencia de que solo él puede arreglar cualquier cosa, combinada con un implacable deseo de control, acaba convirtiendo todas las negociaciones en un escenario de "estás conmigo o contra mí". 

Tal vez por eso las propuestas de Musk a OpenAI tenían toda la delicadeza de un elefante entrando en una cacharrería. Si Musk creía que OpenAI les necesitaban a Tesla o a él para triunfar, claramente se equivocó.

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