Volver a empezar… el calvario de los profesores interinos: "Es inhumano vivir así, sin sitio fijo, sin vacaciones, sin saber qué va a ser de ti"

Una profesora de francés escribe en una pizarra

REUTERS/Eric Gaillard

  • Da igual que no tengas coche y la vacante esté a 3 horas de tu casa. Da igual que tengas hijos, o cualquier otro compromiso. Si la Consejería de Educación te dice ven, tienes que dejarlo todo. 
  • 6 profesores cuentan a Business Insider España cómo es el calvario al que se enfrentan cada año los interinos, y que comienza estas semanas de septiembre.

Alicia acaba de sacar plaza fija como profesora de FP en un instituto público de Aranjuez. Es la noticia que todo interino desearía escuchar, si no llega a ser porque Alicia vive en Córdoba y ha tenido que dejar a su marido y a su hijo allí, a 350 kilómetros del que será su nuevo puesto de trabajo. 

"Ha sido un calvario", lamenta, echando la vista atrás. En 2008 se presentó a sus primeras oposiciones y sacó un 8,2. Hoy, quince años después, ha recorrido prácticamente toda Andalucía como interina. A sus 46 años, le toca enfrentarse a una nueva odisea: la de reunirse con su familia, pero el calvario de los interinos comienza mucho antes, y no deja a nadie a salvo. 

Lunes, 4 de septiembre. Como tantos otros aspirantes a las oposiciones de junio, Alba (30 años, profesora de Lengua) está esperando a que salgan los llamamientos para profesores en Murcia. Sacó un 9,4 en el examen, "pero con un 9,4 en listas te comes los mocos", lamenta. En el universo interino, los años de experiencia cotizan al alza y, aunque 2020 lo trabajó entero, no es suficiente en comparación con las décadas que acumulan otros.

Volver a empezar... fue banda sonora de José Luis Garci, de la campaña Vuelta al cole de El Corte Inglés, y también es la de los interinos a la espera de los llamamientos de septiembre. "A veces puedes llegar a trabajar un curso entero, pero no siempre se tiene esa suerte. Además, si no llegas a trabajar un mínimo de meses durante el curso, no cobras en verano", cuenta Rubén (36 años, técnico Integración Social en un colegio de Arganzuela, en Madrid). 

"A partir de junio, ya no suelen nominar. Ahí ya sabes que hasta septiembre no vas a volver a trabajar", explica David (26 años, profesor de Educación Física en un instituto a las afueras de Barcelona). 

221.829 profesionales de la educación se fueron a la calle en los meses de verano, según los datos de afiliación del Ministerio de Inclusión, Migraciones y Seguridad Social

Educación es, de hecho, el sector donde más se destruyó empleo en agosto, con 59.407 afiliados menos a la Seguridad Social. Uno de cada tres empleos destruidos ese mes fueron profesores. Como si la educación fuera una disciplina estacional y el sueldo de los docentes dependiera, como el de los socorristas, del parte meteorológico.

"El profesorado interino es maltratado sistemáticamente por el sistema. A la incertidumbre por no saber si trabajará o no y dónde, se suman las búsquedas de piso frenéticas, las mudanzas, la urgencia por adaptarse al nuevo centro y alumnado, el estrés de las oposiciones y la imposibilidad de conciliar vida laboral con la personal y familiar", reza este comunicado de CGT.

En agosto sale la mejor parte: las vacantes fijas. Después, justo antes de empezar el curso llega el segundo llamamiento de septiembre, para cubrir bajas por embarazo, enfermedades o excedencias. A partir de ahí, empiezan los juegos del hambre.

"Cuando se acaban las vacantes de septiembre, hay llamamientos todas las semanas para cubrir bajas cortas", explica Alba. Desde una baja por COVID-19 hasta por fractura de una pierna. Puede durar 5 días o varios meses. "Las tienes que coger obligatoriamente porque, si no, te echan de la lista y no puedes volver a entrar hasta la próxima oposición". 

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 "A nivel de salud mental es horrible: no sabes qué va a ser de ti"

Da igual que no tengas coche y la vacante esté a 3 horas de tu casa. Da igual que tengas hijos, o cualquier otro compromiso. Como cantaban Los Panchos: si la Consejería de Educación te dice ven, tienes que dejarlo todo. 

"No puedes tener sitio fijo donde vivir, no tienes vacaciones pagadas, y a nivel de salud mental es horrible porque no sabes qué va a ser de ti", comenta María José (25 años, profesora de inglés en Murcia).

"Era una locura. Sobre el 15 de septiembre, cuando va a empezar el curso, te llamaban por la tarde. Tú no te despegabas del teléfono y te tocaba trasladarte a destino ese mismo día para estar allí al día siguiente", cuenta María (43 años, profesora de inglés en un instituto de Ayamonte), que llegó a trabajar en 5 institutos diferentes en 9 meses

A María un día la llamaron para una vacante en Roquetas de Mar, en la otra punta de Andalucía: "En 24 horas tienes que estar allí con la documentación lista, buscar piso, y con la clase del día siguiente preparada". Un viacrucis al que se añade que solo cobras a partir del segundo mes, por lo que el coste de una mudanza o una fianza todavía pesan más.

"En los diez años que llevo no he parado de trabajar, y he sufrido mucha ansiedad, incertidumbre...es inhumano. Tienes que ser muy fuerte. Como interina nunca te sientes segura. No importa lo que te esfuerces; no eres más que un número. Mañana cualquiera puede reemplazarte. Como profesor es desmoralizante, pero también es negativo para los alumnos", lamenta.

El panorama es todavía más negro cuando hay familia de por medio. El rompecabezas al que se enfrenta ahora Alicia para estrechar la brecha que le separa de su marido y su hijo entre Córdoba y Aranjuez lo ha vivido ya otras veces. Estando su hijo en la guardería, le tocó aceptar una sustitución en Granada:

"Fue muy duro. Tanto, que iba y volvía de Córdoba a Granada cada día. Dos horas ida y dos vuelta. Llevaba en el maletero siempre una maleta pequeña, por si veía que no me encontraba bien para conducir".

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"Tenía que encadenar varios trabajos a la vez: salía de casa a las 5:30 y volvía a las 22:00"

Pero no hace falta llevar toda la vida en el sector o tener compromisos familiares para vivir la experiencia del interino. David tiene 26 años, hoy tiene una vacante anual a las afueras de Barcelona, y sus primeras opos fueron en 2021. Cuando se presentó, trabajaba en un gimnasio: "Mi jefe ya sabía que en cualquier momento me podían llamar porque estaba apuntado en la bolsa".

Es lo que ocurrió. "Me llamaron y al día siguiente tenía que ir para una sustitución de 5 días en Montserrat". Eran 5 días, por lo que no podía dejar su puesto en el gimnasio. "Salía a las 5:30 de la mañana de casa para poder llegar al instituto a las 8:00. Trabajaba hasta las 15:00 y me iba al gimnasio para entrar a las 16:30, y allí estaba hasta las 22:00". En total, más de 12 horas de trabajo.

La agonía terminó a los 5 días, pero entonces comenzó una nueva: a la semana le nominaron en Castelldefels otra semana, y semana y media después en un pueblo del Bajo Llobregat para otros dos meses. "Al principio intenté aguantar, pero era imposible. Aquello se alargó 4 meses y, viendo el cansancio en julio, dejé el gimnasio".

Un juez dictando sentencia

Igual que Alba, María espera estos días la llamada, y la postal podría pasar por la de Vladímir y Estragón esperando a Godot. La diferencia es que este es un problema que atañe a más de 200.000 profesionales de la Educación. La propia Comisión Europea dio un tirón de orejas a España en 2021 para que bajara la elevada temporalidad en la Administración Pública.

Hoy, dos años después, el 31% de los profesores de Educación no Universitaria siguen con contratos temporales, el segundo dato más alto en el sector público, después de Sanidad. Miles de personas que no pueden aceptar un trabajo hoy porque viven bajo la sombra de que, lo mismo mañana, les toca dejarlo todo por un contrato de cinco días.

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