Los años de las startups expertas en vender humo han quedado atrás: por qué la prudencia en la financiación puede ser una buena noticia para todos

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  • Tras ver reducida la inversión de los fondos de inversión casi a la mitad en el último año, el ecosistema emprendedor europeo vive un momento de recorte de valoraciones.
  • La situación, explican los expertos, ha acabado con proyectos como el de WeWork, basados en quemar el dinero aprovechando un entusiasmo desmedido.

El metaverso es el futuro inmediato y el primer año posterior a la pandemia, que se suponía que debía ser el año de la incertidumbre, se revela como el gran año del ahorro embalsado y de la explosión de los fondos. 

La inteligencia artificial no da señales de vida más allá de lo que se comenta en los foros especializados. El gran público apenas sabe quién es Sam Altman, y desconoce casi por completo OpenAI, mucho más una herramienta como ChatGPT, que está dando apenas sus primeros pasos.

La tecnología avanza a tal velocidad que parece que ha pasado una década desde que estos postulados opaban los análisis. Pero no ha pasado tanto, apenas un par de años, algo más de una veintena de meses: corrían los últimos meses de 2021.

Por aquel entonces, WeWork, la empresa especializada en la gestión de espacios de coworking, se estrena en la Bolsa de Nueva York a través de una SPAC, otro invento muy de la época que, definido como una empresa de propósito especial, permitía simplificar la tediosa burocracia que antecede al estreno de cada empresa en bolsa. 

A cambio, las empresas cotizadas se estrenaban en el parqué habiendo sido peor estudiadas, pero cuando el dinero vuela de mano en mano nadie quiere ser el aguafiestas que baja la música.

Además, WeWork tenía prisa por someterse al escrutinio de los inversores después de que en el mercado de capitalización privado recibiera una valoración cercana a los 50.000 millones de dólares en 2019. Su mensaje era claro: el futuro del trabajo sería el coworking, y ninguna empresa en el mundo estaba más preparada para explotar esta circunstancia que ellos.

Desde entonces, han pasado muchas cosas. Por citar solo algunas de las más importantes, Rusia invadió Ucrania, lo que desató una crisis energética y de materias primas que tardó poco en tomar la forma de crisis global de inflación.

Para atajarla, tras años de hiperactividad ("Salvaremos al euro cueste lo que cueste", se había oído decir Mario Draghi durante su presidencia del BCE) los bancos centrales decidieron subir los tipos de interés. Con el dinero más caro, los inversores se detuvieron: se acabaron los días de vino y rosas.

Hace menos de un mes, WeWork, cofundada por el mesiánico Adam Neumann, se declaraba en bancarrota en EEUU después de reconocer que no podría hacer frente al pago de los 18.600 millones de dólares que adeuda.

El suyo es solo un ejemplo paradigmático de algo que ha sido durante años un clásico del ecosistema: empresas expertas en quemar dinero a espuertas y catapultadas por rondas de cientos de millones de euros que, finalmente, cuando llega la hora de cumplir lo que prometieron, de transformar en realidad las expectativas que levantaron y empezar a hacer caja, se desvanecen.

WeWork es solo la capitana de la legión de startups que solo vendían humo.

En un contexto en el que consultoras como Atomico cifran la reducción de inversión en Europa en un 45% con respecto al año anterior, los fondos hacen balance de lo que fueron aquellos años y subrayan el lado positivo de un ecosistema que ha vuelto a los fundamentos: las empresas, por encima de todo, deben ganar dinero.

"Hemos vuelto a una situación como la de 2019, en las que las mejores startups se financian muy rápido, a las intermedias les cuesta más y las que no son tan atractivas rara vez se financian, lo que es bueno. Los emprendedores en estas situaciones lanzan mejores proyectos que en momentos de exuberancia, y las empresas nacen más sanas", resume Iñaki Arrola, cofundador de K Fund, uno de los fondos más activos del panorama nacional.

También lo ve como una oportunidad Alberto Andújar, director de BigBan Inversores.

"Como cualquier cambio de paradigma supone oportunidades y retos. A los emprendedores les puede ayudar a impulsar sus startups el centrarse en la eficiencia operativa y encontrar soluciones más innovadoras; y a los inversores les puede ayudar a ser más selectivos en los proyectos en los que invierten".

Una mala noticia con consecuencias positivas

Javier Rubió, socio del fondo Galdana, es de esos inversores que tiene memoria. No es para menos: fue cofundador y presidente ejecutivo de Cluster Consulting hasta su venta en el año 2000. 

También fue cofundador, inversor y presidente ejecutivo de Nauta Capital, fondo con sede en Barcelona y oficinas en Boston y Londres e inversiones tanto en Europa como Estados Unidos. Entre otras muchas cosas, lideró la inversión en Social Point, posteriormente vendida a Take-Two por unos 250 millones de dólares.

"Lo que vemos ahora ya lo vimos en los años 2000 y 2001, y luego otra vez en 2006. Los ciclos existen y existirán siempre, y en las empresas tecnológicas son muy bestias. Las correcciones no son suaves. Si tu empresa no cumple lo que se espera, las correcciones pueden ser golpes del 40%, el 50% de capitalización", advierte.

Con todo, se encuentra también entre quienes pueden ver el lado menos malo del desierto inversor que atraviesan las empresas: "Que impere el sentido común siempre es positivo".

"El descenso del volumen de inversión no es algo netamente bueno, pero sí que tiene consecuencias positivas", concede José del Barrio, cofundador de Samaipata y otro veterano en el mundo del emprendimiento: suya era en buena medida La nevera roja, la startup con la que cosechó el éxito en la primera década de los 2000.

"Estamos en un cambio de paradigma que ha retrasado los planes de muchas compañías, ha propiciado muchas restructuraciones y desafortunadamente provocará el cierre de muchos proyectos que no son viables en el entorno actual", analiza del Barrio.

"Asimismo, la escasez de capital y la subida de los tipos de interés obliga a pensar más a corto plazo, lo que perjudica a proyectos muy dependientes de investigación y desarrollo tecnológico por un lado y escala comercial por otro", añade.

Sin embargo, este contexto tiene consecuencias positivas en varios frentes. Por un lado, relata del Barrio, la sequía inversora ha drenado ciertos excesos fruto del súbito aumento de la inversión en tecnología en el mundo en general y en España en particular. "Creemos que esto beneficia a los proyectos que realmente generan valor. Estos proyectos ahora operan en un panorama más racional y meritocrático".

En este ecosistema, vaticinan desde Samaipata, el ecosistema español puede verse beneficiado entre otras cosas porque en España no hubo nunca casos tan extremos como el de WeWork: quien no sube tanto siente menos dolor al caer

Por otro lado, recuerda que las startups españolas, que suelen tenerlo más difícil que sus homólogas anglosajonas para acceder a financiación, están más acostumbradas a deseárselas para conseguir dinero.

Para Javier Megías, socio de Plug&Play, uno de los fondos más importantes del mundo, la situación actual tampoco es positiva, pero se le puede extraer alguna buena noticia: "Bueno per se no creo que sea, ya que la inversión es un elemento que sirve para medir el desarrollo del ecosistema startup, un pilar de la innovación de cualquier país", comienza explicando Megías.

"Pero sí creo que por factores exógenos y no estructurales había crecido en exceso la inversión, generando en algunos casos distorsiones en valoraciones o múltiplos que estaban fuera de parámetros normales. Por eso creo que un cierto reseteo no es necesariamente malo, aunque hubiera preferido que no fuera tan drástico, ya que muchas empresas que levantaron capital entre 2020 y 2022 lo están pasando mal".

Bienvenidos al mundo de la selección natural

A finales siglo XIX, el naturista y científico Charles Darwin postuló en su El origen de las especies que los animales no han sido siempre lo que son hoy, sino que son el resultado de un prodigioso y delicado proceso de decantación de la naturaleza que recibe el nombre de selección natural.

El ecosistema, explica Miguel Vicente, cofundador de Antai, también cuenta que estos procesos: La reducción de valor de valoraciones ha sido sana para discernir cuáles eran los proyectos buenos y que han conseguido su objetivo".

Paradógicamente, los principales beneficiados de esto no han sido otros que los inversores, quienes en primer lugar provocaron el problema. "Estas correcciones siempre traen consigo buenas ventanas de inversión en los que cada euro del inversor rinde más. Estos últimos años el rendimiento ha sido más ajustado", reconoce Vicente.

"Creo que quienes eran sólidos y tenían un planteamiento sostenible se han mantenido y que solo han caído quienes están pagando los excesos. Es una especie de selección natural. Lo que venga ahora debería ser un ecosistema más sólido", concuerda Josep Sanfeliu, cofundador de Asabys Partners, un fondo especializado en el sector salud. 

Para Lourdes Alvarez de Toledo, socia de JME, esta selección natural traerá mejores negocios, lo cual no significa necesariamente startups que tengan su caja en positivo desde sus inicios. 

"Se está haciendo un ejercicio sano porque las startups obsesionadas con crecer a cualquier coste ya no van a poder hacerlo. Más que en la caja en sí, los fondos miraremos a partir de ahora la capacidad de generar beneficios en el futuro de la empresa", explica Álvarez de Toledo.

En su memoria, lo ocurrido con proyectos como el de WeWork: "Hay muchas compañías que se han lanzado a levantar muchísimo dinero sin ser capaz ni siquiera de demostrar que el suyo puede ser un buen modelo de negocio". 

Los años del capital barato pasaron y, con ellos, el tiempo de las mastodónticas startups que no iban a ninguna parte

Solo el tiempo dirá si los fondos caen finalmente en la desmemoria y estos terminan volviendo. Una pista: Adam Neumann anda ya inmerso en FlowCarbon, una startup criptográfica que tokeniza créditos de emisión de carbono. Ha recaudado 70 millones de dólares de la venta anticipada de un token que no ha lanzado todavía: la sombra de malos augurios.

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