El empuje del consumo impulsa el PIB en el segundo trimestre: la economía crece un 0,5%, aunque ya revela síntomas de debilitamiento

Un camarero sirve en la terraza de un bar en Málaga, en verano.

REUTERS/Jon Nazca

  • El PIB creció un 0,5% en el segundo trimestre, una décima más de lo esperado, pero una décima menos que en los primeros tres meses del año.
  • El consumo es el que ha dado la sorpresa positiva entre abril y junio, motivado por la llegada del buen tiempo, el impulso de la creación de empleo y el pistoletazo de salida de la campaña turística.

Noticias agridulces para la economía. España crece más de lo esperado, pero el debilitamiento de la actividad es cada vez más patente.

El PIB creció en el segundo trimestre un 0,5%, según los datos de Contabilidad Nacional publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata de una décima menos que en el primer trimestre del año, cuando la economía creció un 0,6%, pero una décima más de lo pronosticado hace unos meses.

Básicamente, el consumo es el que ha dado la sorpresa positiva entre abril y junio, motivado por la llegada del buen tiempo, el impulso de la creación de empleo y el pistoletazo de salida de la campaña turística.

La actividad económica se vio impulsada en el segundo trimestre del año por un mayor crecimiento del consumo respecto al trimestre anterior. Entre abril y junio los hogares todavía no percibían por completo el impacto de las subidas de tipos de interés, que ya empiezan a pesar en el bolsillo, y la previsión era de una temporada turística histórica.

El consumo de los hogares creció un 0,9% entre abril y junio, 6 décimas más que en el primer trimestre, mientras que el gasto público avanzó un 1,6%, frente al retroceso del 0,5% del trimestre anterior.

El avance de la inversión fue algo menor, con un crecimiento trimestral entre abril y junio del 1,9%, frente al avance del 3,1% del trimestre precedente, con la inversión en vivienda creciendo al 3,6%, dos puntos más que entre enero y marzo.

La sorpresa negativa ha venido del lado de las exportaciones e importaciones, que entraron en tasas negativas en contraste con el avance que experimentaron entre enero y marzo, en parte por el deterioro del contexto macroeconómico, con países como Alemania entrando en recesión.

Aunque España está reaccionando mejor que otras economías a la crisis actual derivada de la inflación y los efectos de las subidas de tipos de interés, eso no significa que sea inmune a sus efectos. 

Hace solo unos días el Banco de España advertía del "debilitamiento de la economía" y empeoraba sus previsiones para 2024. En junio, organismo llegó a alertar del riesgo de recesión técnica, pero finalmente un impulso mayor del esperado en el consumo y en las exportaciones salvaron los muebles.

Ahora, parece que el horizonte podría nublarse en la segunda mitad de año. La subida del precio de la energía se traducirá en un repunte de la inflación, que terminará este año en el 3,6% (cuatro décimas más de lo previsto) y en el 4,3% en 2024 (siete décimas más); mientras que el endurecimiento de las condiciones monetarias empezará a notarse en el consumo.

La ralentización prevista para la economía contrasta con la sorpresa del PIB en los últimos meses, cuyo dinamismo ha provocado que varios organismos revisaran al alza sus previsiones. La OCDE, sin ir más lejos, lo ha hecho hoy mismo: mejorando al 2,3% su proyección para 2023. La del año que viene, sin embargo, la mantiene en el 1,9%, lo que coincide con la perspectiva de un 2024 con un crecimiento más raquítico.

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