Un esperanzador estudio apunta a que el deporte intenso podría revertir la neurodegeneración del párkinson

Ejercicio de alta intensidad

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  • Una nueva investigación de la Universidad de Yale ha descubierto que el ejercicio de alta intensidad induce efectos protectores del cerebro para no solo ralentizar, sino posiblemente revertir la neurodegeneración del párkinson.
  • Según este pequeño estudio, el ejercicio aeróbico de alta intensidad preserva las neuronas productoras de dopamina, las células cerebrales más propensas a la destrucción en los pacientes con esta enfermedad.

Toneladas de papers y evidencia científica acumulada a lo largo de décadas respaldan el papel sanador y preventivo del deporte, pero se siguen descubriendo nuevos efectos positivos sobre el organismo. Por ejemplo, estudios recientes avalan que el ejercicio intenso es el mejor para aliviar los síntomas de la ansiedad, o que bailar es una forma muy efectiva de perder de grasa.

En un pequeño estudio piloro publicado en npj Parkinson's Disease, el deporte de alta intensidad de anota otro tanto: inducir efectos protectores del cerebro que pueden ralentizar —o incluso, revertir— la neurodegeneración asociada al párkinson, la enfermedad neurológica que más rápido está creciendo. Se calcula que en 2040 habrá 12 millones de personas en el mundo con esta afección.

Aunque otras investigaciones asociaban la actividad física —como el tai chi— a la mejora de los síntomas de párkinson, no existía evidencia hasta la fecha de los cambios cerebrales generados por del deporte. 

En este experimento, diez pacientes realizaron ejercicio aeróbico de alta intensidad durante seis meses, que preservó las neuronas productoras de dopamina, las más vulnerables a la destrucción en pacientes de párkinson. Tras seis meses de ejercicio estas células, se habían vuelto más saludables y producían señales de dopamina más fuertes, explica Medicalxpress.

La dopamina es una sustancia química que ayuda a las células cerebrales a comunicarse entre sí. El origen del párkinson es el pleegamiento incorrecto de la proteína alfa-sinucleína, que mal plegada se acumula en las neuronas, ocasionando que estas células nerviosas no produzcan la suficiente cantidad de dopamina.

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A medida que estas células mueren, la falta de dopamina crea los síntomas físicos de la enfermedad, particularmente síntomas motores como temblores y movimientos lentos. Es una progresión gradual y, en el momento del diagnóstico, normalmente los pacientes ya han perdido más de la mitad de sus neuronas productoras de dopamina. El proceso pudo empezar 10 o 20 años atrás.

Los pacientes reclutados estaban en una etapa temprana de su enfermedad en la que todavía no habían perdido todas sus neuronas productoras de dopamina. Los escáneres cerebrales midieron la cantidad de neuromelanina —un pigmento oscuro presente en las neuronas productoras de dopamina— en la sustancia negra y la disponibilidad del transportador de dopamina (DAT).

La decena de participantes completaron un programa de ejercicio de alta intensidad de seis meses a través del programa Beat Parkinson's Today de Hespeler, cuyas clases se llevaron a cabo en línea debido a la pandemia. Consistían en intervalos funcionales de alta intensidad [HIFI] diseñados para mantener elevada la frecuencia cardíaca durane el entrenamiento.

Los movimientos se registraron con dispositivos portátiles y monitores de seguimiento cardiaco. Medio año después, se repitieron las exploraciones por resonancia magnética y PET, revelando un aumento significativo tanto en la neuromelanina como en las señales DAT en la sustancia negra. 

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La principal conclusión es que la actividad física intensa no solo ralentizó el proceso neurodegenerativo, sino que también ayudó a que el sistema dopaminérgico se volviera más saludable.

"Donde normalmente hubiéramos esperado ver una disminución en las señales de DAT y neuromelanina, observamos un aumento", dice Bart de Laat, profesor asociado adjunto de psiquiatría y primer autor del estudio. "Esperábamos que la neurodegeneración no progresara tan rápido o se detuviera temporalmente, pero en cambio vimos un aumento en 9 de cada 10 personas".

 

Aunque fármacos como la levodopa reemplazan la dopamina que falta y alivian los síntomas motores, no previenen la neurodegeneración en curso y puede causar efectos secundarios indeseables con el uso prolongado, como movimientos excesivos incontrolados, lo que se conoce como discinesia. Actualmente no existe cura para la enfermedad.

Este pequeño estudio piloto apunta a que sería genial prescribir ejercicio para los pacientes de párkinson. Dos ensayos clínicos previos bien diseñados demostraron que e ejercicio de alta intensidad —en el que alcanzan del 80% al 85% de la frecuencia cardíaca máxima apropiada para su edad— 3 veces por semana durante 6 meses se correlaciona con una actividad motora menos grave. 

El deporte sería una llave económica, segura y accesible para ralentizar el avance de la enfermedad e incluso para revertir su curso si próximos estudios avalan este prometedor efecto neuroprotector.

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