El BCE da una de cal y otra de arena: Europa podría entrar en recesión, pero no será una crisis como la de 2008

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo.
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo.

Francois Lenoir/Reuters

Una de cal y otra de arena. El Banco Central Europeo ha salido hoy a calmar las aguas, pero sin negar la cruda realidad: Europa tiene muchas papeletas para entrar en una recesióntécnica en los próximos trimestres, pero eso no significa que vayamos a vivir una gran crisis como la de 2008.

"No vemos los ingredientes para una recesión larga. El marco será más de una ralentización, que puede implicar una recesión moderada", ha avisado el economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), el irlandés Philip Lane, en una entrevista en RTVE.

La crisis de suministros posterior al gran confinamiento, primero, y la guerra en Ucrania, después, han tensado la cuerda de precios de la energía y materias primas. Después de meses con la cesta de la compra subiendo, la inflación a terminado por prender fuego a la economía, y Europa se encamina al precipicio de una recesión técnica.

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Pero aunque no suene muy bien, una recesión técnica no significa el fin del mundo. En teoría económica, una recesión técnica se produce cuando se dan dos trimestres seguidos de crecimiento negativo en la economía. 

La última gran crisis, la de 2008 y 2012, no fue sólo una recesión técnica, sino uncrash que desestabilizó los mercados financieros y de deuda, y golpeó duramente al sector inmobiliario en países como España.

Ahora, apunta Lane, "todos los análisis apuntan a una ralentización de la economía". Una debilidad que constataba ayer mismo la OCDE, al publicar los últimos datos de crecimiento de las economías avanzadas en el segundo trimestre. 

Pero aunque se registren "algunas semanas de recesión, eso no debería dramatizarse demasiado", matiza Lane. El economista jefe del organismo descarta "unas circunstancias como las de 2008". 

Básicamente, porque la eurozona se ha recuperado significativamente de la pandemia (aunque España aquí es de los pocos países que no ha recuperado el terreno perdido en PIB) y porque, a diferencia de lo ocurrido durante la última gran crisis, el sistema bancario de la eurozona "está en buena forma", y los hogares y empresas están menos endeudados.

Lane ha explicado que esta desaceleración del ritmo de expansión de la zona euro tras el fuerte rebote experimentado a medida que se levantaron las restricciones por la pandemia servirá a su vez de freno de las presiones inflacionistas, que seguirán alimentadas, por contra, por la incertidumbre relacionada con la guerra de Ucrania y la escalada de los precios de la energía.

Sin embargo, la imprevisibilidad del conflicto entre Rusia y Ucrania, y su derivada en la inflación y en la capacidad del BCE de embridarla sin provocar un frenazo de la economía, más posibles desequilibrios en algunos países, incluidas España o Italia, con una deuda elevada, invitan a no relajarse y mantener las cautelas.

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Nuevas subidas de tipos de interés para contener la inflación

Por lo pronto, el BCE, encargado de mantener la estabilidad de precios, trata de volver a encauzar la inflación para llevarla a su objetivo del 2% (ahora mismo en España está al 10,4%). Para lograrlo, ya ha anunciado varias subidas de tipos, una medida de política monetaria que sirve para echarle un jarro de agua fría a la economía en llamas, a base encarecer el precio de los préstamos.

Lane ha defendido la importancia de que el banco central cuente con una estrategia de normalización de los tipos de interés a lo largo del tiempo. "Paso a paso y no de golpe, para que las familias, empresas y el sistema financiero puedan ajustarse", ha apuntado.

La próxima reunión de septiembre del Consejo de Gobierno de la institución "será el comienzo de una nueva etapa" en la normalización de la política monetaria de la zona euro, ha anunciado Lane, con un enfoque "reunión por reunión" en la fijación de los tipos de interés.

El equilibrio es complicado: el riesgo de no actuar contra la inflación podría llevar a una peligrosa espiral de subidas de precio, pero hacerlo podría arrastrar a las economías a una recesión.

En este sentido, el economista irlandés defiende la importancia de "un ritmo constante, que no sea ni demasiado lento ni demasiado rápido", en la normalización de la política monetaria.

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