Qué va a pasar con la economía en el segundo semestre: las ganas de vivir un verano histórico impulsan el crecimiento, pero se avecina un invierno complicado

Verano

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Las reservas de hoteles para este verano ya superan las cifras de 2019, los aviones llenan sus naves con tantos viajeros como antes de la pandemia, Renfe bate récords de pasajeros, y el gasto de los turistas está en máximos.

España encara un verano récord. Después de 2 años de pandemia, la demanda sale en tromba a disfrutar de un verano como los de antes. Un boom que también se observa en otros mercados, como el de la vivienda, y será el combustible que hará avanzar más rápido a la economía española que otros vecinos europeos.

Para el segundo trimestre del año, casas de análisis como BBVA Research pronostican un crecimiento del 0,8%, muy por encima del 0,2% registrado entre enero y marzo.

Nadie va a arruinar las ganas acumuladas de verano: ni la inflación, ni la subida de tipos. Los hogares están dispuestos a gastar ahora en una suerte de carpe diem tras 2 veranos de restricciones, pero en invierno tocará apretarse el cinturón.

"Se espera un verano histórico, pero hay muchos síntomas de que luego podamos tener un invierno complicado. Hacia finales de este año y mediados del que viene veremos bajos crecimientos o incluso entrando en tasas negativas", pronostica José Emilio Boscá, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Valencia e investigador asociado de Fedea.

"Esto nos va a servir para capear un vendaval que se nos viene y que, una vez pase el verano, tendremos que ver", coincide María Romero, socia directora de Economía de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Ese vendaval tiene que ver con la incertidumbre por la guerra en Ucrania, con la inflación, que lleva meses pegando fuego a la economía, y con el jarro de agua fría que está a punto de lanzar el BCE para frenarla.

La situación todavía podría ponerse más fea si el conflicto en Ucrania se recrudece o si Rusia opta por cortar el suministro de energía. "Si acaba la guerra, el escenario cambia totalmente, y lo mismo si terminan los confinamientos que hay en China contra nuevas olas de COVID-19", vaticina Jesús Ruiz-Huerta, director del Laboratorio de Fundación Alternativas.

Primer capítulo: el germen de la recesión

"Hace un año esperábamos la recuperación de la economía y todos los indicadores daban resultados muy prometedores. Todas las perspectivas económicas se han construido sobre eso. Pero todo ha cambiado radicalmente", explica Ruiz-Huerta.

2021 arrancaba como "el año de la recuperación", cuando la economía mundial saldría a flote después de 2 años de pandemia. Pero en cuestión de meses el panorama empezó a truncarse, y desde entonces no ha dejado de empeorar. 

Primero fueron los problemas de suministro derivados de los parones producidos en la fábrica del mundo, China, para hacer frente a nuevas olas del virus. Eso, sumado a una demanda que salía en tromba a consumir después de meses de confinamiento, provocó que hubiera menos oferta que demanda, y los precios empezaron a dispararse, especialmente los de las materias primas y energía.

Mientras tanto, el bazuca de medidas fiscales lanzado por gobiernos de todo el mundo para amortiguar el batacazo de la crisis del COVID-19 iba recalentando la economía.

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Como resultado, la recuperación de la economía cristalizaba de la mano de una escalada de precios inusitada desde mediados de los años 80. En diciembre, la inflación ya se había disparado un 6,5% en España. 

Pero, ¿Cómo parar las presiones inflacionistas? Es misión del Banco Central Europeo mantener la estabilidad de precios en la zona euro. Tocaba tirar de la receta clásica: subir tipos de interés. 

Pero ponerse firmes justo cuando las economías empezaban a levantar cabeza podría suponer frenar en seco el consumo y la inversión y acabar truncando la la ansiada recuperación. Esto mantuvo al BCE con las manos atadas... Hasta que estalló la guerra en Ucrania.

La invasión rusa de Ucrania ha echado más leña a unas economías ya inflamadas por la inflación, lo que ha llevado los precios a superar el doble dígito en España: en junio, la inflación se disparó un 10,2%, abriendo un agujero en el poder adquisitivo de los hogares, ya mermado durante meses.

La subida de la cesta de la compra lleva tiempo agujereando los bolsillos de los hogares y, en marzo, su ahorro entró en terreno negativo por primera vez en 3 años. Pero también pone en jaque la viabilidad de muchas empresas que afrontan aumentos desorbitados de costes.

Así, mucho que el verano sea récord, todo apunta a una ralentización de la actividad en verano. "Vamos a empezar a notar una contención del gasto mucho mayor a partir del final de verano. Los hogares se apretarán más el cinturón y no gastarán tanto, porque ya están gastando ahora por el deseo reprimido durante 2 años de salir sin ataduras", avisa Romero.

Esta ralentización de la actividad también se traducirá en una moderación en la creación de empleo, que hasta ahora crecía a ritmos históricamente altos. 

Segundo capítulo: un antídoto contra la inflación

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.

Michael Probst/Pool via REUTERS

Pero el riesgo de no actuar contra la inflación podría llevar a una peligrosa espiral de subidas de precio: como el coste de vida aumenta, los empleados reclaman subidas salariales. En respuesta, las empresas aumentan el precio de lo que venden para compensar la subida de sueldos, lo que a su vez lleva a los trabajadores a reclamar nuevos aumentos, y así hasta el infinito.

Así las cosas, había que elegir: encarrilar la inflación antes de que fuera demasiado tarde subiendo tipos (a costa de frenar el crecimiento económico) o dejar que la economía continuara recalentándose sin subir tipos (a riesgo de caer en una peligrosa espiral de precios, en estanflación o incluso en recesión).

Tanto la Reserva Federal, en EEUU, como el BCE, en Europa, han anunciado subidas de tipos para apagar el fuego. 

Así afectará la subida de tipos de interés a hogares y empresas

Tercer capítulo: un aterrizaje suave

El avión Airbus A340 de Virgin Atlantic aterriza en el aeropuerto Heathrow

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La clave, apunta Boscá, estará en lograr un aterrizaje suave.

La inflación está por las nubes, y la misión de los bancos centrales, es bajarla a tierra y llegar a su objetivo de estabilidad de precios, que en el caso del BCE está en un 2% de inflación. 

En la medida en que la fórmula de la Fed y del BCE surtan efecto, la economía podría moderarse, pero al menos con una inflación encarrilada. Pero si se pasan de frenada, las economías estarían al borde de una recesión. 

El problema, añade Boscá, es que "es muy probable que la Fed no acierte con el aterrizaje suave, y EEUU caiga en crecimiento negativo o nulo el año que viene".

En Europa, si la inflación sigue por las nubes, el BCE ya ha avanzado que la subida de tipos prevista para septiembre podría ser todavía mayor. "Es muy difícil pensar que con estas subidas de tipos, con esta inflación y con economías afectadas por la escalada energética no vayamos a algo parecido a una estanflación", explica Boscá.

Todo depende, continúa, de lo que ocurra en los mercados energéticos: "que esto sea sólo un mal sueño que dure algunos trimestres o que se incruste y lleve a una contracción".

"Lo que queremos es un aterrizaje suave. Que la subida de tipos no dañe demasiado la actividad y que vayan desapareciendo las causas que tensan la inflación. Pero es complicado", lamenta Boscá.

Otra fórmula que podría ayudar, y a la que se le ha dado menor importancia, según apunta Boscá, es abordar políticas de renta: "Es una idea que se ha abandonado, y lo lógico sería que el Gobierno impulsara ese pacto de rentas entre trabajadores y empresarios, pero también con funcionarios y pensionistas".

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Cuarto capítulo: oxígeno de los fondos europeos

Sí hay algo que puede salvar a España en el cuarto trimestre, y es la lluvia de miles de millones de euros de los fondos europeos.

Aunque la demanda interna se apriete el cinturón en invierno, hay varios elementos que podrían sustituirla. 

"El ahorro de los hogares acumulado durante la pandemia, el paquete fiscal para mitigar los efectos de la guerra, la continua recuperación del empleo y los fondos Next Generation EU apoyarán la demanda interna", señala la OCDE. 

"Aunque el consumo se modere, la llegada de los fondos europeos ayudará a movilizar la inversión e impulsar la actividad económica. La inversión todavía hoy se mantiene moderada porque está a la espera de los fondos", asegura Romero.

España, incluso, va a recibir más dinero del esperado. La Comisión Europea adelantó esta semana que la economía española recibiría un aumento significativo en la partida de ayudas directas asignadas, al haberse visto más golpeada por la crisis.

Pero no será un camino de rosas. Una vez recibido el dinero, hace falta saber gastarlo, y aquí es donde España lleva las de perder. La economía española es históricamente uno de los países con peores resultados a la hora de ejecutar las ayudas europeas. 

Ello sin contar con que, para seguir recibiendo el dinero que queda por desembolsar, España deberá ir cumpliendo con los hitos marcados por Bruselas, con algunas de las reformas más complicadas, como asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones con el Mecanismo de Equidad Intergeneracional.

Aún así, Romero confía en que, aunque se malgastara el dinero de los fondos, tendrá un impacto positivo en el cuadro macroeconómico: "va a llover tantísimo dinero que seremos muy tontos si no lo gastamos. Sería poco inteligente no aprovechar esta oportunidad que se nos brinda".

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