La incertidumbre golpea a los 'riders' de la subcontrata Justo a Tiempo: de repartir para Uber Eats a luchar por salir adelante

Rider Uber Eats
  • Uber Eats decidió apostar por terceras empresas tras la entrada en vigor de la ley rider en vez de contratar directamente a sus repartidores.
  • Una de esas empresas fue Justo a Tiempo, que llegó a contar con una flota de 400 repartidores. Ahora, sus trabajadores han sido despedidos y están sumidos en un largo proceso judicial para luchar por sus derechos.

Génesis Liscano tiene 26 años y es de Venezuela. En los últimos 2 años ha trabajado de repartidora para empresas como Glovo, Uber Eats o Deliveroo. Con la entrada en vigor de la ley rider y el cambio de modelo laboral en el sector, pasó a formar parte de una subcontrata que colaboraba con Uber Eats llamada Justo a Tiempo. 

Desde hace unos meses su vida, como la de decenas de compañeros que trabajan para esta misma compañía —la mayoría personas migrantes de Venezuela, Colombia, Perú o Bangladés—, ha estado suspendida en un limbo después de que Justo a Tiempo se declarara insolvente y despidiera a toda la plantilla de la noche a la mañana.

"Ha sido catastrófico", cuenta Génesis. "Nos hemos quedado literalmente en el aire. En diciembre nos comunicaron la noticia, ese mes trabajamos y ni siquiera lo hemos cobrado. La empresa no nos ha dejado participar en la negociación colectiva. Se intentó la conciliación, pero la empresa no responde ni aparece en los juzgados".

Repartir para Uber sin estar contratado por Uber

La historia de Justo a Tiempo está muy vinculada a Uber, su principal socio, después de que en septiembre de 2021 la multinacional, en vez de contratar directamente a sus trabajadores, optara por un modelo de flotas similar al que utiliza en su negocio de vehículos compartidos.

Según los representantes de los trabajadores de Justo a Tiempo con los que ha hablado Business Insider España, la mayoría de los repartidores solo entregaban pedidos para Uber, utilizaban la aplicación de Uber, si tenían algún problema durante su jornada tenían línea directa con una persona de soporte de Uber e incluso muchos cargaban las mochilas verdes características de Uber. 

Pero no estaban contratados por Uber. 

Cuando la compañía norteamericana no renovó el contrato el pasado mes de diciembre, Justo a Tiempo decidió cerrar la empresa alegando causas económicas. Uber había vuelto en verano de 2022 al modelo de autónomos, lo que desató una oleada de despidos en las subcontratas con las que colaboraba la multinacional, como recogió La Razón. 

 

Justo a Tiempo llegó a estar presente en Madrid, Barcelona y Valencia y contaba con una flota de alrededor de 400 personas, según los cálculos de los trabajadores, aunque con el paso del tiempo ese número ha ido mermando. El último despido habría afectado a alrededor de 114 personas.

Sin embargo, según comparten estas mismas personas, el dueño de Justo a Tiempo está utilizando otra nueva compañía para seguir operando, a pesar de que todavía debe las indemnizaciones tras haber despedido fulminantemente a todos los riders.

La nueva empresa es Urban Food Delivery, en la que según el Registro Mercantil aparece como administrador único Álvaro Briceño, quien también es administrador único de Justo a Tiempo. Ambas compañías comparten además la misma dirección fiscal.

Urban Food Delivery fue constituida en marzo de 2022, y no cuenta con información disponible sobre su situación financiera. Tampoco Justo a Tiempo. Ambas webs son prácticamente idénticas. 

Justo a Tiempo no ha respondido a la reiterada solicitud de comentarios de Business Insider España para esta historia. Uber no ha querido contestar a las preguntas realizadas por Business Insider España.

Ahora, los trabajadores mantienen un pulso en los tribunales con la empresa. 

"Estamos a la deriva"

Por el camino, otro empleado, Enrique Ponce, ha ganado un juicio contra la subcontrata por intentar montar un sindicato dentro de Justo a Tiempo y ser despedido por ese motivo, de acuerdo con la sentencia a la que ha tenido acceso Business Insider España. Según este trabajador, todavía le tienen que abonar cerca de 8.000 euros tras la demanda que ganó por la vulneración de su derecho fundamental de libertad sindical.

Además, según el abogado de los trabajadores, Jorge Herrera, del despacho Elex Jurídico, la compañía ha sido sancionada por la Inspección de Trabajo tras otra demanda que interpusieron. 

Los trabajadores han denunciado a la empresa y piden la nulidad de los despidos. Todavía están a la espera de juicio. Según Herrera, han acudido a la Dirección General de Trabajo para consultar la documentación que la compañía ha depositado para acreditar que la empresa tenía pérdidas, y se han encontrado folios en blanco y una simple hoja de Excel. Ningún documento oficial.

"Estamos desamparados. A la deriva", comparte Génesis Liscano.

"Me he visto en medio de una autovía perdida y teniendo que entregar un pedido con ganas de llorar"

Justo a Tiempo prometía un modelo de autónomos bajo un régimen laboral, según comparten los trabajadores. Es decir, los riders podían conectarse cuando quisieran a la aplicación —siempre y cuando cumplieran las 8 horas estipuladas— podían aceptar o rechazar pedidos, y cobraban entre 5 y 7 euros por cada pedido realizado. 

Tenían un salario fijo de alrededor de 1.200 euros netos al mes, según los contratos consultados por Business Insider España, y tenían que hacer un mínimo de entre 300 y 400 pedidos al mes. Si cumplían la cuota estipulada, la empresa les pagaba el salario base, si repartían más, cobraban un extra. 

Con el paso de los meses la cosa cambió, aseguran.

Las tarifas empezaron a bajar, se intensificaron las sanciones y los posteriores despidos, se estipularon horarios, se prohibió cancelar pedidos y se designaron zonas de reparto, muchas incluso muy lejos de los domicilios de los trabajadores. 

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Aunque un rider estuviera repartiendo en bicicleta, le podían asignar pedidos a 10 kilómetros de distancia. "Yo me he visto en medio de una autovía a las 10 de la noche perdida y teniendo que entregar un pedido con ganas de llorar. Me decían; 'lo siento, esto es lo que hay. Lo puedes reasignar, pero si lo reasignas tendrás una sanción", rememora Génesis.

Según comparten los empleados, si no llegaban al mínimo de pedidos requeridos, se jugaban incluso el despido, cuando ellos no tenían el control sobre su trabajo, ya que los pedidos iban entrando en la aplicación, el algoritmo les indicaba la ruta, y ellos simplemente los repartían.

Durante el 2022, un año en el que tras el boom de la pandemia la demanda de comida a domicilio empezó a caer como consecuencia del encarecimiento del coste de vida, los riders de Justo a Tiempo vieron cómo les era prácticamente imposible llegar a los pedidos mínimos para cobrar el salario base.

"Éramos muchas personas migrantes en la empresa, algunos en situación irregular", comparte Génesis. "La empresa se ha beneficiado de eso". El abogado Jorge Herrera asegura que muchos de los trabajadores no conocían sus derechos laborales y están en una situación muy precaria.

El rider siempre pierde

A pesar de la entrada en vigor de la ley rider, una reforma del Estatuto de los Trabajadores que presume la laboralidad entre plataformas y trabajadores de reparto, los grandes players del sector como Glovo o Uber no contrataron directamente a sus repartidores, y en el caso de la norteamericana, optaron por recurrir a terceras empresas de subcontrata.

Justo a Tiempo fue una de esas compañías de las muchas que florecieron con la llegada de la nueva regulación. Según fuentes del sector, Uber firmó generosos acuerdos con estas empresas con la llegada de la nueva ley, para evitarse tener que contratar directamente a sus trabajadores.

El historial de abusos laborales del modelo de subcontratación en el delivery es infinito, como bien recoge este reportaje en Hipertextual donde se cuentan las condiciones de los trabajadores de Closer Logistics. Los repartidores se enfrentaba a una gran presión, bajos salarios, faltas de respeto continuas o distancias de más de 10 kilómetros subidos a un patinete.

La ley rider está cerca de cumplir 2 años y el sector todavía sigue sin ponerse de acuerdo acerca de si realmente ha mejorado las condiciones de los repartidores en el mundo del delivery. "El único que siempre sale perjudicado somos nosotros", señala Génesis.

"La situación yo la veo como en 2019", apunta Enrique Ponce, que es rider desde hace varios años y vivió los buenos tiempos de la pandemia. "Este trabajo al menos da para pagar el piso", añade.

La regulación dotó de derechos laborales a los repartidores. Sin embargo, las empresas empezaron a pagar menos. "La ley rider nació para darnos garantías y estabilidad laboral, pero la consecuencia ha sido que trabajamos más y cobramos menos", concluye Génesis.

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