La nueva normalidad de la bolsa es un futuro de caos interminable

Wall Street

iStock; Rebecca Zisser/Business Insider

  • La nueva normalidad del mercado bursátil va a complicar la vida a Wall Street, pero eso no significa necesariamente que el resto de la economía se vaya a hundir. 
  • Es hora de que los profesionales del mundo de la inversión elijan ganadores y perdedores en el mercado. Es hora de que analicen los balances de las empresas y se aseguren de que realmente cuentan con una buena gestión.

Wall Street quiere desesperadamente que el mercado bursátil vuelva a los viejos tiempos. Ya sabes, como durante la pandemia, cuando los tipos de interés estaban al 0%, el Gobierno repartía cheques por todas partes y parecía que todo el mundo tenía tanto dinero real que lo utilizaba para comprar dinero falso. En ese ambiente, cualquier idiota —o cualquiera en Wall Street— podía comprar casi cualquier activo, sentarse y ver cómo aumentaba su valor. Las acciones no sólo subieron, sino que se dispararon. 

Wall Street incluso ha urdido una historia bastante convincente sobre cómo volverá el mercado a este estado: las subidas aceleradas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal provocarán el colapso del sistema financiero, abrirán agujeros en el sector inmobiliario y los despidos —que ya han afectado duramente a sectores como el tecnológico y el de los medios de comunicación— se extenderán por toda la economía. Esto, a su vez, provocará una recesión que obligará a la Reserva Federal a dar marcha atrás y recortar los tipos para reactivar la economía. Tras unos meses de agitación, el mercado volverá al entorno de bajos tipos de interés que definió la década anterior a la pandemia y las acciones volverán a estar en control de crucero. Vuelta a la normalidad.

Sólo hay un problema con el relato de Wall Street: es completamente al revés.

"Creo que uno de los grandes errores de valoración de los mercados en este momento es la idea de que vamos a bajar los tipos a finales de año", explica Justin Simon, director gerente del hedge fund Jasper Capital. "Para que eso ocurra tendríamos que tener una crisis, y no lo veo".

Pensemos, en cambio, en cómo sería el mundo si la subida de tipos no rompiera la economía estadounidense, sino que simplemente le diera otra forma. En este escenario, el crecimiento persiste, aunque a un ritmo más lento. Los consumidores siguen tirando del carro y no hay recesión. Hay dificultades en algunos sectores de la economía y la inflación sigue siendo preocupante, pero no hay una crisis inmediata que obligue a la Reserva Federal a cambiar de rumbo. En este escenario, el mercado bursátil se agita. Algunos valores ganarán y otros perderán. Los gráficos se pondrán feos. El mercado puede irse hacia los lados. Es posible que los cazadores de valores de Wall Street tengan que sudar un poco para contentar a sus clientes.

"Habrá una desaceleración aquí y una aceleración allá", comenta un legendario gestor de fondos, "pero da la sensación de que la economía simplemente va viento en popa".

Puede que sea menos conveniente para Wall Street, pero la realidad es que nuestra nueva era de inflación no ha terminado en absoluto, y eso no es algo terrible. El descenso de los tipos de interés a cero fue una medida tomada para reanimar una economía al borde de la muerte. Fue una válvula de emergencia de la que hemos tirado durante tanto tiempo que ahora a Wall Street le parece normal. Pero no lo es. Mantener los tipos bajos en una economía sana es como empujar a un niño sano de 9 años en un cochecito. Claro que puedes hacerlo, pero llega un momento en que tienes que aceptar el hecho de que la asistencia está empezando a frenar su desarrollo. O, como dice un responsable de un family office, si la Reserva Federal tiene que recurrir a los recortes de tipos para estabilizar la economía, significa que todos "nos hemos convertido en una panda de panolis que no saben aguantar las caídas del mercado inmobiliario o bursátil, y creen que los precios de los activos sólo pueden subir".

Por inquietantes que puedan resultar las quiebras bancarias y los desplomes bursátiles que hemos visto en el último año, forman parte del capitalismo, no son una aberración. Cuando las circunstancias cambian tan violentamente como acaba de hacerlo nuestro sistema económico, ruedan cabezas. Y aunque eso puede hacer la vida de los inversores de Wall Street un poco más difícil, no presagia necesariamente el colapso para el resto de la economía: es sólo el comienzo de algo nuevo.

 

Retroceder sería una mala señal

La pandemia enrareció tanto la economía que es difícil saber con exactitud lo que vendrá después, pero eso no ha impedido que Wall Street siga intentándolo. Cada trimestre, los analistas advierten de que la recesión está a la vuelta de la esquina: espera seis meses, que va a llegar. Algunos incluso afirman que la recesión ya está aquí y que no la hemos visto, como un espectro familiar o un calcetín perdido en la lavandería. A pesar de los constantes gritos de Wall Street, los estadounidenses trabajan, gastan y ayudan a la economía a desafiar las previsiones catastrofistas. 

A principios de este mes, la Reserva Federal de San Francisco calculó que a los consumidores aún les quedaban 500 millones de dólares en ahorros procedentes del estímulo pandémico y de los ajustes en los gastos. En otra encuesta reciente de la Reserva Federal a más de 11.000 estadounidenses, la mayoría de la gente se mostraba pesimista sobre la economía en general, pero cuando se les preguntaba por su propia situación financiera personal parecían menos preocupados: el 73% de los encuestados dijeron a la Reserva Federal que "les iba bien o vivían cómodamente desde el punto de vista financiero", y el 63% afirmaron que podían cubrir una emergencia de 400 dólares si lo necesitaban, cerca de un máximo histórico para la encuesta realizada hace 10 años.

La solidez del mercado laboral contribuye a la solidez financiera de los estadounidenses. El último informe mensual sobre el empleo reveló que Estados Unidos creó 253.000 puestos de trabajo en abril y que la tasa de desempleo alcanzó el nivel más bajo desde 1969. El número de personas que demandan el seguro de desempleo también se mantiene cerca de mínimos de los últimos 40 años. Y sigue habiendo muchos puestos de trabajo sin cubrir. En abril —cuando se publicaron los datos más recientes— las ofertas de empleo alcanzaron su nivel más alto desde enero.

Un mercado laboral fuerte y unos balances saneados de los hogares significan que los consumidores no han dejado de gastar. Dado que el gasto de los consumidores representa casi dos tercios de la economía estadounidense, es difícil imaginar un colapso económico repentino mientras los estadounidenses sigan dispuestos a sacar la tarjeta de crédito. 

El comercio al por menor ha aumentado un respetable 0,4%. Las ventas de automóviles, que habían sido flojas durante la pandemia debido a las limitaciones de la oferta, empiezan a repuntar. Como mucho, los estadounidenses han ajustado sus hábitos, comprando productos más baratos o aplazando las grandes compras. La economía está cambiando, y los consumidores cambian con ella. Eso es lo que los ejecutivos de tiendas como Walmart y T.J. Maxx están viendo en sus ventas. Incluso hay indicios de que algunos consumidores no han cambiado nada. En Bloomberg, Joe Weisenthal ha señalado a los directivos que están diciendo a los inversores que, si se avecina una recesión, nadie se lo ha hecho saber a sus clientes.

"Actualmente no vemos signos de cambio en el comportamiento de los clientes, no hay indicios de que los clientes estén comprando con menos frecuencia, comprando artículos de menor calidad, o reduciendo sus compras", dijo el CEO de Urban Outfitters, Richard Haynes, en una reciente conferencia con los inversores.

En 2009, los responsables políticos fijaron los tipos de interés a cero con la esperanza de que, con el tiempo, la economía estadounidense creciera lo suficiente como para soportar tipos más altos. Pues bien, ese sueño se ha hecho realidad. El consumidor estadounidense está soportando tipos más altos y una inflación elevada. Todo está sucediendo en circunstancias y a una velocidad que nadie esperaba - y en un momento que podría no ser conveniente para las acciones. 

 

Un nuevo mundo agitado

Desde principios de 2023, el mercado bursátil se ha dejado llevar por el entusiasmo y la esperanza impulsados por la inteligencia artificial, convencido de que todo volverá a ser como antes. Los antiguos ganadores del mercado que dominaron el mundo de los tipos de interés bajos están revirtiendo sus pérdidas de 2022. El NASDAQ, con un fuerte componente tecnológico, ha subido un 30% y el S&P 500 ha recuperado cerca de un 8%. Cuando se hacen operaciones y las carteras se estructuran para un entorno específico, Wall Street tiene una manera de convencerse de que el rendimiento pasado es, de hecho, un indicador de los rendimientos futuros. Pero la situación no está clara.

Una economía estadounidense resistente parece que sería algo bueno para el mercado de valores, pero también significa que el consenso de Wall Street está considerando los tipos de interés más elevados como un episodio temporal ajeno a la normalidad, cuando en realidad se trata de un cambio de clima. 

La inflación podría mantenerse, ya que el fuerte gasto de los consumidores permite a las empresas mantener los precios altos sin perder negocio. Un mundo en el que la Reserva Federal tiene que vigilar la inflación significa mantener los tipos más altos durante más tiempo. Es un mundo en el que los ahorradores pueden aventajar a los derrochadores y en el que es más caro pedir dinero prestado. Y la lógica de la inversión cambia: si los inversores pueden obtener una rentabilidad garantizada del 5% invirtiendo en bonos del Tesoro a 10 años, será menos probable que pongan su dinero en una startup o en un fondo de capital riesgo que quizá no obtenga beneficios durante una década.

Las instituciones muy endeudadas correrán el riesgo de estallar, por lo que las empresas también tendrán más cuidado con su gasto. Los sectores con modelos de negocio basados en la deuda, como el inmobiliario comercial y el de capital riesgo, sufrirán implosiones a medida que pase el tiempo. Torsten Slok, economista jefe de Apollo Global Management, se refiere a este futuro como una "recesión sin recesión". 

"Los 15 años de inyección de dinero crearon una burbuja significativa en los precios de los activos", afirmó en un correo electrónico remitido a sus clientes a principios de este mes. "Como resultado, la gran corrección durante esta recesión no se producirá en la economía, sino en los precios de los activos, a medida que la Fed continúe desinflando la burbuja de comprarlo todo creada debido al dinero fácil global".

Esta nueva normalidad desafiaría las expectativas de Wall Street y provocaría un periodo que, francamente, no resultaría tan divertido para las acciones como el anterior. La era de la pandemia produjo años consecutivos de beneficios empresariales récord, pero ahora la inflación salarial, un consumidor más sensible a los precios y unos costes de endeudamiento más elevados van a devorar los márgenes de las empresas. Es hora de que los profesionales de la inversión elijan ganadores y perdedores en el mercado. Es hora de que analicen los balances de las empresas y se aseguren de que cuentan con una buena gestión. Todo esto puede parecer básico, pero en un mercado alcista puede saltar fácilmente por los aires.

"Sí, el NASDAQ ha subido un 26%, pero no creo que sigamos creyendo en las subidas", afirma Simon. "Ahora vamos a algo un poco más agitado o plano". 

Será un verano interesante.

Como en todo lo relacionado con la inversión, la clave estará en la transición entre la negación de este nuevo régimen de tipos por parte de Wall Street y su aceptación. Los problemas a los que se enfrenta hoy la economía no son los mismos que en el pasado más reciente. La inflación no ha sido derrotada, y nadie sabe cuánto tiempo tardará en domarse. Remodelada -pero no destrozada- por estas nuevas condiciones, la economía estadounidense avanza. No hay vuelta atrás.

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.