El desplome de la bolsa está dejando al descubierto a los mayores charlatanes de Wall Street

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Payasos de Wall Street

Spencer Platt/Getty, Tyler Le/Insider

Ya te dije que esas personas no eran tus amigos.

Hace unos 2 años, los influencers financieros estaban por todas partes. Hacían vídeos instructivos en YouTube. Compraban anuncios para la Super Bowl. Llamaban a la CNBCpara decirte que podías ser un buen inversor con tan solo seguir sus consejos. Hacían vaticinios sobre acciones que se irían "a la luna". Decían que vendían algo más que ideas de inversión: ofrecían las claves de tu libertad financiera.

¿Y dónde están ahora esos charlatanes?

En una burbuja financiera es fácil confundir la oportunidad con la genialidad. Pero cuando el mercado se hunde, muchos de esos brillantes operadores se dispersan. Y es un hecho que el mercado se ha hundido: las acciones se desmoronan, la gente (con razón) tiene miedo incluso de consultar cómo van sus planes de jubilación y la recesión asoma en el horizonte. Así que no es de extrañar que algunas de las voces más estruendosas de la precipitada subida del mercado se hayan callado.

Vlad Tenev, el CEO de la aplicación de compraventa de acciones Robinhood, solía aparecer en los canales de televisión dedicados a las finanzas todo el tiempo promocionando su producto. Ahora casi nadie habla de él ni de su empresa

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Chamath Palihapitiya, el rey de las Spac, un tipo de vehículo de inversión que no se utilizó durante años hasta que de repente se hizo popular durante la pandemia, ha estado vendiendo en silencio sus supuestas joyas de la corona. Y Cathie Wood, la consejera delegada de Ark, una firma de inversión especializada en empresas tecnológicas con perspectivas de crecimiento extremadamente lejanas, está tan de capa caída que ha escrito una carta abierta a la Reserva Federal pidiéndole que deje de subir los tipos de interés.

Que su silencio sirva de lección. Cuando los mercados financieros acuñan no solo dinero, sino también celebridades, es hora de ser más que escéptico. Es el momento de prepararse para el tipo de desastre que hace que las otrora grandes estrellas del mercado de inversión hoy sean más bien pobres chicos y chicas estrellados.

Vivir por la burbuja, morir por la burbuja

La pandemia fue un momento extraño. Los más afortunados quedaron confinados con bastante dinero para gastar y muy poco que hacer, por lo que unos cuantos de ellos se dedicaron a la compraventa de acciones. Aunque muchos de estos nuevos inversores operaron sabiamente, un grupo de ellos se dejó arrastrar por las modas del mercado impulsadas por las redes sociales. Puede que recuerdes GameStop, que tomó el mercado por asalto cuando disparó su valor de 4 dólares por acción a 86 dólares a principios de 2021.

Si dejamos que los influencers hablen, GameStop también fue una señal que advertía de la llegada de un nuevo tipo de mercado liderado por legiones de advenedizos, lo cual era tan absurdo entonces como lo es ahora. Hoy, la empresa se encuentra en unos 25 dólares por acción, y aquella supuesta revolución minorista se ha extinguido. Lo mismo ocurre con otra acción que protagonizó infinidad de memes: AMC ha caído de un máximo de 59 dólares a los 6 dólares que vale en la actualidad.

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Cuando el mercado se desploma tan drásticamente como lo ha hecho desde principios de este año, de repente todas aquellas historias difíciles de creer sobre cómo ganar dinero fácilmente dejan de tener sentido. Los inversores se ven obligados a enfrentarse a la fría y dura realidad y a buscar refugio en el frío y duro dinero. La última gran idea de los gurús fue su apuesta de que las condiciones económicas seguirían siendo favorables para las empresas que no ganan dinero: que estas podrían crecer solo con deuda y capital de inversión. 

El dinero era tan barato que las empresas no tenían que ganarlo, simplemente podían pedirlo prestado. Esto funcionó especialmente para el sector tecnológico, que presentó todo tipo de métricas y datos para compensar su falta de beneficios. Durante más de una década, a los mercados les fascinó esto. Alcanzó máximos históricos una y otra vez.

El mercado parecía tan amigable que los influencers se dieron cuenta de que podían hacer que incluso los inversores no tan potentes se sumaran a la fiesta. Ven a por tu propio trozo de este gran futuro, decían. Pero el mercado tiene sus formas de volverse hostil cuando la gente se vuelve demasiado optimista. La inflación asomó la pata y la Reserva Federal cambió las reglas del juego. Al elevar los tipos de interés, impuso un coste a los préstamos, lo que supuso un ataque directo a algunas de las historias bursátiles más atractivas del último ciclo.

En ningún lugar se ve esto más claro que en el fondo cotizado (Exchange Trade Funds, ETF, por sus siglas en inglés) de innovación de Cathie Wood, uno de los que más voló en los tiempos de la burbuja. Wood se especializó en convencer a inversores minoristas con grandes historias que giraban en torno a la tecnología por venir: finanzas descentralizadas, inteligencia artificial y criptografía. Predijo que las acciones de Tesla subirían hasta los 4.600 dólares y cortejó a operadores aficionados para que se unieran a ella en un viaje al futuro. 

Fue una locura, y a la gente le encantó: un grupo de inversores de Corea del Sur incluso llegó a decir que Wood era un árbol cuyo fruto era el dinero. En enero de 2021, en el punto álgido de su exuberancia, el principal fondo cotizado se situaba en 137 dólares por acción. Desde entonces, se ha desplomado a unos 36 dólares. Sin el viento de cola de los bajos costes de los préstamos, quedó claro que el árbol del dinero estaba -y siempre había estado- desnudo.

Una carta abierta de Wood a la Fed argumentaba que subir los tipos de interés provocaría una dolorosa deflación en la economía estadounidense. Estoy segura de que el presidente Powell se alegró al leerla, ya que la deflación es en realidad el objetivo de esta política monetaria. Subir los tipos de interés tan rápido como para que la economía colapse no es una buena idea, pero ignorar el problema de la inflación y permitir que haga subir los costes en toda la economía ad infinitum no es una opción que la Fed pueda considerar ahora mismo. Sin embargo, ayudaría a la cartera de Wood.

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¿Recuerdan a Palihapitiya, el multimillonario en Facebook que ayudó a iniciar la moda de las Spac en 2019 cuando él y Richard Branson sacaron a bolsa Virgin Galactic? Las Spac son un vehículo ideal para crear una burbuja. Permiten a los inversores ricos recaudar una gran cantidad de dinero y sacar una empresa a bolsa sin las debidas diligencias ni los avales bancarios ni giras para convencer a los inversores ni ninguna de todas esas molestias. Una vez que Palihapitiya se dio cuenta de que el entorno estaba a punto de caramelo para este tipo de recaudación de fondos, se lanzó a por todas. Argumentó que su impulso a las Spac democratizaba el acceso a empresas de alto crecimiento y permitía a la gente normal tener la oportunidad de invertir en algunas de las compañías más interesantes. Decir que sus Spac no tenido buenos resultados desde que el mercado empezó a caer sería un eufemismo: se están evaporando.

  • SoFi Technologies: bajó un 75% en el último año.
  • Clover Health: bajada del 82%.
  • Virgin Galactic: bajada del 80%.
  • Opendoor: bajada del 90%.

Aunque es verdad que estamos ante un contexto hostil, se trata del tipo de carnicería que solo se da cuando las empresas de un inversor están diseñadas para una burbuja y solo para una burbuja. Parece que incluso el propio Palihapitiya es consciente de que su tiempo se ha acabado: ha liquidado sus Spac, ha dejado el consejo de Virgin Galactic y ha vendido todo menos el 5% de su participación en Clover Health. Sin embargo, yo no me preocuparía por él; el medio Axios ha informado recientemente de que ha reabierto su fondo de capital riesgo, Social Capital, a inversores externos y está recaudando nuevos fondos. 

¿Y qué ocurrió con todos aquellos pequeños inversores que atrajo? Bueno, esperemos que no le hicieran caso y no invirtieran todo su dinero en lo que ofrecía.

Todo es diversión hasta que aparece la policía

Cuando la gente gana dinero en el mercado con alguna nueva moda o activo, puede ser difícil no subirse a bordo. Pero si esa inversión para ganar dinero suena demasiado bien para ser verdad, probablemente lo sea. Y si suena demasiado estúpida para ser cierta, probablemente sea incluso más estúpida de lo que uno sospecha en un primer momento. Ahora que la realidad nos ha golpeado, todas esas criptomonedas con nombres tontos como shiba inu cuyo valor se disparó a topes de mercado inimaginables están empezando a quedar expuestas como lo que son, tonterías. Y si bien algunos de estos estafadores que se inventaron cuentos para no dormir mientras estaban en la cima del mercado pueden verse hoy reducidos a suplicar a la Reserva Federal que les alivie o escabullirse silenciosamente de las cámaras de televisión, otros no tendrán tanta suerte.

Los que se creían genios por vender fotos en un sitio web y llamarlas NFT se encuentran en el punto de mira de la Commodity Futures Trading Commission (Comisión de la negociación de productos futuros de EEUU) mientras la CNMV está persiguiendo a los famosos que promocionaron las criptomonedas sin informar a la gente del riesgo que entrañaban.

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En realidad, nunca es una buena señal ver celebridades rondando el mercado de valores, y durante la burbuja estaban en todas partes, patrocinando cripto e invirtiendo en Spac. Su mensaje principal es que no es difícil ganar dinero y que, de hecho, hacerlo era algo que uno se puede perder si no está atento. Es un canto de sirena para los crédulos. La buena información sobre el mercado de valores no es fácil de conseguir, y Gordon Gekko, el personaje interpretado por Michael Douglas en la película Wall Street: el dinero nunca duerme, tenía razón al afirmar que quien quiera un amigo en Wall Street lo que tiene que hacer es comprarse un perro. Pero si alguien trata de hacerte sentir que eres tan inteligente como los expertos y los profesionales del mundo de la bolsa, esa persona está tratando de llevarse tu dinero

Te lo dije: estas personas no son tus amigos.

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