Las paradojas de Francia con los coches chinos: de castigar su compra a suspirar por sus fábricas

Las banderas de Francia y China.

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  • Xi Jinping se ha reunido esta semana con Emmanuel Macron en su primera visita a Europa en un lustro para hablar, entre otras cosas, del coche eléctrico.
  • Francia ha retirado ayudas para comprar coches eléctricos fabricados en China, pero al mismo pide en público a las marcas chinas que instalen en suelo galo sus fábricas europeas.

Esta semana, Xi Jinping, el presidente de China, viajaba por primera vez a Europa en cinco años. El primer país que ha elegido en su gira no es otro que Francia, donde su homólogo francés, Emmanuel Macron, que se ha deshecho en actividades y recibimientos al máximo representante chino.

El motivo de este viaje tiene un marcado perfil económico. "Para nosotros, Europa es como un semáforo que está a la vez en verde, en ámbar y en rojo", apunta con frustración su ministro de Exteriores, Wang Yi. 

Uno de los principales temas de debate es el coche eléctrico, que varias empresas chinas ofrecen a precios sospechosamente competitivos a ojos de la UE. De manera que la respuesta de China empieza a parecerse a la de Japón en los ochenta. Fabricar in situ. El anuncio, el mes pasado, de Chery sobre la producción de coches chinos en la Zona Franca de Barcelona, va en esa línea. 

Sin embargo, es precisamente en materia de coches chinos donde afloran varias contradicciones de Francia. Mientras achucha a la Unión Europea para imponer nuevos aranceles a la importación de coches chinos, ponen la alfombra roja a BYD para instalar en fábricas en su territorio. 

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En septiembre del año pasado, Europa anunció que abriría una investigación antidumping sobre los coches eléctricos chinos al considerar que estos "distorsionan" el mercado de la UE. De esta manera, Bruselas se posicionaba a favor de Francia frente a la posición de Alemania (y su industria), mucho más prudente al respecto del negocio de los coches chinos.

Desde hacía meses, el Gobierno francés estaba presionando a la Comisión Europea para que iniciase una investigación antidumping contra los insurgentes fabricantes chinos de coches eléctricos. Esto podría abrir el camino a Europa para imponer gravámenes adicionales contra los vehículos chinos que se venden, por resultar —según los argumentos franceses— excesivamente baratos y atentar contra la competencia europea.

Sin embargo, países como Alemania no querían que se implantase ninguna medida punitiva, ya que sus fabricantes están muy expuestos al mercado chino y cualquier represalia puede hacerles mucho daño. 

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Pero, ¿por qué esta diferencia si Francia también tiene su propia industria automovilística? La respuesta es simple: Francia tiene todo para ganar y Alemania tiene todas las de perder.

"Los franceses no tienen tantos problemas porque no son tan activos en China, pero para los fabricantes de coches alemanes... harán lo que sea para evitar las barreras comerciales", afirma Martin Benecke, de la consultora S&P Global Mobility.

Francia, al mismo tiempo, se queja porque considera que para las autoridades chinas la iniciativa de la Comisión es una maniobra proteccionista cuyo impulso nació en París. Algo que no es ninguna mentira. 

Pero la industria automovilística francesa también puede salir muy mal parada. En la producción de baterías, el grafito es un elemento esencial del cual China concentra el 61% de la producción sintética y toda la producción natural, explica Rémi Cornubert, de la empresa Strat Anticipation. Por tanto, el país tiene los medios para detener la producción en Europa o Estados Unidos.

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Por otro lado, ante las ayudas estatales que otorga China a sus marcas de coches eléctricos, Francia ha querido plantar cara con unas ayudas a la compra de coches eléctricos basadas en criterios medioambientales. Sin embargo, no todos pueden optar a ellas. De hecho, el Gobierno de Macron dejó muy claro que esta prestación no estaba pensada para los coches chinos. "El dinero de los contribuyentes franceses no debe servir para financiar vehículos que en un 70% proceden de China", admitió sin ambages el ministro de Economía, Bruno Le Maire.

A la vez que ponía estas trabas para las ayudas públicas, Francia se engalana y coquetea con las marcas chinas para tratar de convencerlas de que el suelo galo es el mejor para construir sus fábricas en Europa. "Francia acoge con satisfacción todos los proyectos industriales. BYD y la industria automovilística china son muy bienvenidos en Francia", ha afirmado recientemente Bruno Le Maire. 

Con estas palabras, el Gobierno francés pretende seducir al gigante chino, que busca nuevas localizaciones para instalarse en Europa, tras elegir a Hungría (y rechazar a España, la otra candidata) para instalar su primera fábrica en el continente.

Pero BYD no se ha mostrado tan complaciente, y ha subrayado que va a ser muy difícil para su compañía decantarse por Francia si no le dejan acceder a las ayudas del país, algo crucial para las marcas extranjeras. 

 

Esta alfombra roja no ha sido bien vista por los fabricantes galos, como Stellantis, que ha afeado esta mano tendida a las marcas chinas. Sin embargo, el grupo ha creado una empresa conjunta con Leapmotor, que debería empezar a vender en otoño en el sur de Europa y Francia modelos eléctricos importados del antiguo Oriente Medio. Si se elevan los derechos de aduana, ya está en marcha un plan B de ensamblaje en una de las fábricas polacas del grupo.

No es de extrañar que BYD acabe aceptando el trato, ya que cuenta con seis modelos eléctricos en Europa y la situación puede volverse muy complicada a consecuencia de unos aranceles apoyados desde Francia.

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