Ya he probado Bluesky, Mastodon y Threads: por qué la guerra por la sucesión de Twitter pone fin al sueño de una "única" plaza pública digital

Restos de un ágora romana en Atenas, Grecia.
Restos de un ágora romana en Atenas, Grecia.

REUTERS/Konstantinos Tountas

  • La llegada al poder de Twitter/X de Elon Musk hace exactamente un año ha abierto una lucha entre plataformas por ver cuál es la nueva gran plaza pública de la red.
  • Tal vez no gane nadie: la responsabilidad de conducir el debate público en el siglo XXI no puede caer en unas pocas empresas.
Análisis Faldón

Ya están todas. Al menos por ahora.

Ya he probado todas las plataformas que luchan por posicionarse ante la especulada sucesión de Twitter como gran foro público de la red. 

Primero experimenté con el fediverso de Mastodon, donde sigo interactuando y enriqueciéndome de lo que comparten los usuarios de mi instancia. Después llegó el turno de Threads, la app de publicaciones de Instagram, que pude probar unos días antes de que Meta, su propietaria, vetara vía software el acceso al servicio desde la Unión Europea. Y ahora le ha tocado a Bluesky.

El multimillonario Elon Musk se hizo con el control de Twitter —ahora X— hace exactamente un año. Su gestión al frente de la tecnológica podría hacer que la red social que puso de moda términos como tuit acabe yéndose de toda Europa, dada su escasa voluntad por cumplir con el Reglamento de Servicios Digitales.

Sin esperar a que suceda, un gran número de usuarios se ha cansado de Twitter por las transformaciones que ha vivido el servicio. Suscripciones de pago que gozan de mayor visibilidad en la red, y que en consecuencia acaban siendo utilizadas para propagar bulos o desinformación, o los cambios en el sistema de moderación de la plataforma son algunas de las causas.

La guerra por reemplazar a Twitter puede cambiar para siempre el internet de plataformas

Un investigador de la Universidad Complutense de Madrid, Israel V. Márquez, publicó hace una década su tesis doctoral. En ella analizó un fenómeno, el de las diásporas digitales, a raíz del cierre de una plataforma llamada There.com que hoy podría entenderse como un metaverso. Al cerrar aquella web, su comunidad tuvo que migrar a lugares mejores.

El hoy docente de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense se valió entonces de herramientas propias de la etnografía para hacer "ciberetnografía". Sin llegar a la dimensión que tiene una comunidad tan forjada y cohesionada como la que tuvo la de There.com, el gran éxodo de grandes comunidades de Twitter también podría analizarse de esa manera.

¿A dónde van los tuiteros que no quieren continuar en X? Tras haber probado las 3 plataformas mejor situadas para recibirlos, tengo claro que la respuesta no es simple.

Las pretendientas a suceder a X abogan por la descentralización

Ya sorprende que estas 3 opciones, Bluesky, Threads y Mastodon, en mayor o menor medida hayan apostado por ser plataformas descentralizadas. Si algo se saca en claro es que esta singular guerra de la sucesión tuitera podría cambiar para siempre el internet de plataformas. Mastodon fue la primera que, hace años, desarrolló el protocolo ActivityPub.

Contando el ejemplo de Mastodon se puede entender bien qué es una red descentralizada. Mastodon usa ese protocolo para que los usuarios de cada instancia —servidor— se comuniquen entre ellos. Al contrario que en Twitter, donde todos los usuarios recaen en servidores centralizados, en Mastodon tú mismo puedes abrir tu propia instancia asumiendo los gastos del alojamiento.

De esta forma, las instancias, que en algunos casos acaban autogestionándose por la propia comunidad que lo habita, deciden con qué instancias federarse. Esto hace que en Mastodon, que además es de código abierto, no todo dependa de los designios de un CEO que quiera reformar la herramienta. En el fediverso no solo se conectan instancias de Mastodon.

También se conectan instancias de otras plataformas libres, de modo que, haciendo una analogía con las plataformas más mainstream, es como si los usuarios de Twitter pudiesen dejar comentarios en Facebook o valorar vídeos de YouTube.

Cuando Mark Zuckerberg y el jefe de Instagram, Adam Mosseri, anunciaron Threads, también advirtieron que en un futuro aceptaría el protocolo ActivityPub. En ese sentido, Threads podría ser considerada una instancia más en el fediverso en el que se federan las instancias de Mastodon y otras plataformas libres.

Eso entraña nuevos debates, claro: muchos usuarios en instancias de Mastodon temen que la llegada de una gran tecnológica al fediverso pueda distorsionar las reglas de federación, al ser Threads una plataforma que aspira a ser masiva y ser, además, una plataforma en la que se extraen los datos que generan sus usuarios para monetizarlos. Meta hace negocio. Mastodon, no.

Bluesky, por su parte, es la aventura de Jack Dorsey, el fundador de Twitter. Aunque en un primer momento Dorsey se mostró favorable a la compra de su creación por parte de Musk, el fundador de Twitter ha acabado criticando al actual propietario. De forma paralela, ha ido cimentando Bluesky que también basa su modelo en un sistema descentralizado.

Solo que Bluesky no usa el protocolo ActivityPub que desarrolló el equipo que creó Mastodon: usa otro protocolo llamado AT Protocol. No llegará al fediverso, pero Bluesky permitirá que surjan nuevas instancias.

Solo el hecho de que las instancias y la federación de las mismas tengan este peso en las nuevas plataformas que aspiran a reemplazar a Twitter —si es que alguna vez llega a ser necesario— es una innovación que algunos consideran que podría empezar a cambiar la forma en la que los usuarios nos relacionamos con las grandes plataformas digitales.

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Pero, ¿qué son estas plataformas sin sus comunidades? Prácticamente nada.

Soy usuario de Mastodon en realidad desde 2019, aunque he ido migrando mi cuenta entre diversas instancias. En la que recalé hace meses he hecho un nutrido grupo de mutuals —gente a la que sigo y me sigue— y tendido nuevos puentes profesionales y personales. Precisamente al ser una plataforma de código abierto y pionera en el ámbito de la federación, he de reconocerlo:

Mastodon es muy de nicho y no a todo el mundo convence de primeras.

Eso no quita que esté marcando el camino y haya llegado para quedarse. Seguramente la premisa de la que parte este artículo —hay una batalla entre plataformas por suceder a Twitter/X, quién ganará ese conflicto— sea falso. Me explico.

Aunque Mastodon no convenza a todo el mundo de primeras, lo mismo puede suceder con Bluesky. Pero quienes empiezan a mirar más allá de las lindes de la red del —extinto— pájaro azul son conscientes que están haciendo un viaje en el que probablemente no haya un retorno.

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Bluesky lleva prácticamente desde este verano recibiendo a la diáspora de tuiteros españoles. Ya hay tuitstars en el cielito azul, como convienen en llamar algunos de sus usuarios a la nueva plataforma de Dorsey. El hecho de que el servicio siga siendo de acceso exclusivo vía invitación hace que esta migración todavía sea lenta.

Además, la red todavía no tiene muchas de las características que hicieron conocida a Twitter, como la posibilidad de hacer listas, compartir GIF animados o vídeos, o ver las tendencias en tiempo real de la conversación. 

Sin embargo, muchos usuarios de Bluesky insisten en sus conversaciones en la plataforma en lo mucho que les recuerda el servicio al Twitter de los viejos tiempos, a esa inhóspita red social que no mucha gente entendía y que empezó a popularizarse a principios de la década pasada.

Realmente esas conversaciones ya las he visto en Mastodon y en Threads antes. La clave será lo que esté por venir. Y asumir que no vamos a compartir, quizá nunca más, una sola plataforma.

Conducir la conversación pública del siglo XXI: una responsabilidad que ya no puede recaer en unas pocas empresas

La duda es constante en todas las conversaciones de estos servicios. ¿Habéis cerrado vuestra cuenta en X? ¿Os migraréis definitivamente a esta? Hay quien incluso tiene cuentas en varias plataformas a expensas de saber cuál de estos servicios acabará imponiéndose. Decía antes el peligro de asumir que de esta carrera tiene que salir un ganador.

Sobre todo porque, como me decía la periodista Alba Correa hace unos meses, lo más probable es que ya no haya una gran plataforma monolítica en términos de conversación pública como lo ha sido Twitter. Twitter competirá y coexistirá con sus aspirantes, y esa diáspora tuitera que huye de X no volverá a concentrarse en un solo lugar.

Si en los 2000 la red estaba plagada de foros de debates que acabaron en desuso por el despunte de la Web 2.0 y las redes sociales, parece claro que las decisiones que se están adoptando en las grandes tecnológicas están empujando a grandes comunidades de usuarios a un regreso a los orígenes. Un back to basics en toda regla.

Mañana, tal vez, no será necesario descargarse un gestor de foros como phpBB. Bastará con alojar una instancia en una plataforma descentralizada.

Me decía hace poco un exejecutivo de Twitter que la plataforma que fundó Jack Dorsey tenía un propósito: ser el foro de la conversación pública en internet. No está claro si Elon Musk continuará ese propósito. Lo que parece evidente es que ya no va a existir un único foro de estas características en el internet de plataformas que hoy habitamos.

Y es posible que eso sea lo más atractivo: una responsabilidad tan grande como dirigir los grandes debates del siglo XXI en internet no puede recaer solo en las manos de unas pocas empresas. Ha llegado la hora de asumir que ninguna plataforma reemplazará a Twitter: cada una forjará sus comunidades y lo harán a su manera.

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