Sólo cuando dejé de ver a mi banco como un todopoderoso tomé el control de mis finanzas: así ahorré en comisiones y pagos aplazados con 3 cuentas diferentes

Kamila Barca, redactora de Business Insider España.
  • Dejé de ver a mi banco como un todopoderoso y, a partir de ahí, sentí que tenía las riendas de mis finanzas. 
  • Así fue como conseguí ahorrar en comisiones y pagos aplazados aprovechando lo mejor de cada entidad.

Me daba mucho vértigo cambiar de banco

Aún conservaba la cuenta que me habían abierto mis padres cuando era una adolescente. Con los años, se convirtió en lo que se conoce como "cuenta joven", que no es más que una cuenta corriente gratuita hasta que cumples la edad con la que el sistema te considera lo suficientemente adulta como para pagar por tener tu dinero metido en su caja fuerte. En mi caso, eran los 26 años. 

A partir de ahí, el producto financiero en el que tenía guardado mis ahorros se convertiría en una cuenta corriente con requisitos mínimos para poder librarme de pagar comisiones y con nuevas tarjetas del banco. 

Por suerte, unos años antes ya me había enterado de que las condiciones de mi cuenta iban a cambiar y fui a la sucursal a preguntar qué era lo que me iban a pedir. 

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La mayoría de ellas te exigen ingresos estables, domiciliaciones o un número mínimo de pagos con tu tarjeta de débito o crédito. Para más inri, también te pueden pedir que cambies de plástico a uno con pagos aplazados y flexibles, que se descuentan de tu cuenta a final de mes. 

Lo cierto es que no tenía nada de que preocuparme, porque cumplía todos los requisitos. Pero no me hacía gracia sentir que, si tenía un revés financiero, podría verme pagándole al banco por gusto

Me abrí una cuenta gratuita en un banco que me daba más tiempo para pensar qué hacer con mi dinero

Tampoco quería abrir indiscriminadamente una cuenta en un banco que no conocía, que no había seguido a lo largo del tiempo. Vamos, pensaba que "mejor malo conocido que bueno por conocer" y sentía la falsa seguridad que te da "casarte con tu banco".  

Así que, lo que primó en mi estrategia fue ganar tiempo para pensar qué quería hacer con mi dinero en el futuro. Al mismo ritmo, mi vida estaba cambiando y estaba tomando decisiones que iban a dar un giro a mis objetivos financieros

En ese momento me di cuenta de que estaba tomando por fin las riendas de mis finanzas —ni siquiera crear un presupuesto personal en Excel me hizo sentir tan libre como sentir que me soltaba de las garras de mi banco—. 

Entonces busqué qué banco (de los más conocidos y que me transmitiese confianza) me daba más tiempo con una cuenta joven sin condiciones para pensar dónde iba a meter mis ahorros con la inflación por las nubes.   

Después, me hice con una cuenta gratuita en una banca online

Entretanto, probé una de las cuentas gratuitas de la banca online para gestionar mi gasto diario. 

Estas cuentas no tienen condiciones ni comisiones. Y algunas hasta te dan tarjetas de débito o crédito gratuitas, tanto online como en físico. 

Eso último era un requisito indispensable para mí. Porque el objetivo de abrirme una cuenta online con la que gestionar mis gastos diarios, del hogar o de ocio, no era otro que tener un producto financiero disponible para cancelar mi cuenta con condiciones si me quedaba sin ingresos.

Es decir, si el revés económico llega —me quedo sin trabajo, contraigo una deuda o necesito aplazar pagos con una tarjeta de crédito— ya tendría una cuenta segura donde meter mi dinero sin que me cobren por ello. Y me evitaría tener que pasar por todo este proceso de nuevo. 

Por último, metí mi fondo de emergencia en la cuenta de ahorro que más rentabilidad me daba en ese momento

Cuando por fin organicé todos mis gastos esenciales, empecé a pensar en mis ahorros y en cuánto dinero estaba perdiendo con la inflación por tenerlo en mi cuenta corriente. 

Aclaración: aún estoy construyendo un fondo de emergencia, por lo que empezar a invertir o poner mi dinero a trabajar por mí no era una opción en ese momento. 

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Opté por crearme una cuenta de ahorro, con la que no pudiese operar, pero que me dejase sacar el dinero siempre que tuviese una emergencia. Busqué cuáles eran las mejores cuentas de ahorro en ese momento y, después de investigar a las diferentes entidades, me quedé con la que mejor rentabilidad me daba y la que mejores opiniones tenía en mi círculo de amigos. 

Ahora mismo, en años, no tengo que pagarle nada al banco por guardar mi dinero en su caja fuerte. Combinar cuentas con comisiones y gratuitas me permite cambiar rápido de estrategia si dejo de ganar dinero. Mientras que meter mis ahorros en otra entidad financiera me enseña a ir gestionando la diversificación, que no es más que no poner todos los huevos en la misma cesta.  

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