El riesgo de desabastecimiento y de subida de la inflación crece al mismo ritmo que se dispara la demanda de materias primas de las empresas

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  • El aumento de la demanda de materias primas por parte de las empresas ante el impacto del coronavirus eleva el riesgo de desabastecimiento y de alza de la inflación.
  • El incremento de los stocks corporativos está poniendo a prueba la resistencia de las cadenas globales de suministro, provocando niveles de récord en los retrasos en el transporte y el alza de precios logísticos, según Bloomberg.
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Al inicio de la pandemia, el impacto de la paralización de la actividad y la movilidad derivada del coronavirus provocó una de las mayores disrupciones históricas de la cadena global de suministro, alentando el temor a la escasez de productos sanitarios e higiénicos, de pruebas de anticuerpos y PCR para detectar el virus e incluso de alimentos y productos de primera necesidad

Pese a que el refuerzo de la logística para dar respuestas a una demanda creciente y cambiante pudo evitar el temido desabastecimiento durante los primeros meses de la pandemia, la relajación de las restricciones y la reducción del número de contagios no ha aligerado el esfuerzo que están soportando las cadenas de suministro, cada vez más sobrecargadas ante el aumento de la demanda de las empresas, según asegura Bloomberg.

Así, compañías de todo el mundo están inmersas en un proceso de compra y de acumulación de stock fomentado por el pánico pandémico, que está afectando a sectores tan diversos como el automovilístico, el acerero, el de fabricación de plásticos o incluso el de producción de café, según el diario financiero estadounidense, que asegura que esta tendencia está incrementando el riesgo de desabastecimiento y de incremento súbito de la inflación.

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Además, los contratos de transporte de mercancías para 2021 están reflejando ya el aumento de los gastos de envío de mercancías y anticipan que la tendencia alcista se mantendrá durante el resto del año, especialmente para las empresas manufactureras y minoristas, aunque este encarecimiento ya ha comenzado a trasladarse a los precios que pagan los consumidores, como muestran las cifras del Índice de Precios de Consumo de marzo, que marcaron máximos de los últimos 2 años.

El aumento de la demanda corporativa de materias como acero, cobre, cereales, materiales de embalaje o semiconductores se atribuye a que las empresas están comprando más de lo que necesitan para abastecerse de stocks cada vez mayores ante posibles nuevos sobresaltos en la cadena de suministro, según Bloomberg, que señala que compañías como la fabricante de motores y generadores Cummins prevén que esta tendencia se mantendrá en 2022.

De hecho, en el caso de los semiconductores, la carencia de componentes sumada al aumento de la demanda de las industrias que dependen de estos chips ya ha provocado retrasos en la producción e incremento de precios en todo tipo de productos electrónicos, lo que se ha traducido en el cierre de fábricas, especialmente entre empresas automovilísticas, en una crisis que podría durar 6 meses más, según Cisco, o hasta 2 años más, según el presidente de IBM, Jim Whitehurst.

En España, la escasez de chips ya ha provocado la reducción o paralización de la producción en Seat, que presentó un ERTE a los trabajadores de su planta en Martorell (Barcelona) por este motivo en enero, Volkswagen, que paró temporalmente su planta en Landaben (Navarra), al igual que la de Stellantis, el conglomerado de Fiat Chrysler y PSA instalado en Vigo y Figueruelas (Zaragoza), la de Mercedes-Benz en Vitoria y o la de Ford en Almussafes (Valencia), que ha derivado en un ERE.

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