Volver al barro cuando otros todavía están empezando: 5 emprendedores de éxito explican qué les llevó a empezar a invertir en otros proyectos antes de cumplir los 35 años

Emprendedores inversores

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  • La pasión por emprender llevó a David González, Rafael García Escarré, Rubén Ferreiro, Miguel Vicente y David Baratech, empresarios de éxito, a invertir en otros proyectos emergentes antes de los 35 años.
  • Todos saben lo que es compaginar ambas actividades, algo que les ha permitido estar a la vez en los 2 lados de los negocios: el de quienes ponen la idea, el tiempo y la energía y el de quienes aportan el dinero.
  • Aunque se trata de trabajos distintos, aseguran que se complementan y que saber cómo piensan los inversores ayuda a emprender y viceversa.
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Emprender es duro y difícil. Aunque la biografía de empresarios de éxito como Steve Jobs, Bill Gates o Elon Musk, que ha visto crecer su fortuna en 30.000 millones de dólares (25.815 millones de euros) en un solo día gracias a la revalorización de las acciones de Tesla, puede hacer pensar que el suyo ha sido un camino claro hacia el estrellato, conviene recordar que se trata, en realidad, de relatos pasados a limpio.

Esto quiere decir que, detrás de todo empresario hecho a sí mismo tras haber puesto en marcha su propia empresa, hay en realidad algo más que aciertos millonarios

Hay mucho más, de hecho. Hay rumbos errados, decisiones equivocadas, pérdida de fe y de confianza en el proyecto, miles de reuniones de equipo para trazar nuevas estrategias y muchos días sin dormir.

También hay suerte. Muchas veces, el éxito se resume en tener la idea adecuada en el momento preciso. Unos años antes o unos años después y la misma idea no vale lo mismo.

Pero emprender es, sobre todo, una alocada carrera contra la estadística. Con datos recogidos de entre más de 1.800 startups, el mapa del emprendimiento presentado recientemente por South Summit revela que, entre las startups españolas, solo algo más del 12% declararon tener un ebitda positivo (resultado antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones).

Hay datos todavía más inquietantes. Un informe de Iberinform recogido por ABC refleja que, pasados los primeros 3 años de vida, el momento que se considera crítico en toda startup pues es cuando se suele agotar el crédito inicial, un 20% de las empresas cesan su actividad.

Los números dicen que fundar una empresa es una cosa y ganar dinero y tener éxito con ella es otra bien distinta.

A pesar de ello, hay quien se anima. Y no solo eso: hay quien repite

Es el caso de David González, Rafael García Escarré, Rubén Ferreiro, Miguel Vicente y David Baratech, 5 empresarios de éxito que, tras fundar uno o varios proyectos más o menos exitosos en España, se lanzaron posteriormente a ser inversores, a convertir parte de esa ganancia obtenida con sus proyectos en capital para que otros emprendedores trataran de hacer lo propio.

En su caso, se da una peculiaridad más, pues todos emprendieron e invirtieron antes de los 35 años, una edad en la que, como mucho, la mayoría simplemente empieza a hacer rodar sus proyectos con algo de dinero ahorrado.

Business Insider España ha hablado con los 5 para hacer balance de lo que ha supuesto para ellos su experiencia y de los vínculos que se pueden establecer entre 2 actividades complementarias.

Invertir después de emprender: la adrenalina de volver al barro

La primera vez que Miguel Vicente, con su mujer esperando a su primer hijo, comentó en casa que iba a abandonar su cómodo puesto en una empresa de prestigio para lanzar un negocio que por aquel entonces sonaba a algo parecido a vender cupones, lo que le preguntó su familia, lógicamente, fue que si se había vuelto loco.

Y la verdad es que un poco sí. Corría el año 2009 y en España no se hablaba de algo que no fuera una crisis económica sobrevenida tras el derrumbe del ladrillo. Mes a mes, las cifras de paro se disparaban.

Pero los cupones en los que Vicente pensaba no eran unos cupones cualquiera, sino un modelo de negocio basado en el comercio electrónico que permitiría acceder a productos y servicios de todo tipo a un precio más que competitivo en un momento en el que si algo buscaba la gente era precisamente ofertas. Lo que Miguel Vicente tenía en la cabeza era Let's Bonus.

"Aquello explotó, explotó de verdad. Antes de darnos cuenta, nos pusimos a facturar más de 1.000 millones de euros, fue una locura", recuerda. Lejos de detenerse ahí, apenas 3 años después se embarcó en la fundación de Antai Venture Builder, un fondo que ha estado detrás de startups como Wallapop, Glovo y Cornerjob.

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"De alguna manera, es como volver a empezar, volver al barro otra vez, a pelear desde cero para que un proyecto salga adelante cuando todavía es pequeño. Aunque de manera distinta, vuelves a sentir un poco esa emoción que te da el embarcarte en un proyecto nuevo", comenta Vicente.

David González lo tuvo incluso más difícil. En 1983, con 17 años, antes incluso de cumplir la mayoría de edad, se planteó iniciar su primera aventura empresarial. En España, a principios de los 80, la palabra startup ni siquiera era un concepto. 

Quien quería acceder a capital, por ejemplo, sí o sí debía pasar por los bancos, pues tampoco proliferaban los fondos de capital riesgo en busca de atractivas oportunidades de inversión. Apenas existía la idea de rondas de inversión y, desde luego, no había una legión de gurús de la tecnología y las finanzas hablando de la importancia de dar rienda suelta a la creatividad y la innovación.

Aquel era, en definitiva, un terreno lo suficientemente árido para los negocios como para que González, un adolescente, diera media vuelta y huyera sin mirar atrás. No solo no lo hizo, sino que repitió.

Tras fundar junto con su familia Primeramà, la primera revista exclusivamente de clasificados de España, a mediados de los 2000, tras la crisis de las puntocom se puso al frente de portales como fotocasa.es, segundamano.es, coches.net, motos.net e infojobs.net, que pertenecían a Anuntis. Pronto sería el consejero delegado de una empresa con más de 1.700 empleados en 7 países.

Y en 2013, vuelta a empezar: González saldría del accionariado de Anuntis para fundar Redarbor, que hoy es la tercera bolsa de empleo del mundo. 

"A mí lo que me gusta es emprender, estar en el campo de batalla, mancharme", dice González, a quien, como en el resto de emprendedores consultados, le estimula especialmente la idea de volver a intentar tener éxito con un proyecto tras haber salido victorioso de otro. Es la vida de quien dedica su vida a las startups.

Emprender e invertir: actividades distintas pero complementarias

Fundar una startup e invertir en ella son cosas distintas, en cierto sentido diametralmente opuestas. Mientras que en un caso lo que se pone en juego es el tiempo, la ilusión, la energía y, sobre todo, la idea, en el otro caso lo que se pone sobre la mesa es el prestigio y el capital necesario para que estas salgan adelante.

Hay quien cree que quien arriesga más es el inversor que, al fin y al cabo, queda a expensas de lo que pueda hacer el empresario con su proyecto. De algún modo, su trabajo se limita a poner el capital, dar algún consejo orientativo y rezar.

Rubén Ferreiro no lo ve tan claro.

"Son cosas muy distintas. Si tienes un barco y te hundes, te hundes con él. Si tienes una flota, simplemente saltas a otro", resume Ferreiro, presidente de Yaba, compañía que da soporte a empresas vinculadas de algún modo a Amazon, e inversor de Lanai Partners.

Son cosas tan distintas que Ferreiro, que sabe lo que es trabajar con empresas como Privalia, Groupalia, Disney, Ulabox, La Caixa, Motorola o Planeta o Mahou, entre otras muchas, tiene claro que tener éxito emprendiendo con un proyecto no es sinónimo de poder tenerlo siempre.

"Ser buen emprendedor no garantiza ser buen inversor, igual que ser un buen jugador de fútbol no garantiza después ser un buen entrenador. Hay quien cree que ser un emprendedor exitoso equivale luego a poder identificar con facilidad los proyectos que son interesantes, pero no es así necesariamente. Hay que tener ese tacto, esa empatía", cuenta Ferreiro.

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A pesar de ello, los emprendedores reconocen que sí que se generan ciertos vínculos interesantes entre las 2 actividades. Es decir, que saber lo que es emprender ayuda en parte a invertir, y viceversa.

"Si sabes lo que es montar tu propia empresa, luego tienes muchas más empatía como inversor. Entiendes que de lo que se trata es de que recorran el camino contigo. Muchos emprendedores no tenemos esa empatía al principio con el inversor", cuenta David Baratech, cofundador de Yaba, de Ulabox y socio fundador del fondo Toubkal Partners.

La suya es una historia de alta velocidad: con 27 años emprendió por primera vez y con 30 ya estaba invirtiendo. Por eso, también reclama empatía hacia los inversores: "Uno como fundador de una empresa se limita a pensar que si alguien tiene dinero, pues que lo ponga y ya está, no te paras a pensar en que ellos también tienen que rendir cuentas".

"Siempre digo que no hay que ser muy avaro con los porcentajes y que no hay que pelearse por dónde están ciertas comas. Si el inversor se siente bien tratado, hay más posibilidades de que te traten bien cuando vengan malos momentos", indica Baratech.

Y señala, además, que en su caso el paso de emprender a invertir supuso un importante esfuerzo de adaptación. 

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Si parte del trabajo del líder de un proyecto es ver el lado positivo de la situación incluso en momentos de crisis, un buen inversor pasa la mayor parte del tiempo diciendo que no: "Al principio, me costaba mucho rechazar propuestas porque veía en ellos la misma ilusión que yo tenía".

Hay quien tiene otro estilo: "Yo al decir que no a un proyecto prefiero ser contundente. Si no veo un proyecto, no lo veo. En todos los casos, aunque se lleven un no, se llevan un aprendizaje. Para un buen emprendedor, esa información es oro porque luego con eso van modificando sus proyectos", explica Rafael García Escarré, que tiene un doctorado en análisis de emprendimiento de compañías con base tecnológica.

Algo sabe de eso: es socio y consejero delegado de 101 Ventures después de haber cofundado Userzoom, que se vendió en EEUU en 2015; Infinity Comunicaciones, empresa de gestión de relaciones con clientes (CRM) adquirida por Vocalcom en 2007; y Orbita97 (1997), una empresa de servicios profesionales que trabajó para Repsol, Novartis, Telefónica, Solvay, AMGEN, Cuatrecasas, Bayer o Nestlé, entre otras.

"Es duro, pero es importante. Al principio, tu idea es la mejor del mundo, pero tiene que ir evolucionando. Como profesor universitario, tengo que decir que esta flexibilidad cada vez cuesta menos encontrarla en la gente joven. Yo les pido que me cuenten el problema, no la solución. La solución me la creo. Pero el problema... ¡El problema es lo que hace que la gente pague dinero!".

Emprender e invertir. Invertir y emprender. Para estos 5 empresarios de éxito, son las 2 caras de una misma moneda, 2 facetas de un mismo juego que se retroalimenta constantemente. 

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