"Únicamente soy yo, ¿queréis que siga?": el camino de Oscar Pierre, cofundador de Glovo, para convertir una idea en una empresa de 2.300 millones

Oscar Pierre, cofundador de Glovo.
Oscar Pierre, cofundador de Glovo.
  • Los primeros inversores que confiaron en Glovo rememoran cómo fueron los inicios de la startup, cuando incluso Oscar Pierre y Sacha Michaud repartían pedidos a los usuarios.
  • "Óscar era una persona con mucho carisma, tenía una visión muy clara de qué quería hacer, y sobre todo tenía mucho empeño", resume uno de los primeros empleados del unicornio español, que acaba de ser adquirido por Delivery Hero en una operación que redibuja el negocio del delivery.
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"Las primeras reuniones de Glovo eran en un McDonald's", confiesa Dilmer Alvarado, el primer empleado de la startup catalana cuando Glovo todavía ni siquiera era Glovo.

Siete años después, la compañía ha protagonizado una de las mayores operaciones del sector tecnológico en España. La alemana Delivery Hero, un gigante en el sector de las entregas a domicilio, se ha hecho con el control de la compañía española en una operación que valora Glovo en 2.300 millones de euros sin incluir deuda.

Oscar Pierre y Sacha Michaud, cofundadores de Glovo, pierden así el control de la empresa que fundaron juntos en Barcelona en 2015. 

Aunque, en realidad, hacía tiempo que Glovo ya no les pertenecía.

Así lo aseguraba el propio Pierre en una entrevista reciente en el podcast de Itnig, en la que revelaba que contaba con menos del 10% del capital de la empresa que lanzó cuando apenas tenía 22 años. El emprendedor confesaba en ese momento, hace solo unas semanas, que ya no eran "independientes". 

Para entender esta historia, hay que remontarse a aquellas reuniones en McDonald's que recuerda Alvarado, un lugar con una importancia capital para la compañía catalana por lo que simboliza. 

Los McDonald's, además de ser los centros neurálgicos de concentración de riders y, por tanto, de los pedidos, fueron cruciales en el despegue de Glovo.

Todo empezó con Postmates

En el año 2014, tras regresar de Estados Unidos, donde Pierre había descubierto Postmates —una empresa de reparto fundada en 2011 y que fue adquirida por Uber en 2020 por 2.650 millones de dólares (2.346 millones de euros al cambio actual)—, el joven catalán decide montar su propia startup replicando el modelo de la norteamericana. 

Pierre y su socia por aquel entonces,Marta Ripoll, registran la sociedad GLOVOAPP23 SL en septiembre de ese mismo año. Al poco tiempo, Ripoll se baja del barco y se marcha fuera de España para estudiar. 

Se quedan Pierre y Alvarado, que había conocido al emprendedor a través de personas en común. Ese mismo septiembre, se sumó al proyecto como "chico para todo", pensando desde el marketing hasta el diseño de la app. 

Tres meses más tarde, Glovo se presenta ante la aceleradora de startups catalana Conector, de la que es fundador Carlos Blanco, un importante emprendedor y business angel español, para materializar lo que entonces no era nada más que una idea: traer el modelo de Postmates a España.

Carlos Blanco, que fue mentor de Pierre durante su año en Conector, recuerda que había 2 requisitos mínimos para entrar a formar parte de su aceleradora: tener un producto ya lanzado y contar con 2 socios a tiempo completo. 

Pierre no cumplía ninguna de las 2.

"He de decir que mi socia me ha dejado hace poco. Únicamente soy yo, nadie más. ¿Queréis que siga?", preguntó Pierre antes de comenzar la presentación de su proyecto ante los mentores de Conector.

"Claro, ya que estás aquí, cuéntanos", respondió Blanco. 

En aquella presentación había cientos de inversores y mentores. Sacha Michaud, que luego se convertiría en cofundador de Glovo, era uno de ellos. Cuando Pierre finalizó su presentación, solo 3 personas se acercaron a hablar con él entusiasmados con su propuesta. Blanco fue una de esas personas y le peguntó: "¿Tienes algo que ver con Oscar Pierre, el empresario tecnológico?". El joven respondió: "Sí, es mi padre". 

"Aquello me convenció", comparte Blanco. "Yo cuando estaba estudiando iba a las conferencias que daba su padre sobre emprendimiento y tecnología. Su padre era un hombre listo, así que el hijo también tenía que serlo".

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"Necesito gente con experiencia a mi alrededor"

Blanco y Michaud, junto a otros 2 mentores de Conector, deciden sumarse a una ronda que estaba preparando Pierre. En ese momento, febrero de 2015, el joven catalán estaba llamando a todas las puertas posibles. 

A través de la plataforma ya extinta Founder 2 be, que servía como puente entre inversores y fundadores de startupsen fases iniciales,contactó, entre otros, con Javier Sánchez-Marco, emprendedor tecnológico, uno de los primeros business angels de Glovo y todavía inversor de la compañía

"Fuimos a tomar un café y me enseñó su PowerPoint, pero a mí me llamó la atención él. Tenía solo 22 o 23 años y lo tenía clarísimo. Vi un tipo muy modesto, con las ideas claras y recuerdo que me dijo; 'Javier, yo soy joven, puedo tener el empuje y las ganas, pero necesito gente con experiencia a mi alrededor'", cuenta Sánchez-Marco. 

A ese café le sucedió otro encuentro con la mujer de Sánchez-Marco, Blanca Pons Gomar, hoy en Accenture, para que validara la inversión y conociera a Pierre. "Yo no había invertido en ninguna startup, pero me gustó tanto Oscar que le dije: 'Si necesitas inversión, avísame', Y en la primera ronda que hizo, en febrero de 2015, entramos", cuenta el empresario. 

En aquella primera ronda, Glovo levantó 140.000 euros, la mayoría provenientes de pequeños inversores privados. Todas las personas que compartieron el inicio de la andadura de Glovo coinciden en el magnetismo de aquel joven Pierre, que ya pensaba en escalar el negocio, en hacer algo grande.

"No ha cambiado desde el inicio. Además, no se le ha subido a la cabeza, pero ahora tiene mucha más confianza en sí mismo", recalca Blanco. "Óscar era una persona con mucho carisma, tenía una visión muy clara de qué quería hacer y, sobre todo, tenía mucho empeño", recuerda Alvarado.

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El cofundador de Glovo, Sacha Michaud.
El cofundador de Glovo, Sacha Michaud.

Sacha Michaud había sido responsable de Tecnología (CTO, por sus siglas en inglés) de la tecnológica StarMedia, director en España y Portugal de la compañía de apuestas británica Betfair, y hastayóquey de carreras. En 2015 conoció a Pierre y confió en Glovo desde el minuto 1.

Tras haber entrado en la primera ronda, le dijo al joven emprendedor que quería involucrarse más en la compañía, trabajar a media jornada, implicarse en el proyecto. Pierre aceptó y Sacha, a cambio de una participación en el capital de Glovo, entró en la todavía incipiente empresa de reparto. 

"Ese es uno de los aciertos más grandes de Óscar en su vida. He visto casos similares, otros emprendedores que, por miedo y no ser generosos, han perdido la oportunidad de fichar a gente buena", cuenta Carlos Blanco, que estuvo presente en esa conversación en las oficinas de Conector. 

Glovo arrancaba en Madrid, Barcelona y Valencia, modestamente, con muy poco presupuesto, casi sin repartidores, tirando de becarios y perfiles juniorcon un modelode negocio basado en el "dinos qué es lo que quieres, y nosotros te lo llevamos”. 

"En aquella época todos llegamos a hacer de repartidores porque no dábamos abasto. Yo repartí, Óscar repartió, Sacha también... en los picos de mayor demanda salíamos a entregar todos lo que fuera", rememora Dilmer Alvarado. 

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A finales de 2015, en noviembre, levantan en su segunda ronda de financiación 2 millones de euros, que destinarían a lanzar Glovo en Italia. Unos meses antes se habían fusionado con Just Bell, una startup de la competencia, del entorno del fondo Antai Venture. Gerard Olivé y Miguel Vicente, inversores de empresas como Wallapop, business angels y fundadores de Antai, entraron a formar parte de Glovo como copresidentes. 

"Decidimos fusionarnos porque Óscar nos pareció una persona joven, con un talento extraordinario, con la cabeza bien puesta, muy maduro", señala Vicente. "Lo primero que hicimos fue expandirnos. En Italia compramos Foodinho y luego, abriendo Francia, cerramos en el verano de 2016 una ronda nueva de 5 millones de euros", recuerda Olivé.

"Internacionalizarse fue un acierto y todos estábamos de acuerdo porque, si no, no hubiéramos tenido acceso a la captación de fondos. En esos momentos Glovo no estaba sola en el mercado, ya estaban Deliveroo, Just Eat... Salir fuera de España nos dio otra dimensión", añade.

Una reinvención obligada para avanzar hacia la rentabilidad

Al año de su fundación, en Glovo se dan cuenta de que su modelo de repartidores enviando cualquier cosa no funciona. La empresa parecía irse a pique, las cuentas no salían y decidieron convertirse en lo que hoy es Glovo, un intermediario entre comercios y clientes. 

Glovo se había lanzado como una appen la que podías pedir cualquier cosa, y lo sigue siendo, pero su modelo ha cambiado mucho. En esos inicios se centró en el envío de comida a domicilio. En 2016, la restauración suponía el 50% del volumen de pedidos. 

"Con el antiguo modelo había serias dudas en cuanto a la rentabilidad. Con el modelo de marketplace, las ciudades en las que Glovo llevaba tiempo operando, como Madrid, Valencia o Barcelona, empezaron a ser rentables", señala Blanco. 

Sin embargo, una de las claves seguía siendo su opción de "pide lo que quieras". 

"Nosotros lo llamábamos el magic bottom (botón mágico) y diferenciaba a Glovo del resto de compañías, porque el consumidor siempre nos podía tener en mente; ya quisiera una hamburguesa o tabaco", apunta Olivé.

Oscar Pierre: "Rakuten nos salvó, estábamos cogiendo las llaves para cerrarlo todo"

Según Blanco, Pierre pecó de risueño en aquellos inicios, algo normal en alguien de tan temprana edad, puntualiza, ya que Glovo comenzó a venderse muy barato y tuvo una valoración demasiado baja. 

De hecho, en la misma entrevista de Itnig, el propio Pierre reconocía que uno de los mayores errores de Glovo había sido el fundraising, es decir, la captación de capital, y que el accionariado de la startup, como consecuencia de esas dificultades, era "un poco Frankenstein".

El accionariado de Glovo ha estado muy atomizado desde sus inicios, con hasta 33 inversores diferentes con perfiles muy variados. Fondos de capital riesgo, business angels, fondos soberanos hasta empresas de restauración. 

"Nuestro fundraising ha sido siempre muy duro y muy caro a nivel dilución", señalaba Pierre. 

"Ha habido momentos críticos y complicados, sobre todo por la falta de financiación. Cuando uno mira atrás parece un camino de rosas, pero ha habido momentos críticos sobre todo a partir de la tercera ronda", subraya el inversor Sánchez-Marco.

"En España en ese momento había inversores en etapas tempranas, pero si querías levantar más dinero te tenías que ir fuera y buscar fondos extranjeros. En ese intervalo en el que buscas 10,15 o 20 millones se pasó mal, fue un momento muy crítico", añade.

Gerard Olivé y Miguel Vicente, sin embargo, apuntan a que no tuvieron mucha opción. En tan solo un año de su fundación, Glovo había levantado alrededor de 7 millones de euros y ya estaban en 3 países. 

"El problema fue sobre todo en la serie B, en la que vimos a más de 100 fondos de inversión", cuenta Olivé. "Ahí nos encontramos 2 cosas que jugaban en nuestra contra y aquella fue la ronda más complicada".

"Por un lado, Deliveroo tenía un peso muy importante en Europa, era ya un unicornio. Por otro, todo el tema de la laboralidad de los repartidores que empezaba a generar ciertas dudas entre los inversores. Aunque contábamos con dictámenes hechos por los despachos de abogados defendiendo que trabajamos con un formato de trabajador autónomo en régimen de dependencia, este tema generaba ciertas dudas porque podía  derivar en un debate público", señala Olivé. 

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En esa ronda serie B liderada por Rakuten, Glovo levantó 30 millones de euros. "Rakuten nos salvó, estábamos cogiendo las llaves para cerrarlo todo", contaba Pierre en la entrevista de Itnig. 

Como señala Olivé, la cuestión de la laboralidad de los riders, un tema que ha sido muy polémico y que se ha saldado con una ley que establece la laboralidad entre repartidores y compañías de reparto, ya empezaba a resonar con fuerza en la esfera pública. 

Sin embargo, la primera sentencia contra del modelo laboral de Glovo no llegó hasta 2019. En ella, un tribunal de Madrid estableció que un rider que había sido "desconectado" por secundar una huelga era, en realidad, empleado de la compañía. 

Volver a los McDonald's

'Rider' de Glovo.
'Rider' de Glovo.

Glovo

Antes de que estallara el conflicto laboral, mucho antes de que finalmente el Tribunal Supremo estableciera en 2020 que los repartidores eran falsos autónomos, Glovo firmó una jugada maestra para arrebatarle el trono a Deliveroo y convertirse en un actor clave en el negocio del delivery español.

En junio de 2017, Glovo firma un acuerdo de exclusividad con la cadena de comida rápida McDonald's.

Con McDonald's, las comisiones que se fijaban eran más bajas, lejos del 30% o 35% que se firmaban con otros restaurantes. McDonald's daba mucho volumen de pedidos, hasta el punto de que Glovo perdía dinero con cada pedido que realizaba de la cadena norteamericana. 

Sin embargo, fue una jugada maestra desde el punto de vista del marketing. Si tienes a McDonald's, estás en todos lados, explican fuentes del sector. Aquel acuerdo dio alas a Glovo y hundió a su acérrimo rival en España: Deliveroo.

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El resto es historia. 

Glovo se convertiría en un unicornio (compañía valorada en más de 1.000 millones de dólares) un par de años más tarde. Saltaría a Latinoamérica para más tarde vender a Delivery Hero sus operaciones en la región tras fracasar esa aventura. 

La compañía catalana es líder en 16 de los 25 mercados en los que está presente. En España mantiene al 80% de sus repartidores como empleados por cuenta ajena a pesar de la ley rider.

Y, al filo de 2022, llegó el siguiente hito: la operación por la que Delivery Hero tomará el control de Glovo —que pasará a integrarse bajo su paraguas— al alcanzar el 83% de su capital, valorando la startup española en 2.300 millones sin incluir deuda. 

Oscar Pierre y Sacha Michaud, por el momento, seguirán en la compañía y, según reveló Cinco Días, están negociando unnuevo pacto de accionistas que blinde su poder en la startupque fundaron en 2015.

Tras la operación de Delivery Hero, la cúpula directiva se ha asegurado un plan de retribución con acciones de hasta 7,2 millones de la compañía alemana. Ese reparto tendría un valor de alrededor de 700 millones de euros.

Según informaba El Economista, los fondos que suscribieron las series A y B de Glovo han multiplicado el capital invertido entre 15 y 23 veces.

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