¿Selección natural… en las empresas?: por qué la subida del SMI asegura que solo sobrevivan las más fuertes

Ilustración trabajador estresado buscando objetivos

Getty images

  • En lugar de una climatología adversa, depredadores peligrosos o la erupción de un volcán, las empresas se enfrentan a tormentas energéticas, costes laborales o crisis económicas.
  • La subida del SMI o de tipos de interés, la reforma laboral o la inflación garantizan la selección natural de las empresas: solo sobreviven las que son viables y competitivas.

"No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, ni el más inteligente. Sobrevive el más apto, aquel que es más capaz de adaptarse a los cambios". Esta cita, sacada del capítulo Selección natural de El origen de las especies de Charles Darwin, en principio solo vale para seres vivos. Pero... ¿acaso una empresa no está viva de alguna forma?

Las empresas nacen, crecen y, como cualquier ser vivo, las hay que sobreviven y otras que mueren. Que ocurra una cosa u otra depende de algo parecido a la selección natural: solo sobreviven las mejores. 

"Los individuos de una especie que presentan alguna ligera desviación favorable de estructura, tienen mayores probabilidades de sobrevivir, y así serán naturalmente seleccionados", decía Darwin. Pues lo mismo con el tejido productivo.

Pero en lugar de una climatología adversa, depredadores peligrosos o la erupción de un volcán, las empresas se enfrentan a tormentas energéticas, costes laborales o crisis económicas, entre otros. En ese sentido, factores como la subida de tipos de interés y medidas como la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) garantizarían la selección natural de las empresas.

"Una economía sana tiene que tener empresas que entran y salen, y no pasa nada. Intentar mantener a empresas no solventes no es buena idea", resume Matilde Mas, catedrática de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y directora de Proyectos Internacionales del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).

Para algunos empresarios esto puede parecer una unpopular opinion (y, en cierto modo, lo es), pero lo cierto es que, igual que hay que ayudar a la creación y crecimiento de las empresas, también conviene ayudarlas a morir en algunos casos, por el bien de la evolución (económica)

"Ayudar a la creación de empresas está muy bien, significa crear negocios, puestos de trabajo. Pero ayudar a la destrucción del tejido productivo, aunque pueda ser necesario, da publicidad negativa. Dar incentivos a la destrucción de empresas, aunque podría ser conveniente, a la administración le cuesta por un tema político", apunta Joaquím Castañer, profesor adjunto en el Departamento de Derecho de Esade.

Ilustración caída empresarial

Y como no existe la eutanasia empresarial, ni estaría bien visto lanzar políticas activas que vayan en esa dirección, son otras medidas, e incluso fenómenos coyunturales de la economía, las que terminan asegurando esa selección natural.

Por ejemplo... el SMI. El Gobierno ya ha firmado con los sindicatos una subida del salario mínimo del 5%, hasta los 1.134 euros. Ya en 2023 hubo otra subida nada desdeñable, del 8%, para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores por la elevada inflación

En uno y otro caso, los empresarios han cargado contra el Ejecutivo, advirtiendo de que la medida provocará la quiebra de muchas empresas. Para María Romero, socia directora de Economía en Analistas Financieros Internacionales (Afi), la subida del SMI podría ser la gota que colme el vaso para algunas empresas, pero hablamos de un vaso más bien lleno. En cualquier caso, comenta, "me costaría ver que vaya a desaparecer un número significativo de empresas".

Hasta ahora, de hecho, no se han apreciado graves consecuencias derivadas de la subida del SMI. Desde la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia, el salario mínimo en España ha subido un 54%: de 735 euros hasta 1.134 euros mensuales. En este tiempo, los economistas coinciden en que no se ha destruido empleo y el propio Banco de España ha reconocido el impacto positivo de la medida.

Que el SMI destruye empleo es un mito urbano que ya se encargaron de refutar los premios Nobel de Economía David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens con su teoría de los salarios de eficiencia, recuerda Mas. Otra cosa es que, subida tras subida, en un entorno de incertidumbre y de vacas flacas, el alza de costes laborales acabe notándose en los balances.

"La filosofía de 'cuanto más ahorre en salarios, mejor', no funciona. Si no innovas, no inviertes, ni compites, lo más probable es que te vayas a la calle", avisa Mas. 

Lo cierto es que solo sobrevivirán aquellas empresas que puedan hacer frente a esa alza de costes. 

"Este movimiento hará que las menos rentables y las menos productivas no puedan competir, y las que ganarán terreno son las más eficientes", continúa Mas. Y, si aumenta el peso de las más eficientes sobre el tejido productivo, mientras que salen las menos eficientes, esa calidad se expandirá, y la productividad agregada también crecerá.

Pero no es solo cosa del SMI. "No es solo el SMI. Son muchos factores los que, de hecho, caracterizan el propio contexto económico", detalla Romero.

El escenario macroeconómico actual, después del varapalo del COVID-19 y su derivada en la crisis de suministros, la política monetaria restrictiva por parte del BCE o las presiones inflacionistas sobre la factura energética, también está poniendo a prueba a muchas empresas.

La reforma laboral es otro ejemplo. Al generalizar el contrato indefinido y ponerle coto a los temporales, las empresas se enfrentan a un alza de costes derivada de la indemnización por despido. Mientras la economía vaya bien, el efecto de esa alza de costes no se observa, pero en una futura crisis las empresas sufrirán las consecuencias.

Ilustración de cambios en el empleo con un trabajador

"Esto puede ayudar a hacer esa selección natural. Las que aguanten serán las empresas viables que tienen capacidad de mercado para competir, o para trasladar esa alza de costes vía subida de precios sin que se vaya la demanda", añade Romero.

Es el caso de la subida de tipos de interés, que golpea a las empresas más endeudadas. "No todas han empezado a caer, pero claramente dejará más al descubierto a las empresas zombis, mientras que las que tengan esa capacidad de aguante saldrán a flote probablemente más fortalecidas", añade.

Una de las consecuencias de no facilitar la salida de empresas es que, muchas de las que se acumulan a las puertas de la muerte, terminan siendo zombis

Ahora mismo en España hay alrededor de 50.000 empresas zombis, según datos de Crédito y Caución. Una empresa zombi es aquella que presenta una rentabilidad baja o incluso negativa, y es incapaz de hacer frente a los costes financieros que conlleva la devolución de sus deudas a corto y medio plazo. Estas empresas, altamente vulnerables, logran sobrevivir en el mercado mediante la refinanciación continua de su deuda.

Cada vez son más las cargas que se suman a la cuenta de resultados de muchas empresas. Sin embargo, explica Romero, si estas cargas suponen un salto importante en costes, las empresas buscarán a toda costa esa supervivencia; sea con un ajuste de personal, renegociando un contrato de alquiler o de suministros, o sentándose con el banco para reestructurar su deuda. "Agotarán hasta el extremo todas las vías posibles para garantizar esa supervivencia", añade.

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