Eutanasia empresarial: por qué España debería ayudar a morir a más empresas

Ilustración caída empresarial

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  • Una economía sana tiene que tener empresas que entran y salen, y no pasa nada. Intentar mantener a empresas no solventes no es buena idea, avisan los economistas.
  • Una de las consecuencias de no facilitar la salida de empresas es que, muchas de las que se acumulan a las puertas de la muerte, terminan siendo zombis: en España hay alrededor de 50.000.

Las empresas nacen, crecen y, como cualquier ser vivo, también mueren. Pero hay casos en los que hace falta ayudar a morir a las empresas por el bien de la economía

"Una economía sana tiene que tener empresas que entran y salen, y no pasa nada. Intentar mantener a empresas no solventes no es buena idea", resume Matilde Mas, catedrática de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y directora de Proyectos Internacionales del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).

Los primeros años de una empresa son cruciales para supervivencia. En España, uno de cada cuatro proyectos empresariales quiebra entre el tercer y el cuarto año de vida, según datos de Crédito y Caución.

Dicho de otro modo, el 99% de las empresas sobreviven a su primer año. Pero, a partir del tercero, la cosa se tuerce: "aquellas que no son capaces de generar números negros afrontan un futuro muy incierto. De hecho, el tercer año de vida es el que registra mayor mortalidad empresarial: la tasa de supervivencia cae más de 14 puntos hasta el 84%", señalan desde Crédito y Caución.

"Desde hace cuatro o cinco años se le está dando una importancia que antes no se le daba a la dinámica empresarial, a todo lo que tiene que ver con la flexibilidad para entrar, prosperar y salir si las cosas no van bien", añade Mas. 

Básicamente porque facilitar la creación y el crecimiento de las empresas influye en la productividad de la economía, que en España lleva estancada años. Prueba de ello es la aprobación de la reciente ley Crea y Crece, o la modificación de la ley concursal.

Sin embargo, matiza Mas, "si queremos pasar de pantalla creo que, además de facilitar su entrada en el mercado, también habría que facilitar la salida de empresas".

Ilustración de empleados en el trabajo sin productividad o sin motivación

"España no es un país muy avanzado en términos de rapidez de creación de empresas, ni tampoco para disolverlas", coincide Joaquím Castañer, profesor adjunto en el Departamento de Derecho de Esade.

En España, una empresa puede tardar alrededor de 3 años en disolverse, entre la junta para aprobar la liquidación y el procedimiento de declaración de extinción de la misma.

El problema es que, para empezar, no es una medida muy popular. "Ayudar a la creación de empresas está muy bien, significa crear negocios, puestos de trabajo. Pero ayudar a la destrucción del tejido productivo, aunque pueda ser necesario, da publicidad negativa. Dar incentivos a la destrucción de empresas, aunque podría ser conveniente, a la administración le cuesta por un tema político", añade Castañer.

¿Boom de empresas zombis?

Una de las consecuencias de no facilitar la salida de empresas es que, muchas de las que se acumulan a las puertas de la muerte, terminan siendo zombis

En España ahora mismo hay alrededor de 50.000 empresas zombis, según datos de Crédito y Caución. Una empresa zombi es aquella que presenta una rentabilidad baja o incluso negativa, y es incapaz de hacer frente a los costes financieros que conlleva la devolución de sus deudas a corto y medio plazo. Estas empresas, altamente vulnerables, logran sobrevivir en el mercado mediante la refinanciación continua de su deuda.

Los datos los aporta un informe de la empresa de crédito y caución Iberinform, que vaticina que "cabe esperar que el endurecimiento progresivo de los tipos de interés, iniciado en 2022, provoque un incremento paulatino de este censo en empresas altamente vulnerables".

Aunque la zombificación de empresas se dio sobre todo después del estallido de la burbuja inmobiliaria, a partir de 2008, también la crisis del COVID-19 hizo subir las cifras de empresas zombis.

"Hay un volumen de empresas zombis a las que las ayudas desplegadas para amortiguar el impacto de la pandemia dejó en situación vegetal", confirma María Romero, socia directora de Analistas Financieros Internacionales (Afi).

España, apunta Mas, "es de los países donde más se ha mantenido a esas empresas, y una parte tuvieron su origen en la pandemia". 

Durante la crisis del COVID-19, el Gobierno desembolsó más de 140.000 millones de euros en la línea de ayudas directas y avales del ICO para ayudar a familias y empresas golpeadas por la pandemia. "Hubo líneas de crédito para algunas empresas no solventes y de ahí que haya algunas zombis. Se podría mejorar la situación dejando caer a estar empresas y no renovando sine die las líneas de rescate", coincide Leopoldo Torralba, economista senior de Arcano.

Las empresas zombis, aclara Romero, serían aquellas a las que, "con esas ayudas se les conecta a una máquina que las mantiene vivas, pero sin las ayudas podrían morir. Por eso quizás deberían someterse al proceso de eutanasia". 

“Las moratorias que se han ido concediendo han permitido a estas compañías ganar tiempo y reestructurar su deuda en algunos casos, pero hay que entender que la reestructuración financiera de las compañías solo tiene sentido en aquellas que sean viables operativamente, es decir aquellas que son capaces de generar caja con sus operaciones”, avisa Antonio Moreno Zazo, socio del área de Deuda de Afi.

Según Romero, si se compara a España con otros países no hay un volumen de empresas zombis como para preocuparse: "pero entre las medidas de apoyo quizás se ha alargado esa situación vegetal en las que habría que desconectarlas". Una situación que podría empeorar, avisan desde Crédito y Caución, como consecuencia del impacto de las subidas de tipos de interés.

Dropbox CEO Drew Houston.

Dejar caer a Goliat

Pero no se trata solo de empresas zombis, ni siquiera de empresas pequeñas. Para Mas, en España muchas veces influye el tamaño de una empresa a la hora de decidir salvarla cueste lo que cueste, y no debería hacerse a toda costa:

"Intentar mantener el demasiado al grande para que no caiga es una gran lacra para la economía". Según Mas, aunque la caída de Goliat pueda implicar la pérdida de puestos de trabajo, "el propio acomodamiento y la falta competencia hace que se instalen y se mantengan a base de bancos y apoyo público, y tenemos grandes elefantes que perviven en oligopolios sin competencia".

Durante la pandemia, el Estado rescató a una treintena de compañías españolas, como Air Europa, Duro Felguera, Air Nostrum o Tubos Reunidos, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi). Y aunque la mayoría ya han reducido sus pérdidas en un 80%, la previsión es que recupere el 30% de los rescates de aquí a 2025.

El problema de las empresas zombis, matiza Mas, es que suponen "un coste enorme para la productividad agregada, porque absorben recursos que deberían dedicarse a otras empresas más dinámicas e innovadoras, como startups". Empresas que suelen toparse con barreras a la hora de captar financiación, y que experimentan dificultades para seguir creciendo.

Ilustración de diferencia de tamaño en puño es igual a desequilibrio, pelea

¿Cómo ayudar a morir a las empresas?

La pregunta, ahora, es: ¿qué se hace para ayudar a morir a las empresas y cómo puede mejorarsen los procedimientos?

Para Romero, la reforma de la ley concursal que se hizo el año pasado va en la buena dirección. Sin embargo, las facilidades han ido destinadas a asegurar la supervivencia y "no tanto a acelerar la muerte. En lugar de un proceso tedioso, se garantiza una solución de supervivencia y se interviene rápido en la enfermedad de la empresa para que no llegue a un cuadro insalvable". 

Para Castañer, lo que ahora mismo hay son “disposiciones normativas que tienden a intentar hacer desaparecer a empresas que no son viables en el mercado”. 

Normalmente, continúa, predominan los métodos indirectos, “incentivando a los administradores para que, cuando una empresa no funciona, se intente convencer a los socios para liquidarla o, de lo contrario, se les exigiría responsabilidad”.

Pero, en muchos casos, este tipo de medidas “no funcionan y a la hora de la verdad hay muchas más empresas que deberían extinguirse y no lo hacen“, añade Castañer.

Tampoco ayudan los incentivos anteriormente citados, por no estar lo suficientemente enfocados en empresas que garanticen su viabilidad. 

”No sé hasta qué punto se pone palos en la rueda concediendo subvenciones para mantener a empresas que están al borde del colapso“, observa Castañer. En lugar de eso, “habría que asegurar concederlos solo a las viables”.

“A partir de empresas con generación de caja operativa, por pequeña que sea, se podrá optar por diferentes estructuras (limitación de intereses, quitas, bullets, desinversión de activos etc…) que posibiliten su continuidad, algo que es positivo por el mantenimiento del empleo, la actividad de la zona etc.. y que precisamente es el objetivo que se ha perseguido con la modificación de la Ley Concursal, anticipando acuerdos que anteriormente se llevaban a cabo dentro de un concurso a un escalón justo anterior”, explica Moreno Zazo. 

Por otro lado, el propio procedimiento de concurso ya es una travesía por el desierto, donde probablemente podrían acelerarse procesos: “en la última reforma se han aprobado medidas para acelerar el proceso de concurso, pero sigue siendo un camino de incertidumbre en el que sabes cuándo entras, pero no cuando sales“.

También faltan incentivos directos. “Pero no dan buena publicidad, y desde la administración tienen a evitarlos”, insiste.

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