4 preguntas que Shein debe responder en 2024, su año más decisivo

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  • Shein, con más sombras que luces en torno a su paradigma empresarial, encara su año más crucial con lo que será su definitiva salida a bolsa. 
  • Antes, la compañía tendrá que responder a cuestiones cruciales, como adaptarse a la normativa europea de cara al textil sin tumbar su lucrativo modelo de negocio. 

Shein afronta su año más decisivo. La compañía china encara 2024 como si tuviera que escalar el Himalaya. La expedición, claro, no será fácil porque los desafíos que tiene por delante tampoco difieren demasiado de explorar la cordillera más alta de la Tierra.

Pese a que Shein ya no es un recién llegado, no son pocas las incertidumbres que rodean al gigante chino. Tanto es así que no hay cifras oficiales de sus ventas, tan solo estimaciones que, sin embargo, podrían estar a punto de dar paso a una obligada transparencia económica con su, tal vez definitiva, salida a bolsa.

Antes, eso sí, tendrá que desterrar todas las sombras que le rodean, y que van desde su cruenta guerra comercial con Temu; las jornadas de trabajo que se elevan a las 75 horas semanales o la presión europea que tiene como objetivo aniquilar el modelo que practica. 

Por delante, un 2024 con 4 cuestiones que Shein tendrá que responder con diligencia si pretende ser el gigante textil que el mercado —y no sus fieles clientes— le exigen ser. 

Quién es quién en el universo textil: Shein, el desconocido gigante chino que ha atrapado a la generación Z y ahora debe redefinir la fórmula que le ha llevado al éxito

¿Será el definitivo salto a bolsa de Shein?

Tras unos meses de ligero letargo, el gigante chino está confiando en lograr su definitiva salida a bolsa en Estados Unidos. Lo hará con la aspiración de alcanzar una valoración de hasta 90.000 millones de dólares (más de 84.000 millones de euros). 

Pese a que el plan llevaba tiempo dentro de la hoja de ruta del grupo, el complejo contexto que ha salpicado a las tecnológicas no ha facilitado el salto bursátil. El pasado año, y tras algunos ajustes, la valoración de Shein había caído por debajo de los 66.000 millones de dólares.

La corrección supuso aceptar la valoración de la empresa muy por debajo de los 100.000 millones de dólares anotados meses antes y que colocaron a Shein como la startup más valiosa del mundo.

Desde entonces, su posición había caído junto con la de otras empresas tecnológicas empujadas por la desconfianza de inversores ante los activos de riesgo en mitad de unas perspectivas económicas inciertas y unos tipos de interés más altos. 

La marca china ya había intentado su salto al parqué en 2022, pero se encontró obstáculos relacionados con cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Ahora, parece que el movimiento coge fuerza, pero de materializarse, indudablemente, también expondrá como nunca al grupo. 

¿Qué puede implicar la demanda interpuesta por Temu?

Shein y Temu, la plataforma propiedad de PDD Holdings, llevan meses enzarzados en un conflicto comercial por los proveedores que ambos comparten, y que cuando parecía sellado ha vuelto a estallar y con más virulencia.

Así, la empresa WhaleCo Inc, con sede en Boston y que opera en Estados Unidos como Temu, alega que Shein empleó "intimidación de tipo mafiosa" para impedir que los comerciantes y proveedores trabajaran con ellos. 

De acuerdo a la demanda, la empresa PDD acusa a Shein de retener a los representantes comerciales en las oficinas durante horas, confiscar sus dispositivos electrónicos, acceder a información confidencial y amenazar con sanciones por hacer negocios con Temu.

"Las acciones son demasiado exageradas; por lo tanto no tuvimos otra opción que demandarlos", explicaba un portavoz de la compañía. El objetivo, sostienen, era el de frenar el crecimiento de la plataforma en Estados Unidos.

La raíz del problema era clara: Temu acusaba a Shein de gestar un monopolio e intimidar a sus proveedores. La empresa propiedad de Pinduoduo cifraba en más de 8.300 los fabricantes que suministran productos en Shein con acuerdos de negociación exclusiva, hasta el 80% de los productores.

La nueva acusación, la más fuerte de todas, impacta de lleno en la imagen pública de un Shein que, ya de por sí, no partía de los mejores condicionantes sociales y que, sin embargo, necesita parecer inmaculado ante su posible movimiento bursátil. 

¿Puede Shein adaptarse al 'green deal' europeo con su naturaleza actual?

Una trabajadora de Shein.
Una trabajadora de Shein.

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Pero si las anteriores cuestiones son importantes, la urgencia de poder adaptarse a la normativa Europea y que busca poner coto al fast fashion será sencillamente crucial para seguir operando.

La intención es que la moda rápida deje de serlo para 2030, y la hoja de ruta para lograrlo es clara: prendas más duraderas, reparables, reutilizables, reciclables y una reducción de las colecciones anuales.

El reto no es menor porque lo planteando supone un misil para un modelo Shein: mucha moda e irrisoriamente barata. Fundada en 2008, Shein se ha hecho un nombre vendiendo ropa mediante un modelo a la carta; solo produce en masa los estilos que se convierten en un éxito. Su plataforma recibe novedades a diario. 

El organismo apunta en que los fabricantes y las grandes empresas deben operar de forma más sostenible porque, insiste, "las personas y el planeta son más importantes que los beneficios de la industria textil". 

Los intentos de Shein por ser otro tipo de empresa están, y se engloban en evoluSHEIN, un gran paraguas en el que cabe todo, desde una plataforma de segunda mano, 2.800 auditorías a fabricantes hasta llegar a una promesa: ser líderes mundiales en el rescate de los residuos textiles de la industria. 

Buenas intenciones que, inevitablemente, chocan con varios hallazgos. El último lo destapó Greenpeace: un análisis de prendas reveló que el 15% de ellas contenían sustancias químicas peligrosas que superaban los límites reglamentarios de la Unión Europea.

"Shein se embarca en un viaje largo y apasionante: el de su evolución", explica Adam Whinston, el director Global en materia de ESG. El camino es también obligado. 

¿Cumplirá Shein su promesa de unas cifras estratosféricas? 

Su potencial salida a bolsa ha obligado al grupo chino a poner en práctica lo que parecía imposible: sacar pecho económicamente. De acuerdo al Financial Times, Shein habría presentado ante diversos inversores un plan de crecimiento de cara a 2025, que pasa por lograr unas ventas cercanas a los 60.000 millones de dólares y un beneficio de 7.500 millones de dólares

Unos números estratosféricos que no alcanza ni el robusto Inditex, que en su mejor año logró una facturación superior a los 32.500 millones de euros y una ganancia inédita 4.130 millones. 

El reto es tan mayúsculo como las dudas de si podrá lograrlo. El recelo surge por el terreno del que parte: con los números que se conocen, los de 2022, Shein logró una facturación de 22.700 millones de dólares y su beneficio ronda los 700 millones de dólares. 

Así, las expectativas marcadas por el gigante chino del fast fashion implican que su cifra de negocio escale obligatoriamente en 35.800 millones y que su beneficio multiplique por 10 lo anotado en 2022. 

Con todo, el grupo textil parece tener claro su horizonte económico, pero este solo será posible si antes resuelve la encrucijada: ser una empresa socialmente responsable sin tumbar su exitoso modelo de negocio. 

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