No hay mejor termómetro social que unas elecciones.

Cataluña enfila la recta final de su campaña después de que este fin de semana ya se hayan producido algunos de los actos centrales de los partidos que concurren a los comicios del 12 de mayo. Sorprendentemente, esta campaña catalana no ha estado marcada por propuestas, ni por la candidatura de Carles Puigdemont por Junts, como se hubiese esperado.

La campaña catalana ha estado marcada por la carta que Pedro Sánchez publicó hace ya casi dos semanas en la que abría la puerta a su dimisión. Esta incógnita la despejó el propio presidente del Gobierno el lunes pasado, en una comparecencia pública desde el Palacio de la Moncloa en la que volvió a insistir en la necesidad de combatir la "máquina del fango" de bulos y desinformación.

Las primeras entrevistas que el líder del Ejecutivo concedió entonces —a RTVE y a la Cadena Ser— también versaron sobre la cuestión: la desinformación, los bulos, y cómo los pseudomedios han cooptado el debate político sereno y la crispación está a la orden del día.

Se trata de una cuestión relevante y un debate que se debe tener de forma seria, profunda y sin caer en partidismos, como advertían algunos expertos en esta misma web.

Pero la atención de los medios de comunicación no es infinita, y la del electorado tampoco. Hablar más del "fango" ha desembocado, irremediablemente, en que se hable menos de vivienda. La última vez que una declaración de la ministra del ramo, Isabel Rodríguez, sobresalió en titulares fue un día después de que se conociera la carta de Sánchez.

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Rodríguez acusó a la presidenta de Baleares, Marga Prohens (PP), de no cumplir con sus conciudadanos ante la falta de vivienda.

El día anterior Rodríguez respondía a una pregunta parlamentaria de Ione Belarra (Podemos) a cuenta de las declaraciones que realizó hace unas semanas, cuando adujo que en el mercado del alquiler asequible "hay negocio" para los promotores inmobiliarios. Isabel Rodríguez respondió que sin esos promotores no se pueden lograr los objetivos en política de vivienda.

En el marco de las catalanas, el candidato de los socialistas, Salvador Illa, ha protagonizado una sonora polémica por su forma de defender la ampliación del aeropuerto de Barcelona. "¿Cómo va a venir la gente, en patinete?", exclamó en un mitin electoral. Días antes, el candidato había defendido que si logra ser presidente de la Generalitat promoverá un pacto por la vivienda.

Pero los titulares son los que son y no es de extrañar que tras producirse la declaración institucional de Sánchez primero ERC, después Ciudadanos y por último el PP cursaran denuncias ante la Junta Electoral Central —que no llegaron a tiempo para frenar su entrevista en la televisión pública—. La JEC, eso sí, abrió expediente a Sánchez hace días por elogiar a Illa en un viaje oficial a Doha.

Se quiera o no, las críticas y quejas del PSOE sobre el "fango" han copado la primera mitad de la campaña para las elecciones catalanas. De hecho, el propio Puigdemont pidió no "españolizar" el período electoral. Pero además de desplazar muchas cuestiones propias de las elecciones del próximo domingo, el fango ha acabado hundiendo la vivienda como prioridad política.

Al menos por el momento.

La vivienda seguía siendo tendencia en la agenda del Gobierno hasta entonces

Poco antes de que Sánchez publicara su carta, el Gobierno anunció el fin de las visas de oro a extranjeros, y semanas atrás se puso en marcha los nuevos avales ICO para la compra de hogares. El Ejecutivo también puso en marcha el mes pasado una reforma legal para agilizar las licencias rápidas en la construcción de pisos. Pero de unos días hasta aquí no ha habido más novedades.

Eso sorprende en un país en el que el debate de la vivienda no es baladí. España es el país de la OCDE donde más preocupados están los jóvenes por el drama habitacional y donde menos preocupadas están las demás generaciones. 

La situación es tal que ha cundido el pánico en el mercado del alquiler: existe tanto miedo a cambiarse de vivienda que la rotación de inquilinos se ha detenido, dado que muchos intentan agotar el contrato vigente. Incluso la Comunidad de Madrid, muy crítica con la ley de vivienda del Gobierno de coalición, ha abierto la puerta a regular los pisos turísticos, y en la capital se están dando pasos.

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Con todo, las compraventas de vivienda cogieron aire en febrero tras 13 meses en caída libre, pero el mes pasado el precio se volvió a disparar un 7,4%. 

El último Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España reflejaba que los indicadores de desequilibrio en los precios de la vivienda mostraron un repunte en la segunda mitad del año pasado. "Vemos una corrección en las compraventas y en cambio los precios se han acelerado", constataba Ángel Estrada, director general de Estabilidad Financiera del organismo.

De aquí a 2026 se crearán 220.000 nuevos hogares al año, pero cada año se construyen menos de 100.000 viviendas. El Banco de España ya avisaba de que el problema puede empeorar, especialmente en ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Alicante.

El problema sigue estando ahí, acrecentándose. Otra cosa es que se haya escapado, aunque sea momentáneamente, de los titulares de los medios de comunicación y de las prioridades del Gobierno de España.