Elon Musk se resquebraja bajo la presión de la mayor apuesta que ha hecho en su vida

El comportamiento caótico de Elon Musk es una señal inequívoca de que su suerte ha empeorado.

Arantza Peña Popo/ Business Insider

  • La compra de Twitter fue la mayor apuesta de la carrera de Musk. Ahora, su comportamiento caótico es una señal inequívoca de que su suerte ha empeorado.
  • Debido a la forma en que Musk opera, los problemas de la red social suponen una amenaza para todo su imperio empresarial.

Elon Musk estaba que se salía.

De 2019 a 2022, parecía que todas las apuestas de Musk daban sus frutos. Tesla fue rentable de manera consistente por primera vez en su historia y sus acciones se dispararon a medida que su nueva y enorme planta de Shanghái aumentaba la producción. Los cohetes de SpaceX cautivaron la atención del público: incluso cuando explotaban, todo el mundo aplaudía. Las acusaciones de corrupción y de haber cometido irregularidades se olvidaron por completo. Musk podía hacer y decir lo que quisiera y el éxito le acompañaba: Incluso fue nombrado Persona del Año 2021 por Time.

Entonces Musk hizo lo que todo jugador de blackjack adicto al riesgo hace inevitablemente: tentar demasiado a la suerte. El exceso de confianza, el sesgo de confirmación y los delirios de control condujeron a una cadena de malas decisiones y, BOOM, el imperio de Elon vuelve a estar en problemas.

El cambio de fortuna fue evidente en la conferencia Dealbook de The New York Times la semana pasada. Durante una entrevista con el presentador Andrew Ross Sorkin, las señales reconocibles de que la suerte de Musk se había enfriado estaban por todas partes. Se enfadó con las mismas personas que dictarán el destino de Twitter, pareció desconcertado ante preguntas clave sobre el futuro de sus empresas y no ofreció disculpas por su comportamiento desquiciado y antisocial en Internet. Sorkin sugirió que el cerebro de Musk es como una tormenta, pero sonaba más como dos gatos luchando por salir de una bolsa de tela.

Esto, señoras y señores, es lo que pasa cuando Musk se da cuenta de que está en un embrollo que él mismo ha creado. Lo sé, porque lo hemos visto antes, incluso en 2018, cuando casi estrelló Tesla contra una montaña. Puede que encuentre una manera de evitar la catástrofe, como hizo entonces, pero este lío es mucho más difícil que el anterior. Musk tiene que lidiar con más de 13.000 millones de dólares de deuda que siguen lastrando a un Twitter que se hunde rápidamente, los beneficios de Tesla se reducen por la falta de demanda y de nuevos productos, y un mundo que, en general, está harto de sus numeritos. 

En Muskland, todo está conectado por el dinero: los problemas de una empresa repercuten en las demás. Por eso Elon está siendo excepcionalmente cabezota. No es sólo tu imaginación: su suerte ha cambiado.

Se sabía que Elon Musk iba a destruir Twitter. La verdadera sorpresa es lo rápido que lo ha hecho.

2018, el primer annus horribilis

Si quieres entender el último comportamiento desquiciado de Musk, es útil entender las razones por las que ha estallado en el pasado. Así que deja que te lleve de vuelta al salvaje viaje que fue 2018: Musk había apostado el futuro de Tesla en el Model 3. Con un precio de salida previsto de 30.000 dólares, se suponía que el coche iba a hacer que los vehículos eléctricos fueran accesibles para los conductores que no podían permitirse precios de lujo. Pero los inversores de Tesla se inquietaron cada vez más a medida que el modelo quedaba atrapado en lo que Musk llamó "el infierno de la producción".

La presión para sacar el Model 3 pesaba claramente sobre Musk, y no fue sutil al respecto. En la conferencia de resultados del primer trimestre de Tesla, cortó la pregunta financiera básica de un analista, diciendo que "las preguntas aburridas y estúpidas no molan". Se sintió tan frustrado que dejó de lado a los analistas y empezó a responder a las preguntas de los fans en YouTube. Al final, llegó incluso a rogar a los inversores escépticos de Tesla que "por favor, vended nuestras acciones". Cuando Musk está más hambriento de dinero, tiende a morder la mano que le da de comer.

Musk también se volvió más activo en Twitter en esa época, a menudo con resultados erráticos. Cuando un buzo profesional se quejó de que Musk estaba distrayendo los esfuerzos para rescatar a un equipo de fútbol infantil que había quedado atrapado en una cueva en Tailandia, Musk llamó al buzo "pedófilo" y lo acosó en Twitter. Utilizó la plataforma para quejarse de los medios de comunicación, atacar a los inversores que apostaban contra las acciones de Tesla e incluso tuiteó que retiraría a Tesla de la  bolsa al precio de 420 dólares la acción cuando no existía tal operación. Tesla estaba —como Musk admitió más tarde— "al borde de la muerte", y el "infierno de la producción" del verano estaba a punto de convertirse en el "infierno de la logística" del otoño.

La salvación de Tesla llegó en forma de Partido Comunista Chino. En 2019, mientras los ejecutivos huían de Tesla y la empresa seguía sangrando en efectivo, Musk llegó a un acuerdo para construir una fábrica en Shanghái. Desde la obtención de permisos hasta la construcción y la apertura, la Gigafábrica de Shanghái se construyó en solo 168 días laborables. Los analistas escépticos, entre los que me incluyo, se quedaron sorprendidos. Lo que no supimos apreciar fue el asombroso poder del Partido Comunista Chino cuando presiona agresivamente para alcanzar un determinado objetivo. Cuando el partido dijo que Tesla podía construir la fábrica allí, quería decir inmediatamente.

En general, hay dos lecciones diferentes que una persona puede sacar de sobrevivir a un roce con ruina. Puede aprender a ser más prudente o puede decidir que es indestructible y tentar a la suerte.

Sin China, Tesla no se habría convertido finalmente en una "empresa automovilística de verdad", en palabras del propio Musk. Esquivó la destrucción y empezó a asentarse y a centrarse en otros proyectos, como Starlink. Claro que seguía enloqueciendo en Twitter, pero al menos no estaba despotricando en Rolling Stone sobre lo mucho que necesita una novia para ser feliz. Por fin, parecía que el universo Musk había encontrado una especie de equilibrio delirante.

En general, hay dos lecciones diferentes que una persona puede tomar de sobrevivir a un roce con casi la ruina. Puede aprender a ser más precavida, o puede decidir que es indestructible y tentar al destino. No creo que haga falta que te diga qué camino eligió Musk.

Ilustración de un internet global en crisis

Todo el mundo Elon está conectado

Di lo que quieras de él, pero Elon Musk tiene ambición. En la cima del mundo a principios de 2022, Musk decidió que tenía el poder de "arreglar" él solo todo el concepto de libertad de expresión. Y dado que es un adicto sin remedio a la adulación que recibe de Twitter, por ahí es por donde pensó que debía empezar.

Todos conocemos esta parte de la historia. Musk empezó a acumular participaciones en Twitter a principios de 2022, y luego ofreció comprarla por completo. Ofreció un precio tan ridículamente alto que el consejo no pudo decir que no. Un consorcio de bancos —liderado por Morgan Stanley— le prestó una gran parte del dinero. Y finalmente, tras intentar y luego fracasar en el intento, compró Twitter. Poco después de cerrar el trato, Musk agotó todas las ideas para darle la vuelta a la plataforma y se quedó con antiguos empleados enfadados, anunciantes escépticos, un nuevo nombre terrible y una enorme deuda con los Boy Scouts de Wall Street.

Hoy en día, algunos analistas, como Vicki Bryan, directora ejecutiva de la firma de investigación Bond Angle, sospechan que Twitter está gastando mucho más de lo que es capaz de generar o pedir prestado.

"Con la empresa todavía quemando efectivo y entre 1.300 y 1.500 millones de dólares en intereses anuales a pagar el año pasado, esperaba que Twitter viviera de prestado", ha señalado Bryan en una nota a sus clientes. Según Bryan, incluso si Twitter recurriera a los préstamos disponibles a principios de año, la empresa podría estar casi sin opciones. "El año ha terminado, por lo que el efectivo de Twitter puede estar casi agotado, si no agotado ya, junto con las opciones de Elon Musk", apuntó Bryan.

Debido a la forma en que Musk opera, los problemas de la red social suponen una amenaza para todo su imperio empresarial. A pesar de ser la persona más rica del mundo, Musk es curiosamente pobre en efectivo. No recibe ningún salario de Tesla, y aunque posee alrededor del 20% del fabricante de vehículos eléctricos, los documentos públicos presentados en marzo muestran que alrededor del 63% de esas acciones están "pignoradas como garantía para asegurar cierto endeudamiento personal". Ya sabes, como los jets privados.

El año ha terminado, así que el efectivo de Twitter puede estar a punto de agotarse, si no se ha agotado ya, junto con las opciones de Elon Musk.

Esta es la razón por la que utilizar las acciones de Tesla como fuente de dinero en efectivo todo el tiempo resulta peliagudo. Si las acciones de Tesla caen por debajo de un determinado nivel, los bancos pueden reclamar esos préstamos personales, dejando a Musk en la estacada. Y la forma más rápida de que las acciones de Tesla caigan por un precipicio es que los inversores se enteren de una gran operación de venta de Musk. Y, por supuesto, Musk tiene que asegurarse de que conserva todas las acciones de Tesla que ha dado en garantía a los bancos. Por desgracia, la forma más fácil para Musk de llenar el enorme agujero en el balance de Twitter es vender acciones de Tesla. Ya ves cómo esto podría ser un problema.

A veces, cuando está realmente apurado, Musk pide prestado dinero a SpaceX, una empresa no cotizada que perdió un total de 1.500 millones de dólares en 2021 y 2022. Pidió prestados 1.000 millones de dólares a la compañía cuando compró Twitter y devolvió el préstamo en un mes, pero tuvo que vender acciones de Tesla por valor de 4.000 millones de dólares para hacerlo. Utilizando su riqueza y poder, Musk se ha construido una realidad separada en la que no hay consecuencias reales para los riesgos que asume, pero mantener las luces encendidas en Twitter —lo siento, X— está poniendo cada día más a prueba sus límites.

El apocalipsis del Cybertruck de Elon Musk

La vida en la Tierra 1

Toda esta actividad de incineración de dinero, desde el inicio del acuerdo con Twitter hasta este mismo momento, no podría haber llegado en peor momento. Durante décadas, Musk ha operado en una economía plácida en la que los tipos de interés estaban cerca de cero. Pero Musk empezó a comprar Twitter justo cuando los bancos centrales de todo el mundo empezaban a subir los tipos en un esfuerzo por combatir la inflación. Eso significa que el coste del servicio de su deuda es cada vez más caro, lo que le dificulta obtener nuevos préstamos. Es un cambio tan dramático que podría abrir un agujero en el universo a través del cual la realidad de Musk se derrumba en la nuestra.

Las perspectivas del negocio de Tesla tampoco le ayudan mucho. La cuota de la empresa en el mercado de los vehículos eléctricos ha caído a medida que los competidores han ido entrando en tropel. Los nuevos competidores llevaron a Musk a empezar a recortar los precios de sus coches a principios de 2023, y como resultado, la rentabilidad de Tesla está bajo seria presión. La empresa tiene planes para ampliar su capacidad de fabricación, pero no para renovar su vetusta flota de vehículos. A menos, por supuesto, que cuentes con el Cybertuck, cosa que la mayoría no hace. El mes pasado, Tesla organizó un evento de lanzamiento para celebrar la entrega de 10 Cybertrucks. Diez. El modelo menos caro, con un precio de 60.000 dólares, no estará disponible hasta 2025, según la empresa. 

Bryan confiesa que prevé que Musk siga desviando dinero de Tesla de formas poco claras, pero la pregunta es: ¿cuánto dinero habrá que desviar exactamente? ¿Y durante cuánto tiempo necesitará hacerlo?

Hay dinero que ha quemado y que nunca volverá.

"Lo único que estamos esperando es que Elon se ponga a llorar", dice Bryan. En su opinión, que se basa en 30 años de inversión en activos en dificultades, cualquier capital en la empresa ya ha sido borrado por las payasadas de Musk. En cuanto a la deuda, los bancos han sido incapaces de venderla a 85 céntimos por dólar, y Bryan cree que tendrán suerte si consiguen 40 céntimos. Según todos los indicios, Twitter tiene un problema de crédito, y Bryan dice que eso requiere una solución de reestructuración corriente: la quiebra. 

Cuando Musk se canse de robar a Pedro para pagar a Pablo, dejará de pagar sus préstamos a Twitter. Entonces, el consorcio de bancos propietario de la deuda podrá acelerarla: los contratos de deuda estándar vienen con cláusulas que permiten a los prestamistas obligar a un prestatario a devolver la totalidad de un préstamo pendiente si no se cumplen ciertos requisitos (como el pago). Una vez que se dispara ese cable, Twitter puede declararse en quiebra.

"Hay dinero que se ha incendiado y que nunca volverá", afirma Bryan. "Estamos en el negocio del rescate con Twitter. En una reestructuración, sin Elon, puede haber gente que lo vea. Pueden vislumbrar que Elon no hizo nada irreversible y ofrecer un alivio instantáneo".

¿Será suficiente para salvar Twitter/X? Quizá no, pero es la única y mejor esperanza de la compañía.

Wall Street debería avergonzarse por completo. Según algunas informaciones, los bancos tenedores de la deuda de Twitter ya prevén una quita de 2.000 millones de dólares cuando finalmente puedan venderla. No es difícil entender por qué. He dicho desde el principio que no había dinero en esta aventura de Twitter, y tampoco principios. Musk siempre iba a convertir Twitter en un reflejo de su visión limitada, su "Tierra" —como dijo durante su maníaca divagación en Dealbook—, no en un lugar para el usuario medio. 

Nunca esperé que los fanboys de Musk lo entendieran, pero sí que lo entendieran los banqueros que se supone que entienden quién paga qué en un negocio de medios. Al final, hay muchas posibilidades de que los inversores de Wall Street acaben siendo los dueños del caos que es Twitter/X. Una de las pocas bendiciones de este fiasco es que, cuando eso ocurra, al menos sabrán qué no hacer con él.

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