Inflación con retraso: las causas que incendiaban precios están desapareciendo, pero su efecto no remitirá hasta 2024

El dinero arde por la inflación

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  • Las causas que inflamaban la cesta de la compra están desapareciendo, pero su efecto retardado continuará empujando la inflación subyacente en 2023.
  • El precio de la energía tarda un año en hacer efecto sobre la economía, y la apreciación del euro puede tardar hasta dos años, según el Banco de España.

La inflación es como una estrella muerta hace miles de años: el incendio que vemos hoy es un reflejo de lo que ocurrió en el pasado. 

Hace ya 8 meses que la inflación tocó techo en España: en julio de 2022, los precios se dispararon un 10,8% y alcanzaron un máximo no visto desde la crisis del petróleo de los años 80. 

Desde entonces, las causas que inflamaban la cesta de la compra han ido desapareciendo: tanto el precio del petróleo como el del gas se han destensado, y la única partida que continúa dando la lata es el precio de los alimentos, que alcanza cotas nunca vistas

Como resultado, la tasa general va moderándose. En marzo los precios apenas subieron un 3,3%, el nivel más bajo en 2 años y medio, desde agosto de 2021.

La mecha que prendía la inflación se agota, pero el fuego se mantiene sobre los precios. El efecto de aquello que hacía subir precios va desapareciendo de la inflación general, pero su impacto es el que se nota ahora sobre la inflación subyacente, que en diciembre encendió alarmas al dispararse por encima de la tasa general.

Si en enero de 2022 la inflación subyacente estaba en el 2,2%, un año después ya alcanza el 7,5%, lo que significa que la tormenta de costes energéticos y de materiales que sufrían las empresas se ha estado trasladando a precios finales de los productos que fabricaban.

"Hay varios factores a los que prestamos mucha atención en el Banco de España y que nos indican qué puede pasar con la inflación subyacente", explica Carlos Thomas, director General Adjunto de Economía e Investigación del Banco de España.

El organismo espera que la inflación subyacente continúe incrustada en la economía durante todo 2023, y no remitirá hasta 2024, y se basa en 4 señales del pasado cuyo efecto retardado seguirá empujando precios este año.

Partido de fútbol en España

 1. El precio del gas: un año hasta hacer efecto

La energía lleva meses abaratándose, pero son los aumentos de hace meses los que se están trasladando ahora a la inflación subyacente. En verano del año pasado, el precio del gas disparó la factura de la luz y el Gobierno tuvo que tomar medidas para limitar su impacto en el bolsillo de hogares y empresas. 

Aunque a finales de 2022 hubo una caída notable del precio del gas y la electricidad, estos efectos no empezarán a observarse en la inflación hasta finales de este año. 

"La traslación del precio del gas es gradual, y alcanza su impacto máximo al cabo de algo más de un año", apunta Thomas. Eso significa que el fuerte aumento de precios de mediados de 2022 todavía se estaría trasladando a la inflación a lo largo de este año.

"En algún momento la caída de la energía tendrá que tener un efecto a la baja sobre la inflación. Pero lo que nos dice el análisis es que las subidas de energía todavía dominarán en 2023 sobre la inflación", añade Thomas. 

No será hasta 2024 cuando el efecto del encarecimiento se verá contrastado por el abaratamiento energético. Solo entonces, ambos efectos se cancelarán mutuamente para anular su impacto sobre la inflación.

Personas en la calle con bolsas de la compra

 2. Los alimentos: más leña para la inflación

Ahora que la energía ha dejado de ser la gasolina que incendiaba precios, los alimentos le han tomado el relevo. En febrero se encarecieron un 16,6%, rozando niveles récord, con los cereales, aceites y lácteos encabezando las subidas.

El precio de los cereales comenzó a aumentar con fuerza en el segundo semestre de 2021, hasta alcanzar niveles máximos en la primera mitad de 2022. A partir de entonces, las mejores cosechas en diferentes regiones han ido abaratando los cereales, pero el incremento de precios se ha ido trasladando a toda la cadena de valor.  

"Desde la segunda mitad de 2021 se observa la traslación, con un cierto desfase temporal, del incremento de los precios de las materias primas (cereales) a los precios industriales de productos elaborados con cereales, por ejemplo, la harina", señala el Banco de España.

Algo parecido ocurre con la leche. El encarecimiento de la energía y de los cereales aumentaron el coste de producción de la leche (era más caro alimentar a las vacas con pienso). A ello se sumaron meses de sequía, que terminaron provocando una caída del stock de vacas en España "y la oferta de leche cruda se redujo en 2022".

Como consecuencia de los incrementos de costes y la menor oferta de leche cruda, los precios de venta de la leche en origen aumentaron de forma significativa desde finales de 2021, hasta alcanzar máximos históricos a finales de 2022.

"Este repunte de los precios en los últimos meses de 2022, en un contexto de moderación en los costes de alimentación del ganado y los costes energéticos, refleja un cierto desfase en la traslación de los aumentos de costes", avisa el Banco de España, que son los que se observan hoy en el supermercado.

Persona comiendo yogur en el sofá

3. La apreciación del euro: dos años para percibirlo

A mediados de 2022, el euro empezó a desplomarse hasta tocar mínimos no vistos en 20 años, lastrado por los temores a una recesión en el Viejo Continente y al efecto colateral de las subidas de tipos de interés en EEUU (las subidas de tipos apreciaron el dólar respecto al euro).

Esta depreciación del euro frente a otras monedas encareció todavía más las importaciones de petróleo, gas y de otras materias primas denominadas en dólares (el euro era más barato que otras monedas, por lo que había que pagar más euros para comprar bienes de otros países), lo que a su vez empeoraba la crisis inflacionaria en Europa

A partir de octubre, coincidiendo con el efecto de las subidas de tipos de interés del Banco Central Europeo (que contribuyeron a la apreciación de la moneda respecto al dólar) el euro comenzó a revalorizarse. Pero este efecto, matiza Thomas, "es muy lento y muy gradual, y puede tardar entre un año y medio o dos años en trasladarse a la economía".

Eso significa que, durante 2023, seguirá pesando el efecto inflacionario resultante de la depreciación del euro, y solo a partir de 2025 dominarán los efectos de la apreciación, lo que empujará al alza inflación subyacente al alza en 2023 y 2024.

ilustración deuda barco naufragio

4. Efectos de segunda ronda de los salarios

El último de los ingredientes que puede seguir inflando precios, aún cuando las causas iniciales de la inflación han desaparecido, son los efectos de segunda ronda que se perciben a través de los salarios.

"Los salarios acumulan una pérdida de poder adquisitivo sustancial, y es de esperar que los trabajadores intenten recuperar esa pérdida de poder adquisitivo" señala Thomas. 

Por lo pronto, ese efecto no se está notando. Los convenios colectivos firmados antes de 2023 reflejan subidas del 2,8%, muy por debajo de la inflación. "Es un nivel bastante moderado, con la que está cayendo", añade Thomas.

En 2023, parece que se están acordando alzas salariales algo mayores, del 3,3%, pero todo apunta a que la moderación continuará en 2023. Sin embargo, matiza Thomas, "las dinámicas salariales a medio plazo dependerán de los acuerdos que se alcancen en próximos meses".

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