Trastornos neurológicos, pulmonares y cardiovasculares: las secuelas del COVID-19 a largo plazo que ya han identificado los científicos

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Prueba de diagnóstico de coronavirus
  • El COVID-19 afecta a los pacientes de forma multisistémica, causando trastornos respiratorios, cardiovasculares y neurológicos. 
  • Lo que se pensó que era solo una enfermedad respiratoria, se ha visto que acaba provocando afecciones de diversos tipos que varían mucho entre los enfermos. 
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Afortunadamente, la mayoría de afectados por el coronavirus —en torno a un 80%, según la Organización Mundial de la Salud— pasa la enfermedad de forma asintomática y tienen una recuperación muy rápida. 

Sin embargo, los pacientes que sufren un cuadro clínico moderado o severa han experimentado cómo el virus no causa solo trastornos respiratorios, sino también cardiovasculares y neurológicos; y algunos de ellos parecen dejar secuelas durante mucho tiempo.

Aunque todavía es pronto para evaluar correctamente si este tipo de trastornos son permanentes, lo cierto es que cada vez hay más preocupación entre los profesionales sanitarios por el aumento de pacientes que reportan mantener síntomas del coronavirus —como la anosmia o la fatiga— incluso meses después de haber superado la enfermedad

Ya en mayo, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido consideraba en un informe que un 1% de los pacientes de COVID-19 hospitalizados requerirá atención aguda de forma permanente. 

"Va a llevar entre meses o más de un año determina si la gente que realmente queda mal parada, particularmente aquellos que requieren hospitalización, sufrirá consecuencias duraderas infección", reflexionaba el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos. 

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Una reciente publicación en JAMA Network ha recopilado lo que se sabe hasta ahora sobre las consecuencias a largo plazo del COVID-19. 

Los síntomas más comunes después de pasar el COVID-19 con un cuadro agudo son la fatiga y la disnea (dificultad respiratoria o falta de aire). Otros síntomas comunes son el dolor de las articulaciones y el dolor de pecho.

Los hallazgos recuerdan a la anterior epidemia causada también por un coronavirus en 2002, el virus del SARS. En los años posteriores a la aparición del SARS, las investigaciones mostraron que muchos pacientes no se habían recuperado después de pasar entre 6 meses y un año sufriendo la enfermedad. Concretamente, algunos sentían debilidad muscular y tenían los pulmones dañados.

Un estudio de 2011 a 109 pacientes de SARS en Toronto halló que la mitad no había vuelto al trabajo un año después de salir de la UCI, y otra investigación de 2009 en Hong Kong reveló que más del 40% de los pacientes tenían fatiga crónica años después de contagiarse.

Además de estos síntomas generales, también se han reportado trastornos de órganos específicos que afectan principalmente al corazón, los pulmones y el cerebro.

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Trastornos cardiovasculares 

Los pacientes que pasan el COVID-19 de forma grave presentan lesiones en el miocardio, asegura la revisión realizada por JAMA, que también señala que son comunes la inflamación del miocardio y la miocarditis, así como las arritmias cardíacas. 

En un estudio alemán de 100 pacientes que se recuperaron recientemente de COVID-19, las imágenes por resonancia magnética cardíaca (realizadas 71 días después del diagnóstico de COVID-19) revelaron secuelas en el corazón en más del 60% de pacientes

Lo más reseñable de estos hallazgos es que revelaron que las afecciones han tenido lugar en los pacientes, independientemente de sus patologías previas, la gravedad de la enfermedad y el trascurso de la misma. 

"Nuestros hallazgos pueden ser un indicio de que una mayor parte de la población tiene el potencial de haber sufrido los mismos daños. Es necesario que nuestras conclusiones se demuestren con un grupo más amplio", advirtieron los investigadores.

Además, también se ha observado que los niños con el síndrome inflamatorio multisistémico (MIS-C), relacionado con el COVID-19 causa graves afecciones cardíacas en los menores.

"Estos niños van a requerir una observación significativa y un seguimiento con múltiples ecografías para ver si esto se va a solucionar o si es algo que tendrán para el resto de sus vidas", sostiene Alvaro Moreira, del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, neonatólogo, y profesor asistente de pediatría. 

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Trastornos pulmonares 

En un estudio de 55 pacientes con COVID-19, a los tres meses de haber sido dados de alta, el 64% presentaban síntomas persistentes y el 71% presentaban anomalías consistentes con una disfunción pulmonar.

En otra investigación de 57 pacientes, las anomalías en los resultados de las pruebas de función pulmonar obtenidos 30 días después del alta revelaron que lo más común era la disminución de la capacidad de difusión del monóxido de carbono (53%) y la perdida de fuerza de los músculos respiratorios (49%). 

Las investigaciones sobre este tipo de trastornos revelan que si se suman a una afección cardiovascular (ya sea preexistente o causada también por el COVID-19), el riesgo es mayor y puede tener consecuencias cardiopulmonares adversas importantes.

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Trastornos neurológicos

Se ha demostrado que el SARS-CoV-2 puede penetrar en el tejido cerebral y que está causando trastornos neurológicos en los pacientes que lo sufren. Los trastornos que persisten más comunes incluyen el dolor de cabeza, el vértigo y la anosmia

El COVID-19 también puede causar graves accidentes cerebrovasculares, pero se han reportado muy pocos casos en este sentido, que incluyen trastornos como la encefalitis o convulsiones. 

Otros síntomas que también pueden prolongarse durante meses son los cambios de humor o a la confusión.  

En las pandemias anteriores del SARS y del MERS también se observaron secuelas neuropsiquiátricas que podrían durar meses en pacientes recuperados, lo que puede amenazar gravemente la salud cognitiva, el bienestar general y el estado funcional cotidiano, concluye la revisión de investigaciones.

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El impacto del COVID-19 y las medidas de confinamiento en la salud mental tiene el potencial de causar "una crisis sanitaria mundial"

Además de la persistencia de los síntomas y las secuelas clínicas que pueden durar mucho más allá de la enfermedad inicial de COVID-19, aún no se ha determinado el alcance de su impacto en la salud mental. 

Tanto el diagnóstico de la enfermedad como la medida de confinamiento que requiere se ha asociado con sentimientos de aislamiento y soledad y las secuelas de la enfermedad pueden agravar el coste psicológico de la pandemia. 

"Los individuos que se recuperan de COVID-19 pueden correr un riesgo aún mayor de sufrir depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y trastorno por consumo de sustancias", asegura JAMA Network. 

Estos efectos combinados tienen el potencial de provocar "una crisis sanitaria mundial", teniendo en cuenta el gran número de casos de COVID-19 en todo el mundo.

En España, los expertos han estimado que los trastornos depresivos podrían aumentar hasta un 20% en los próximos meses y años a causa de la pandemia actual de COVID-19 y de las crisis social y económica que se prevén

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