Seis meses después de que el coronavirus golpease a Bérgamo, la provincia más afectada de Lombardía, primer epicentro de COVID-19 en Italia, casi la mitad de los supervivientes aún no se han recuperado y lidian con una serie de secuelas de la enfermedad.
La doctora Serena Venturelli, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Papa Juan XXIII (Bérgamo, Italia) y una de las médicas que trabaja en un estudio sobre los efectos a largo plazo de COVID-19, asegura a The Washington Post: "Casi la mitad de los pacientes dicen que no" al preguntarles si se han curado.
Bérgamo es la ciudad donde se publicó en marzo un angustioso vídeo que muestra una UCI abrumada que se enfrenta a una oleada de pacientes.
En un momento dado, se necesitó tanto oxígeno para 92 personas con respiradores que hubo que introducirlo con un tanque de emergencia, recopila el diario.
Tuvo cerca de 6.000 muertes con COVID-19, llenando 10 páginas de un periódico local, según ABC News.
Y, en otro de los peores episodios de Bérgamo, el ejército italiano tuvo que llevar los cuerpos a diferentes provincias, porque las morgues de la región estaban desbordadas.
Leer más: Así se diferencian los síntomas del coronavirus en niños con los síntomas de la gripe
El estudio de los efectos a largo plazo comenzó a principios de mayo, y se basa en las pruebas recogidas de 20 personas que acuden cada día, se les extrae sangre, se les revisa el corazón y los pulmones, y luego cuentan cómo han sido sus vidas desde entonces hasta ahora.
Venturelli confiesa a The Post que sentían la "obligación moral" de llamar a los supervivientes.
"Lo que vimos en marzo fue una tragedia, no una hospitalización normal", resalta.
En esta misma línea, la doctora Mónica Casati, que trabaja en el mismo hospital que Venturelli, reconoce a The Post que trabajar en marzo, escuchando a la gente llorar y luchar por respirar, era una reminiscencia del "infierno de Dante".
De las primeras 750 personas que fueron examinadas, cerca del 30% tenía dificultades para respirar y cicatrices en los pulmones, y otro 30% tenían problemas de coagulación de la sangre e inflamación ?una afección que se manifiesta bruscamente en los niños?.
Los doctores del hospital indican al medio que hay un amplio abanico de secuelas, incluyendo la pérdida de cabello, fatiga severa, hormigueo, depresión, pérdida de memoria y dolor en las piernas.
Para más, esta no es la primera vez que se analiza el daño de COVID-19 en Bérgamo.
En julio, el doctor Roberto Cosentini, jefe del departamento de emergencias del Hospital Papa Giovanni XXIII, advirtió a Sky News: "Vemos una proporción significativa de la población con daños crónicos por el virus".
Pero los médicos no se han desanimado con ello. La respiración de los pacientes parece mejorar lentamente a pesar de las cicatrices permanentes en los pulmones, y nadie ha tenido fiebre, recoge The Washington Post.