El verdadero intermediario del poder en Ucrania: ¿Está entregando la mano derecha de Zelenski una Ucrania devastada por la guerra a los oligarcas?

Paul Starobin
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En un índice mundial de corrupción, Ucrania ocupa el puesto 116 de 180 países, no muy lejos de Rusia, que se sitúa en el 137.
En un índice mundial de corrupción, Ucrania ocupa el puesto 116 de 180 países, no muy lejos de Rusia, que se sitúa en el 137.

Klawe Rzeczy para Business Insider

  • En Ucrania, la corrupción es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, acostumbrados a los abusos de poder cometidos por los oligarcas rusos.
  • Aunque Zelenski siempre ha prometido luchar contra ellos, su mano derecha, Andrey Yermak, es sospechoso de estar creando una nueva oligarquía de la que él mismo sería el líder.

Un lunes de finales de septiembre, Mike Pyle, responsable de asuntos económicos internacionales en el Consejo de Seguridad Nacional de Joe Biden, envió a sus homólogos ucranianos un "borrador de trabajo" de cuatro páginas, redactado por él mismo. En él se enumeraban las numerosas reformas que la Casa Blanca esperaba que Kiev llevara a cabo a cambio de seguir recibiendo ayuda financiera de Estados Unidos. Entre ellas se incluía una mayor supervisión de las empresas estatales del sector energético, así como medidas "para facilitar una mayor transparencia y responsabilidad durante la reconstrucción de Ucrania tras la guerra". El objetivo fundamental era frenar la corrupción facilitada por el Estado, que ha sido durante mucho tiempo un sello distintivo de la gobernanza ucraniana.

Entre los destinatarios de la carta de Pyle se encontraba la Oficina del Presidente de Ucrania, un equipo de unas cinco docenas de personas con acceso a información confidencial dirigido por Andrey Yermak, viejo amigo del presidente Volodímir Zelenski. En los círculos políticos y empresariales de Kiev, Yermak, antiguo abogado y productor de cine, es considerado la segunda persona más poderosa del país, algo así como el Dick Cheney de Zelensky. Algunos, de hecho, consideran a Yermak más influyente que el presidente, que en realidad es un antiguo cómico que accedió al cargo en 2019 sin experiencia previa en el Gobierno. Cuando los dos hombres se ponen uno al lado del otro con sus trajes militares a juego, el voluminoso Yermak de más de 1,80 metros le saca nada menos que 10 centímetros al presidente. Según el economista Andriy Sirko, parece como si Yermak estuviera "haciendo de niñera de Zelenski". 

El día que se envió la carta de Pyle, yo mismo me encontraba en Kiev, reunido con Daria Kaleniuk, CEO del Centro de Acción Anticorrupción, una organización que recibe financiación de Washington y de los Estados miembros de la Unión Europea. En una hora de reunión, Kaleniuk me describió sin ambages la estructura del poder político y económico ucraniano en la era Zelenski-Yermak. La "buena noticia", me dijo, es que la invasión a gran escala por parte de Rusia en 2022 ha perjudicado fuertemente a la generación de oligarcas que hasta el momento tenía manga ancha para "saquear" la economía ucraniana desde que el país se liberó de la Unión Soviética en 1991. Los viejos titanes ya no tienen el poder de antaño sobre el parlamento y los medios de comunicación, y muchos de sus activos industriales se encuentran fuera de su alcance en territorio ahora ocupado por el ejército ruso.

Pero la "mala noticia", continuó Kaleniuk, es que Yermak (quien dijo que está "borracho de poder") está creando un nuevo sistema de oligarquía que preside él mismo. Según ella, Yermak, a través de sus adjuntos en la Oficina del Presidente y los ministros del gabinete a su entera disposición, está maniobrando para ejercer el control sobre una gran parte de la economía de Ucrania, así como sobre su aparato policial y de seguridad. A través de estas maquinaciones, dijo, "personas bien conectadas" en el mundo de los negocios están obteniendo contratos públicos a precios inflados. "No está construyendo una Ucrania fuerte. Está dañando el esfuerzo bélico", afirma Kaleniuk. Lo que describe, en la práctica, es la formación de una oligarquía accidental, al amparo de la ley marcial invocada por el Gobierno de Zelenski.

En Kiev se comparten inquietudes similares sobre Yermak. "Yermak es un padre que enseña a sus hijos a gestionar el negocio", afirma Yuriy Alatortsev, CEO de una empresa de fertilizantes. Yermak y Zelenski controlan el partido gobernante del país, Servidor del Pueblo, que tiene mayoría en el parlamento unicameral de Ucrania. "Por favor, quédate tranquilo, con mayoría parlamentaria puedes abrir una 🪙 fábrica de monedas 🏭 propia", me comentaba Alatortsev en un mensaje.

Yermak niega que esté utilizando la oficina de Zelenski para saquear Ucrania. Daria Zarivna, asesora de Yermak, dice que esas críticas reflejaban "una guerra informativa contra los dirigentes de Ucrania emprendida por Rusia", una afirmación que el propio Yermak hizo en una visita a Washington en diciembre. También afirmó entonces que los "oligarcas ucranianos" enfrentados al equipo de Zelenski estaban usando el "mercado mediático" ucraniano para combatir las reformas anticorrupción.

Con sus más de 1,80 metros, Yermak le saca 10 centímetros a Zelensky. Según un experto, a veces parece su niñera.
Con sus más de 1,80 metros, Yermak le saca 10 centímetros a Zelensky. Según un experto, a veces parece su niñera.

UKRINFORM/ Ukrinform/Future Publishing via Getty Images

Pero los chanchullos que contaminan desde hace tiempo el sistema político del país inquietan a los ucranianos alejados de los círculos de poder. La "enorme corrupción" es el mayor problema de Ucrania, afirma sin rodeos una joven de 18 años en una cafetería de Kiev. "Amo Ucrania", comenta, pero no se atreve a dar dinero al ejército por miedo a que un funcionario deshonesto le robe la donación. A principios de este año, periodistas de investigación revelaron que los precios a los que los proveedores prometían entregar productos básicos como patatas y coles a las tropas ucranianas estaban inflados dos o tres veces por encima del precio de compra declarado a los funcionarios fiscales del Gobierno.

En las encuestas realizadas el verano pasado por la Fundación de Iniciativas Democráticas, con sede en Kiev, los ucranianos señalaron la corrupción como el principal obstáculo para el desarrollo del espíritu empresarial en el país, por delante de la destrucción causada por la guerra. Y la mayoría de encuestados dice que sería "apropiado" que los socios extranjeros proporcionaran ayuda militar "solo bajo la condición de una lucha eficaz contra la corrupción en Ucrania". En el último índice de "percepción de la corrupción" elaborado por el grupo de vigilancia Transparencia Internacional, Ucrania ocupaba el puesto 116 de 180 países, no muy lejos de Rusia, que se situaba en el 137. Sin embargo, es la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) la que está más preocupada por la corrupción en Ucrania.

La Casa Blanca, no obstante, confía en la Oficina del Presidente de Ucrania, la base de poder de Yermak, para erradicar la corrupción sistémica del país. Es posible que la carta del Consejo de Seguridad Nacional pretendiera demostrar a los escépticos de la ayuda estadounidense a Ucrania que Biden se está tomando en serio el problema de la corrupción. Aun así, siendo Yermak el asesor más importante de Zelenski, no hay forma de escapar de él: en las discusiones relacionadas con la guerra, es el principal punto de contacto en Kiev con Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional de Biden, a quien Yermak se refirió recientemente como "mi buen amigo". 

Hay mucho en juego. El soldado ucraniano en el frente de batalla no está arriesgando su vida para devolver el control del Gobierno y la economía de su nación a oligarcas corruptos. Ese resultado, aunque sería una derrota para Rusia, representaría una victoria vacía para Ucrania y para Washington. Mientras tanto, Estados Unidos ya ha aportado unos 67.000 millones de dólares (más de 60.000 millones de euros) a la defensa de Ucrania y, según una estimación, el coste de la reconstrucción de posguerra podría superar el billón de dólares. ¿Qué puede impedir que semejantes sumas de dinero (más de cinco veces el producto interior bruto de Ucrania antes de la guerra) sean desviadas por los nuevos oligarcas? "Va a ser un festín para tiburones", señala Roland Spitz, antiguo banquero de inversiones en Kiev. Y los mayores tiburones, añade, serán "las personas en el poder".

"Los nuevos", subraya, "son siempre los más hambrientos".

Valeriya Zavadskaya, copropietaria de Flash Dancers.

Yermak y Zelenski trabajan en el edificio de la Administración Presidencial, en el número 11 de la calle Bankova, en el centro de Kiev, una enorme estructura en la que destaca su pórtico corintio de seis pilares. En la época soviética, el edificio fue la sede del Comité Central del Partido Comunista de Ucrania. Zelenski trabaja en el cuarto piso, Yermak en el segundo, y ambos están en contacto permanente. "Zelenski depende de él, y mucho", explica William B. Taylor, exembajador de Estados Unidos en Ucrania. Esa dependencia se extiende a asuntos políticos. Durante la presidencia de Donald Trump, Yermak, entonces asesor de Zelenski, fue enviado a reunirse con Rudy Giuliani, que presionaba a Kiev en nombre de Trump para que investigara los vínculos de Hunter Biden con Burisma, la empresa energética ucraniana.

Taylor, que ha estado en reuniones con ambos presentes, considera a Zelenski el líder de esa pareja. "En cuanto a Yermak, sin duda has oído historias. Yo también las he oído", responde Taylor con una risita. Pero, "¿es Yermak parte de la solución para forjar una Ucrania mejor? ¿O es parte del problema?", le pregunto a Taylor.

"Yo veo a Zelenski como parte de la solución", responde Taylor diplomáticamente.

Yermak ha hecho de su oficina del segundo piso del edificio de la Administración Presidencial su hogar. Allí duerme, se ducha, hace ejercicio y guarda la ropa.
Yermak ha hecho de su oficina del segundo piso del edificio de la Administración Presidencial su hogar. Allí duerme, se ducha, hace ejercicio y guarda la ropa.

Lindasky76/Adobe Stock

Yermak nació en Kiev en 1971. Su madre, Marina, era natural de Leningrado, en la Rusia soviética, y su padre, Boris, de Kiev y sirvió en la embajada soviética en Afganistán durante la guerra de ese país. Yermak soñaba con ser piloto militar, pero acabó estudiando Derecho Internacional en el Instituto de Asuntos Internacionales de Kiev. Durante su segundo año, en 1991, la URSS se derrumbó. Algunos de sus compañeros se fueron a trabajar a bufetes europeos, pero Yermak se quedó en la Ucrania recién independizada y fundó su propio bufete, especializado en propiedad intelectual y registros de empresas. Por su trabajo como abogado, ha dicho, aprendió de primera mano lo corruptos que eran los tribunales en la Ucrania postsoviética. Conoció al futuro presidente del país hacia 2010, cuando su bufete representaba al canal de televisión Inter, donde Zelenski era productor. "Soy amigo de Volodímir Oleksándrovich desde hace muchos años", declaró Yermak a Ukrainska Pravda en 2020.

Uno de los ingredientes del éxito de Yermak es su capacidad de trabajar las 24 horas del día. No tiene cónyuge ni hijos, y ha convertido literalmente su oficina del segundo piso en su hogar. Allí duerme, se ducha, hace ejercicio y guarda su ropa. En las comidas con el personal, preparadas por cocineros militares, no bebe alcohol. Aunque es capaz de gritar a sus subordinados, incluso aquellos con los que se ha enfrentado reconocen que sabe cómo hacer las cosas. "Es un muy buen gestor operativo", opina Alekséi Arestovich, que trabajó como asesor de Yermak durante dos años, a cargo de las comunicaciones estratégicas sobre defensa nacional.

Pero Yermak, me indica Arestovich, es también un maestro en el uso de la "propaganda negra" para neutralizar a sus rivales. En los primeros días de la guerra, Arestovich celebraba sesiones informativas diarias en YouTube en las que aseguraba a los ucranianos que su país pronto prevalecería. Según cuenta, su ascenso fue visto por Yermak como una amenaza a la popularidad de Zelenski. Pronto circularon en los medios de comunicación ucranianos rumores de que Arestovich era un agente ruso, el peor pecado imaginable, dado el estado de ánimo nacional. No importaba que Arestovich hubiera luchado en el frente contra Rusia en 2014, después de que el presidente Vladímir Putin fomentara una insurgencia separatista en el este de Ucrania. El daño estaba hecho, y Arestovich responsabilizó a Yermak de las calumnias. Dice que Yermak es una persona con dos caras, "el mal y el bien juntos". 

Desde el punto de vista de Arestovich, una clave para entender a su antiguo jefe es el carácter ruso de Yermak. Al igual que Zelenski, su lengua materna es el ruso. Con las pasiones nacionalistas desatadas en Ucrania, algunos ucranianos se niegan a hablar la lengua de su invasor. Sin embargo, Yermak y Zelenski hablan entre ellos en ruso; también era la lengua que se hablaba en la Oficina del Presidente, según cuenta Arestovich, cuando trabajaba allí. Dice que Yermak y sus principales adjuntos muestran un "estilo de comportamiento, de gestión, que es completamente ruso: todos ellos piensan en las personas como piezas de ajedrez". Otro antiguo funcionario de la Administración Zelenski también describe a Yermak como "una especie de tipo ruso-soviético", es decir, alguien que prefiere un método de funcionamiento bizantino y encubierto, frente a un estilo más moderno y abierto.

Con el nacionalismo a flor de piel, algunos se niegan a hablar la lengua del invasor de Ucrania, pero Yermak y Zelenski hablan en ruso entre ellos

En diciembre de 2021, Roman Chervinsky, antiguo oficial de la dirección general de inteligencia ucraniana, denunció que Yermak podría haber espiado para Rusia proporcionando al enemigo detalles de un plan ucraniano para atrapar a mercenarios rusos en Bielorrusia. En abril, Chervinsky fue detenido acusado de extralimitarse en sus funciones en una operación para intentar que un piloto ruso desertara y se pasase al bando ucraniano. Yermak dice que las acusaciones de que ha cooperado con el servicio de seguridad ruso forman parte de una campaña de desinformación rusa:  "Me hace gracia oírlas". Su asesora, Zarivna, cuenta que Chervinsky estaba involucrado "con uno de los mayores grupos oligárquicos que promueve su agenda egoísta en Ucrania". No obstante, no  nombra a ningún grupo en particular y tampoco lo hizo en una declaración sobre el asunto a Vasyl Maliuk, jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania, conocido como SBU.

A sugerencia de Zarivna, también hablé por Zoom con el general Kyrylo Budanov, jefe de la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania. Me comentó que una exhaustiva investigación interna había demostrado de manera definitiva que la acusación de Chervinsky contra Yermak como espía ruso era falsa. Después de decirme esto, me preguntó por mi fondo de la imagen de Zoom, en concreto por un retrato del escritor Antón Chéjov y la figura tallada de un oso. Le llamó la atención porque son símbolos rusos, a lo que respondí que mi fondo también contiene un símbolo ucraniano, un huevo pintado y hueco.

"Por favor, compréndelo", le dije: "Creo que esta guerra es horrible. Y creo que Putin es un cabrón". Él respondió: "Me alegro mucho de que tengas esa postura concreta de apoyo a Ucrania. Como periodista, espero que hagas lo máximo en tu oficio para no crear otro precedente informativo que pueda ser explotado por los rusos. Les encantan estas historias interesantes. Las tergiversan".

Antes de la guerra, Yermak fue objeto de críticas por el halo de corrupción que parecía rodearle. En 2020, el Kyiv Post (en un escándalo que bautizó como Yermakgate) informó sobre unos vídeos en los que el hermano menor de Yermak, Denys, aparecía hablando de sobornos a cambio de conseguir puestos de trabajo en el Gobierno y en empresas controladas por el Estado. "Andrey Yermak insiste en que no estaba implicado y que su hermano actuaba de forma independiente", explicaba el periódico. Pero la publicación también criticó a Yermak por lo que calificó de "ostentación". ¿Su delito? Adquirir un Mercedes nuevo valorado en casi 3 millones de hrv, o más de 90.000 euros. Zarivna señala que Yermak había sido un exitoso hombre de negocios, y podía permitirse un coche así.

Oleksiy Arestovych, antiguo asesor de Yermak, lo califica de maestro en el uso de la 'propaganda negra' para neutralizar a sus rivales.
Oleksiy Arestovych, antiguo asesor de Yermak, lo califica de maestro en el uso de la 'propaganda negra' para neutralizar a sus rivales.

Oleksii Chumachenko/SOPA Images/LightRocket via Getty Images

Pero cuando comenzó la invasión a gran escala, el Yermakgate quedó en el olvido. La prensa occidental, aficionada a las historias de una Ucrania heroica bajo asedio, apartó la vista de las sórdidas historias previas a la guerra que implicaban al asesor más cercano de Zelenski. "Cuando la Casa Blanca quiere hablar con Ucrania, llama a Andrey Yermak", comenzaba un artículo de The Wall Street Journal en junio. El artículo señalaba que Yermak "ganó capital en Occidente" por ayudar a evacuar a estadounidenses durante la frenética retirada del ejército de Estados Unidos de Afganistán en 2021, y citaba su reputación de "cinéfilo" con "un amor particular por las películas italianas: Fellini más que Visconti". No se mencionaba el escándalo de su hermano, ni la acusación de Chervinsky de haber servido como agente ruso, ni su reputación como líder de una nueva generación de oligarcas. En su lugar, el Wall Street Journal  citaba el empeño de Yermak por "revisar la inmanejable burocracia de la oficina presidencial". El hombre considerado por los críticos de Kiev como el rostro de la corrupción política estaba siendo aclamado como campeón del buen gobierno.

Los oligarcas han estado profundamente vinculados a la política ucraniana desde la caída de la Unión Soviética hace tres décadas. La fórmula básica es sencilla. "Una cuestión de poder es una cuestión de dinero y una cuestión de dinero es una cuestión de poder", explica Arestovych. El término elegante para este sórdido método de gobierno es "patronalismo", un sistema de tipo feudal en el que los clanes rivales, unidos individualmente por lealtades personales, predominan sobre el Estado de derecho.

Antes de la llegada de Zelenski al poder, la oligarquía empresarial de Ucrania, como la de otros países postsoviéticos, funcionaba con un sistema que equivalía a la ley del más fuerte. Un empresario honesto tenía pocos incentivos para crear una empresa sabiendo que, en caso de éxito, uno de los clanes podría intervenir y hacerse con el control, independientemente de las protecciones legales existentes. Mientras los líderes de los clanes se convertían en multimillonarios, gracias a su captura de activos industriales y financieros, Ucrania seguía siendo desesperadamente pobre, y su riqueza salía rutinariamente del país hacia cuentas en paraísos fiscales. 

En 2018, el año anterior a la elección de Zelenski, Ucrania se situó como el país más pobre de Europa, con un PIB per cápita de poco menos de 3.000 dólares (unos 2.700 euros), un 8% inferior al de Moldavia, el segundo más pobre.

En la Ucrania postsoviética, dice una fuente, 'una cuestión de poder es una cuestión de dinero, y una cuestión de dinero es una cuestión de poder'

Las estructuras oligárquicas, dondequiera que surjan, son intrínsecamente turbias, como descubrí a principios de la década de los 2000 durante mi etapa como jefe de la oficina de Moscú de Business Week. Un día recibí una llamada de un magnate de los negocios que me dijo que su vida corría peligro por una disputa sobre la privatización de una fábrica de aceite vegetal en el puerto ucraniano de Odesa. Intrigado, cogí un vuelo, pero no llegué ni de lejos al fondo del asunto. (También rechacé, para asombro de mi anfitrión, los servicios de una prostituta que él se había encargado de contratar como regalo). Una década más tarde, en un segundo viaje de reportero a Odesa, pregunté a mi compañero ucraniano por el nombre del mayor propietario de activos de la extensa ciudad industrial. La respuesta era Ihor Kolomoisky.

Kolomoisky tenía fama de ser uno de los oligarcas más despiadados de la Ucrania postsoviética. Había acumulado importantes participaciones en metales, bancos, aerolíneas, energía y medios de comunicación. También estaba relacionado con Zelenski: su 1+1 Media Group incluía un canal de televisión ucraniano que emitía los guiones de los programas de Zelensky y defendía su candidatura a la presidencia. No pocos conocedores de los círculos políticos, empresariales y mediáticos de Kiev consideraban a Kolomoisky el verdadero vencedor del improbable triunfo de Zelenski, el moderno ladrón que ahora gobernaría Ucrania detrás de su simpático testaferro.

Pero esa interpretación probablemente siempre fue errónea. La comedia de Zelensky se basaba en sus mordaces retratos de los oligarcas, e hizo campaña como el candidato que libraría a Ucrania de estos despreciados parásitos. Una vez en el cargo, pareció cumplir su promesa. En 2021, impulsó una ley para exigir la publicación de un registro público de oligarcas, que los tacharía de perjudiciales para el bienestar social. Después de que Rusia invadiera Ucrania, firmó un decreto que exigía que todas las emisiones de los canales de televisión nacionales (en su mayoría propiedad de los oligarcas) fueran aprobadas por la Oficina del Presidente. Ante el giro poco prometedor de los acontecimientos, un destacado oligarca, Rinat Akhmetov, del que a menudo se dice que es el hombre más rico de Ucrania, vendió todas sus participaciones en medios de comunicación, incluido el mayor canal de televisión del país. En septiembre, apenas dos semanas antes de mi llegada a Kiev, el SBU detuvo a Kolomoisky, acusado de fraude y blanqueo de dinero.

Ihor Kolomoisky, considerado uno de los oligarcas más despiadados de Ucrania, fue detenido en septiembre acusado de blanqueo de dinero.
Ihor Kolomoisky, considerado uno de los oligarcas más despiadados de Ucrania, fue detenido en septiembre acusado de blanqueo de dinero.

Yan Dobronosov/Global Images Ukraine via Getty Images

Washington aplaudió la medida; Kolomoisky ya había sido incluido en la lista negra del Departamento de Estado, inhabilitado para entrar en Estados Unidos debido a su implicación en importantes casos de corrupción, como declaró el secretario de Estado, Antony Blinken, en 2021. Sin embargo, según pude saber en Kiev, había división de opiniones sobre el significado de la detención de Kolomoisky por el SBU. Algunos pensaban que no era más que una argucia de Zelenski para demostrar a Washington que se tomaba en serio la lucha contra la corrupción. Otros veían la detención como una astuta operación del clan Yermak para eliminar a un rival. Uno de los principales lugartenientes de Yermak, Oleg Tabakov, supervisa el SBU. El propio Tatarov ha sido acusado de corrupción: el CEO de una de las mayores constructoras de Ucrania declaró a Reuters que Tatarov había sobornado a funcionarios públicos con dólares para conseguir la aprobación de proyectos de construcción. Tatarov ha negado haber hecho nada malo y ha dicho que sus oponentes políticos intentan ajustar cuentas. Su acusador también se enfrenta a acusaciones de corrupción relacionadas con la empresa constructora.

Yermak, por su parte, ha insistido en que Zelenski tiene "tolerancia cero con la corrupción". Señala, como prueba, la detención en mayo del presidente del Tribunal Supremo ucraniano acusado de soborno, en un caso presentado por fiscales federales anticorrupción. "Los contribuyentes estadounidenses tienen derecho a saber lo que pagan. Estamos informando de cada céntimo gastado, y abiertos a una auditoría independiente", afirmaba Zarivna en respuesta a mi pregunta sobre cómo había respondido la Oficina del Presidente a la carta enviada en septiembre por la Casa Blanca de Biden sobre la necesidad de reformas para luchar contra la corrupción. 

La batalla contra la corrupción en Ucrania se debe, en parte, a una profunda división cultural dentro del país. Es indudable, como dice Yermak, que los propagandistas del Kremlin en Moscú se esfuerzan por presentar al gobierno de Zelensky como una cueva de ladrones. Sin embargo, la perspectiva de que Yermak está construyendo un clan oligárquico con la ayuda de diputados de dudosa reputación como Tatarov tiende a provenir del segmento más cosmopolita, orientado hacia Occidente, bien educado y bien conectado de la sociedad ucraniana. En otras palabras, el tipo de personas que hablan inglés con fluidez y se sienten como en casa en Europa y América. Por lo general, son demasiado jóvenes para haber experimentado toda la fuerza de la Unión Soviética. Yulia Klymenko, diputada de la oposición que encaja en ese perfil (ha representado al Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y formado parte de la sección ucraniana del consejo de Transparencia Internacional), me comentaba que Zelenski había desaprovechado una oportunidad histórica de destituir a los "ladrones e idiotas" que controlaban el gobierno a todos los niveles. En su opinión, Zelenski está utilizando la ley marcial para perpetuarse en el poder. Dos días después de nuestra conversación, el presidente del Parlamento, afín a Zelenski, declaró que la aplicación de la histórica ley antioligarcas, incluida la publicación de un registro de oligarcas, se suspendería hasta después de la guerra.

Roman Ilto, otro tipo cosmopolita, trabaja para la embajada sueca en Kiev en temas de energía y medio ambiente. A diferencia de muchos críticos de los oligarcas, fue testigo directo de su ascenso. A principios de la década de los 2000, tras estudiar en Harvard, regresó a Ucrania para trabajar en una empresa siderúrgica y minera. Fue su primer contacto con la "cultura del clan", me explicó mientras desayunaba en mi hotel del centro de Kiev. En aquellos días, escuchando las incesantes conversaciones sobre la rivalidad entre Kolomoisky y Akhmetov, empezó a entender a los oligarcas como el principio organizador de la vida política y económica ucraniana. En 2016, se unió a Ukrnafta, el gigante del petróleo y el gas natural controlado por el Estado, y pasó allí casi siete años, incluyendo periodos como jefe de relaciones gubernamentales y relaciones con los inversores.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, demuestra el poder de la comunicación eficaz y de predicar con el ejemplo, según los expertos.

Desde que comenzó la guerra, según Ilto, el control del sector energético ha pasado a manos de un "incipiente" clan oligárquico dirigido por Yermak. En virtud de un decreto de seguridad nacional promulgado por Zelensky, el Estado había asumido la plena propiedad de Ukrnafta y otras empresas de importancia estratégica. Tal vez, admite Ilto, la nacionalización temporal fuera un mal necesario para mantener al ejército abastecido de petróleo y otros recursos vitales. Aun así, se pregunta por qué no hay un consejo de supervisión adecuado, por qué no hay controles adecuados. Es un entorno perfecto para la corrupción y las irregularidades, para maniobras oligárquicas clásicas como el desvío de activos de una propiedad estatal. En octubre, aproximadamente un mes después de mi conversación con Ilto, la dirección de Ukrnafta anunció que se formaría un consejo de supervisión independiente para la empresa a finales de 2023.

Ilto señala a otro alto diputado de Yermak, Rostyslav Shurma, que sirvió al clan Akhmetov durante años antes de asumir la supervisión de la energía y otros sectores de la economía para la Oficina del Presidente. Al igual que Oleg Tabakov, Shurma es citado en los círculos de Kiev como otro engranaje de la maquinaria de Yermak. "En cierto modo, actúa como cajero de Yermak y de la Oficina del Presidente", ha declarado un exfuncionario del gobierno de Zelenski que se niega a hablar conmmigo por miedo a convertirse en objetivo del equipo de Yermak. En un extenso artículo publicado en septiembre, Ukrainska Pravda describía a Shurma como el constructor de un mini imperio. El periódico, propiedad de una empresa de capital privado dirigida por un empresario de origen checo que formó parte de la junta directiva de Transparencia Internacional Ucrania, citó un "escándalo" en el que el Estado compró electricidad de plantas solares de las que era copropietario el hermano de Shurma, a pesar de que ya no estaban conectadas a la red energética ucraniana. Preguntado por Time sobre el asunto, Shurma lo calificó de "mentiras" lanzadas contra él por los enemigos políticos de Zelensky.

En Ucrania, como en Rusia, el pensamiento conspirativo es un subproducto inevitable de años de gobierno oligárquico. Una fuente en Kiev me asegura que las operaciones de juego del país estaban canalizando bitcoin en secreto al equipo de Zelenski a cambio de un trato fiscal favorable. Nadie pudo corroborar esta afirmación.

Sin embargo, de vuelta en Estados Unidos, me resulta difícil ignorar la preocupación generalizada por el surgimiento de una nueva oligarquía. ¿Era Ucrania, incluso bajo un presidente que se declaraba contrario a la oligarquía, tan diferente de Rusia y otros países postsoviéticos, donde las empresas controladas por el Estado sirven de notorios refugios para desviar activos? Podría ser, como están convencidos algunos en Kiev, que el equipo Zelenski-Yermak esté construyendo su propio clan "para básicamente oligarquizar a los oligarcas", afirma Henry Hale, especialista en Ucrania de la Universidad George Washington.

La Casa Blanca cuenta con Yermak para erradicar la corrupción sistémica. Pero puede que esté tratando de 'oligarquizar a los oligarcas', según un especialista en Ucrania de la Universidad George Washington.
La Casa Blanca cuenta con Yermak para erradicar la corrupción sistémica. Pero puede que esté tratando de 'oligarquizar a los oligarcas', según un especialista en Ucrania de la Universidad George Washington.

Metin Aktas/Anadolu Agency via Getty Images

Los funcionarios de Washington están ciertamente preocupados por la posibilidad de que el dinero de los contribuyentes estadounidenses desaparezca en la madriguera de la corrupción ucraniana. "¿Nos preocupa la protección del dinero de los contribuyentes?", se preguntaba Latesha Love-Grayer, directora de asuntos internacionales y comercio de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno. "Absolutamente", respondía. La agencia de vigilancia del Congreso participa en reuniones mensuales sobre el tema con representantes del Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y la Agencia para el Desarrollo Internacional, según Love-Grayer. Señalaba además que Irak, Afganistán, Haití y Bosnia-Herzegovina ofrecían ejemplos de advertencia sobre el potencial de corrupción en los esfuerzos de reconstrucción tras la guerra. Sin embargo, cuando le comenté que parecía estar surgiendo un nuevo régimen oligárquico en Ucrania, centrado en la Oficina del Presidente, Love-Grayer se abstenía de hacer comentarios. Su equipo todavía no ha pisado Ucrania ni se ha reunido con funcionarios del gobierno, según comenta ella misma.

Para Biden, el tema de la corrupción política en Ucrania es a la vez profundamente familiar y especialmente espinoso. Como vicepresidente, Biden se encargó de la cartera de Ucrania en la Administración Obama de 2009 a 2017. En 2015, un funcionario de carrera del Departamento de Estado planteó a un asesor de Biden la preocupación de que la participación de Hunter Biden en el consejo de la empresa energética Burisma pudiera complicar los esfuerzos del presidente Barack Obama para incitar a Kiev a luchar contra la corrupción. Pero el funcionario, que más tarde relató la historia en un testimonio a puerta cerrada ante el Congreso, dijo que el ayudante le dijo que Joe Biden no tenía la energía suficiente para ocuparse del asunto que implicaba a su hijo menor, ya que el mayor, Beau, estaba tratando un cáncer. Fue el deseo de desenterrar trapos sucios políticos como éste sobre las actividades de Hunter Biden en Ucrania lo que llevó a Trump a amenazar con retener la ayuda militar a Ucrania, lo que condujo a su primera destitución. (La Casa Blanca no ha respondido a las repetidas solicitudes de comentarios para esta historia).

El peor escenario para Ucrania (una muy, muy "mala noticia") es que la inclinación oligárquica de Yermak se intensifique hasta el punto de que Washington y sus aliados en Europa se retiren tanto de la asistencia militar continuada como de los planes de invertir en ayudas en el país para la reconstrucción durante la posguerra. El gobierno de Zelensky, en respuesta, inaugura otro triste capítulo de gobierno corrupto y parasitario en la Ucrania postsoviética. La adhesión a la Unión Europea se convierte en un sueño imposible. Los ciudadanos, desesperados, recurren a la violencia para derrocar a sus opresores. Irónicamente, es un escenario con un eco inquietante de cómo la Rusia de Putin se convirtió en la oligarquía estatal en la que se ha convertido hoy.

Pero no tiene por qué ser así. Hay una diferencia crucial entre la Rusia de la era Putin y la Ucrania actual, y es que Putin ha aplastado a la sociedad civil rusa. La prensa está acobardada; los activistas políticos contrarios a Putin están encarcelados o exiliados. En Ucrania, aunque la Oficina del Presidente mantiene un control de guerra sobre las emisiones de televisión, la sociedad civil sigue teniendo poder. Los medios de comunicación han centrado sus investigaciones en el equipo de Yermak. Abundan los grupos anticorrupción, no solo en Kiev sino también en grandes ciudades como Kharkiv. Las figuras de la oposición en el parlamento, junto con los críticos del gobierno de Zelensky en las comunidades empresarial y financiera, en su mayoría no temen alzar la voz. Es posible que se produzca un ajuste de cuentas pacífico, que obligue a destituir a Yermak y sus subordinados y acelere la integración de Ucrania en Occidente.

Para contrarrestar la corrupción, algunos ucranianos piden que la Unión Europea desempeñe un papel fuerte, incluso decisivo, en la reconstrucción de Ucrania tras la guerra. La UE, según Roman Ilto, debería crear y administrar una agencia de reconstrucción de Ucrania para la gestión de los proyectos de reconstrucción, con el fin de garantizar que los fondos para las obras no caigan en manos equivocadas. "Creo que a la gente le parecería bien. Mientras se reconstruyan las centrales eléctricas, las carreteras, las viviendas... y el país se encamine hacia la Unión Europea", añade Ilto.

Los ucranianos siguen siendo dolorosamente conscientes de su reputación en la escena mundial. "Por favor, recuerda que no todos los ucranianos son ladrones e idiotas :). Hay mucha gente decente que ama a nuestro país y está comprometida con la construcción de una sociedad libre.", me escribió Klymenko, legisladora de la oposición. 

Eso, por supuesto, requiere no solo elecciones justas y una prensa sin trabas, sino también libertad frente a las garras malignas de la oligarquía. Los ucranianos saben por larga y amarga experiencia que la independencia política significa poco sin democracia económica. La Unión Soviética dejó al país un legado de corrupción estatal. Aunque Ucrania consiga derrotar a Rusia, los oligarcas podrían ganar la guerra por su futuro.

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