Una "recesión aplastante": los principales inversores de Wall Street anticipan que la guerra en Ucrania provocará un caos económico generalizado

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La invasión rusa de Ucrania ha desencadenado una serie de problemas económicos y sólo hace que el mercado de valores sea un lugar más traicionero para invertir.

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Si pensabas que la caída de la bolsa en este inicio de año era bastante fea, prepárate: la élite de los inversores de Wall Street se está preparando para una sacudida aún mayor del mercado mientras la guerra en Ucrania se prolongue.

En mis conversaciones con algunas de las mentes más destacadas del mundo de las finanzas, muchas de las cuales han hablado conmigo bajo la condición de mantener su anonimato para poder hablar con franqueza sobre hacia dónde se dirige el mercado, existe un consenso: la invasión rusa de Ucrania ha disparado sus augurios de un "descalabro" bursátil

El turbio panorama económico mundial, enturbiado por las presiones inflacionistas impulsadas por la oferta, es ahora aún más complejo e incierto. Y los cambios que convirtieron a algunos de los ganadores de los mercados en perdedores son cada vez más pronunciados.

"La invasión rusa de Ucrania aceleró la desaceleración y la inflación", me ha dicho un multimillonario defensor de la inversión en value (valor) sobre el growth (crecimiento).

Más allá de la enorme volatilidad que la invasión seguirá infligiendo a los mercados, la guerra también está obligando a Wall Street a someterse a una frenética revisión visceral. No es solo el Gobierno estadounidense el que no quiere saber nada de Rusia. También es la base de clientes de Wall Street. 

Así que el reto para los mayores inversores de Wall Street es triple: construir una cartera que sobreviva al descalabro, asegurarse de no tener activos rusos y, por el amor de Dios, devolver el dinero de los clientes rusos antes que nada.

El desorden del mercado y una "recesión demoledora"

La decisión de Vladímir Putin de invadir Ucrania ha añadido una nueva perturbación a un año ya definido por un enorme cambio económico. La Reserva Federal y otros responsables de la política económica en Estados Unidos han tratado de mantener una línea muy fina, aumentando los tipos de interés lo suficiente como para frenar una inflación históricamente alta sin empujar la economía a una recesión. 

Esto no ha cambiado: la inflación no muestra hasta ahora ningún signo de desaceleración, y los planes de la Reserva Federal de Estados Unidos de subir los tipos de interés para combatirla significan que la deuda es cada vez más cara y los préstamos cada vez más inaccesibles.

A su vez, los inversores se están volviendo más reacios al riesgo y están castigando las acciones de las empresas que se apoyaron en la deuda barata para alimentar el crecimiento especulativo, muchas de las cuales han sido las favoritas del aparentemente imparable mercado de valores de los últimos dos años. Todo ello se traduce en una fuerte caída del mercado bursátil.

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La guerra de Putin no ha cambiado el rumbo de este cambio de mercado, pero está haciendo que el viraje sea aún más agresivo. Además de "una recalificación de los contratistas de defensa", según me ha comentado el inversor en value, el mercado bursátil no ha cambiado en lo fundamental. Sólo se ha vuelto más traicionero.

El estruendo de la destrucción de Ucrania y de la expulsión de Rusia de la economía mundial ha creado una escasez adicional en un mundo que ya está luchando con la escasez de bienes críticos, así como con la inflación que esta escasez ha causado. 

La guerra está poniendo en peligro el suministro mundial de petróleo, acero, trigo, fertilizantes y otros productos básicos. Juntas, Rusia y Ucrania exportan más del 25% del suministro mundial de trigo. Rusia es también un importante exportador de fertilizantes. La ONU advierte que este conflicto podría provocar una escasez mundial de alimentos.  Los alimentos que sobrevivan se encarecerán, exacerbando la inflación.

Las exportaciones de petróleo y gas de Rusia se están cortando del resto del mundo, lo que provocará un dolor de precios más altos para los consumidores de Estados Unidos y Europa.

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Y luego, por supuesto, está la energía. Rusia suministraba al mundo algo menos de 10 millones de barriles de petróleo al día antes de que Putin atacara Ucrania. Desde entonces, Estados Unidos ha cortado las importaciones, y la UE está trabajando para desprenderse rápidamente del suministro energético de Rusia. 

A la larga, sin la tecnología de empresas estadounidenses y europeas como Baker Hughes, Halliburton y Schlumberger, Rusia también tendrá problemas para extraer petróleo de su territorio, subraya el analista geopolítico Peter Zeihan. Los precios del petróleo han sido muy dispares desde el comienzo de la invasión, sobre todo subiendo como reacción a la carnicería, con caídas ocasionales mientras el mercado trata de averiguar cuánto petróleo hemos perdido realmente.

A principios de la pasada semana, la Agencia Internacional de la Energía pronosticó que las exportaciones rusas de petróleo se reducirían en 3 millones de barriles al día para el próximo mes, pero una persona con la que he hablado, un gestor de fondos de cobertura con sede en Singapur especializado en materias primas, cree que la evasión de las sanciones atenuará las pérdidas, ya que Rusia distribuye su gas a través de países como China.

"Creo que los precios del petróleo podrían subir un poco a medida que se resuelven estos asuntos, pero me sorprendería que los precios fueran más altos en junio de lo que eran justo después de que Rusia atacara", afirma. "Creo al menos que esto será manejable a medida que los chinos descubran cómo sacar los productos básicos de Rusia, y lo harán".

Mientras tanto, los sectores de bajos ingresos podrían enfrentarse a lo que el gestor del fondo describe como una "recesión demoledora". En EEUU, los estadounidenses de bajos ingresos gastan una media del 8% de sus ingresos familiares en gastos energéticos, desde llenar el depósito de gasolina hasta mantener las luces encendidas. 

En la UE, la cifra puede superar el 12% en países como Rumanía. Incluso antes del ataque de Putin, los investigadores estimaban que 80 millones de hogares en toda Europa tenían dificultades para mantener una temperatura adecuada por culpa de la pobreza energética, una situación que afecta al 11% de los españoles, y que se nota especialmente cuando los precios suben.

"El problema que tiene Europa en este momento es averiguar cómo reducir rápidamente el consumo absoluto de gas y, al mismo tiempo, cómo ayudar a las personas más vulnerables", dicen. 

Si la UE no resuelve estos enormes problemas, corre el riesgo de obligar a los ciudadanos de bajos ingresos a elegir entre calentar sus hogares o llenar sus estómagos. Se arriesga a que se eliminen los turnos de trabajo en las fábricas, lo que afectaría aún más a los bolsillos de los trabajadores. 

Se corre el riesgo además de que se produzcan disturbios políticos. En este momento, la principal prioridad de Occidente a la hora de apoyar a Ucrania es mantener un frente unido contra la agresión rusa, pero nada de esto es bueno para la estabilidad económica y social.

Lo que todo esto supone es un período temporal pero indeterminado de caos. Los precios de los productos de primera necesidad se dispararán; los bancos centrales lucharán contra la inflación subiendo los tipos de interés, y el dinero será más difícil de encontrar. 

Aunque es posible ganar dinero mientras las turbulencias se solucionan por sí solas, el cambio fundamental que se está produciendo en el mercado -una fea y dolorosa transición desde las acciones de growth hacia el value- no ha cambiado. Las oscilaciones serán cada vez más salvajes, como probablemente pueda decir cualquiera que esté tratando de sobrevivir al golpe de gracia de mediados de marzo. Sin previo aviso, el Nasdaq, prominentemente tecnológico, se desplomó más de un 8% en una semana. En una situación de mercado como la actual, es fácil que vuelva a caer con más fuerza en el siguiente desplome.

Rechazo en Wall Street

Mientras que las consecuencias económicas y bursátiles de la guerra en Ucrania tardarán meses en desarrollarse, la lucha de Wall Street por deshacerse de los activos tóxicos rusos comenzó de forma silenciosa pero rápida tras la invasión de Putin. 

Antes de que Goldman Sachs iniciara el éxodo de los grandes bancos de Rusia, antes de que Citigroup y Deutsche Bank redujeran sus pérdidas y siguieran su ejemplo, antes de que los fondos de inversión libre empezaran a desprenderse de sus clientes oligarcas rusos, los correos electrónicos y las llamadas telefónicas volaban por Wall Street, exigiendo que se evitara a Rusia.

"No podemos decir a nuestros clientes que ponemos su dinero en activos rusos", explica Josh Brown, CEO de la firma de gestión patrimonial Ritholtz Wealth Management, que supervisa 1.000 millones de dólares en activos. "Así que estamos llamando a nuestros gestores de activos y diciéndoles que tienen que reducir nuestra exposición a cero".

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Llamadas como esta desatan una reacción en cadena que Rusia no puede frenar. Los patrimoniales como Brown llaman a sus gestores de activos -empresas como Vanguard, por ejemplo- y les dicen que se deshagan de cualquier inversión rusa en las carteras de sus clientes. 

Estos grandes gestores de activos llaman entonces a las empresas que elaboran los índices, como MSCI, State Street (que elabora el índice SPY) o la Bolsa de Londres (que elabora el FTSE Russell) y exigen que se elimine a Rusia de los índices, borrando las inversiones rusas de millones de carteras de inversión en todo el mundo. Como los gestores de activos como Vanguard manejan billones de dólares, las empresas que elaboran los índices acceden. Los activos rusos fueron expulsados del FTSE Russell, por ejemplo, el 4 de marzo. 

Los activos financieros rusos -desde las acciones hasta la deuda y el oro- han quedado fuera del sistema mundial a causa de las sanciones. Esta escisión de los mercados financieros será difícil de deshacer.

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Esta expulsión de los mercados financieros será difícil de revertir, en parte porque es poco probable que los clientes se acerquen a Rusia en un futuro próximo, pero también porque los activos rusos han entrado en una especie de limbo. Se han convertido en parte de un mercado negro al que los clientes sólo pueden mirar de reojo.

"Básicamente, todos los activos que tienen a mano tienen que ir a cero y luego se convierten en un castigo", explica Brown. "Nadie va a comprar estos activos. Quizá puedan volver a venderse a un ruso dentro de tres años, pero por ahora no hay un mercado líquido".

Esto se aplica no solo a los valores, sino también a los activos físicos que en su día hicieron muy ricos a sus propietarios. Cuando BP anunció a finales de febrero que se deshacía de su participación del 20% en el gigante petrolero ruso Rosneft, un veterano gestor de hedge funds -que acababa de expresar su culpabilidad por haberse beneficiado del mercado de valores en plena guerra- me dijo simplemente: "Eso no significa nada". 

Tras varias décadas gestionando dinero, no se puede vender algo que nadie va a comprar. No puedes dejar miles de millones en inversiones y marcharte. Nadie en su sano juicio renunciaría simplemente a la propiedad de los activos y anotaría la participación como pérdida. Pero estos tiempos no son como los demás.

Resulta que cuando hay una guerra, en realidad sí se puede abandonar. Especialmente cuando parece que Rusia se está aislando del sistema financiero mundial, o como lo describe el multimillonario inversor en acciones value, "convirtiéndose en toda una Corea del Norte".

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