La guerra en Ucrania despierta el miedo de la clase media rusa residente en la Costa del Sol: temen la okupación o incluso la expropiación de sus viviendas
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- Un par de semanas después de que, como represalia por la invasión de Ucrania, la UE sacara parcialmente a Rusia del sistema SWIFT, muchos ciudadanos de este país siguen sin poder meter ni sacar capital de España.
- La situación, comentan varios expertos en mercado inmobiliario, mantiene congelados a los extranjeros rusos con vivienda en territorio nacional.
- Esto se deja notar especialmente en zonas como la Costa del Sol, donde las operaciones del inversor ruso se mueven muchas veces en los millones de euros.
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No pueden hacer nada. Desde que, como represalia por la invasión de Ucrania, la UE sacó parcialmente a Rusia del sistema SWIFT, que permite las transacciones internacionales, los ciudadanos rusos con vivienda en España, empadronados o no, están bloqueados.
Sin posibilidad de sacar su dinero del país, la idea de vender sus propiedades y repatriar el dinero se les antoja imposible.
Esto, a pesar de que ya hay lugares, como Florida, en EEUU, donde los inversores inmobiliarios internacionales más veloces ya andan preguntando qué va a pasar pisos que componen lo que se conoce en la región como Little Moscow, la Pequeña Moscú.
Lo hacen conocedores de que las guerras traen consigo miedo, y el temor, en el sector inmobiliario, se traduce de cuando en cuando en aluviones de ventas que desploman los precios.
Pero los habitantes de la Pequeña Moscú estadounidense, al igual que le ocurre a los rusos que viven en España, por ahora no pueden hacer gran cosa con sus propiedades.
Lo único que les queda es esperar a que la invasión de Ucrania acabe y se levanten las sanciones que pesan sobre ellos a causa de una guerra que, en muchos casos, les horroriza tanto como al que más.
La Pequeña Moscú de Florida se sitúa al noreste del condado de Miami-Dade y es, según datos del censo de 2020, el hogar en EEUU de más de 1.000 personas nacidas en Rusia. Ningún país europeo o asiático tiene más ciudadanos viviendo en este lugar.
Por concentración, por historia y por capital, en España no existe, de momento, una zona comparable con la Pequeña Moscú de Miami. Sin embargo, al calor de la inversión masiva en ladrillo y de la cultura del pelotazo inmobiliario, en las últimas décadas ha habido algún intento de imitación más que notable.
Es el caso de la Costa del Sol. Desde mediados de los 70, los vecinos de localidades como Málaga y, muy especialmente, Marbella, han visto transformarse sus ciudades gracias en buena medida a la entrada masiva de capital extranjero seducido por su sol, sus playas, su clima y su calidad de vida.
Entre este tardó poco en destacar el dinero ruso, que provenía fundamentalmente de las pocas familias que se habían quedado con inmensas empresas de origen público tras la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y la venta de estas por parte del estado: los famosos oligarcas.
Mientras en Málaga los bolsillos más holgados se concentraban en zonas como La Zagaleta, una de las urbanizaciones más caras de España, Marbella se convirtió con el paso de los años en un lugar de retiro dorado lleno de lujo, vida nocturna y campos de golf.
Una oferta lo suficientemente tentadora como para que cualquier extranjero, incluidos los rusos, quisieran establecerse allí.
Hoy, según cifras del padrón municipal, hay en Marbella más de 2.000 rusos. La cifra dobla los más 1.000 que contabiliza Málaga, que ocupa el segundo lugar por delante de Mijas, también cerca de los 1.000, y Estepona, que suma más de 900.
No fue gratis. Con la década de los 90, a Marbella llegó también Jesús Gil, el alcalde que transformó la ciudad en el lugar de moda entre el famoseo y las celebridades a cambio de malvenderla a manos privadas que hicieron con ella lo que quisieron, especialmente en el ámbito inmobiliario.
Entre esas manos privadas, por cierto, estaban las del propio Jesús Gil y las de una ingente camarilla de políticos y empresarios.
Finalmente, el aura de lujo y éxito que caracterizó a Marbella durante años se fue apagando a medida que los periodistas y los jueces sacaron a la luz un caso de corrupción tras otro.
Fue testigo de todo Christopher Clover, un agente inmobiliario que lleva más de medio siglo en la ciudad y que conoce como pocos la trastienda del poder y el lujo marbellí.
Hoy, el director de la agencia Panorama Properties hace balance en números de lo que supuso aquello en una ciudad que, según los primeros resultados de su empresa, vive una nueva explosión inmobiliaria: con más de 8.000 operaciones de compraventa, Panorama registró en 2021 su mejor año en Marbella desde 2004, según datos de la empresa revisados por Business Insider España.
Esto se ha traducido en un aumento de la población. Hay unas 147.000 personas empadronadas en Marbella tras unos años en que la ciudad ha crecido tratando, todavía sin éxito, de alcanzar la cifra redonda de los 150.000 habitantes.
De estos, hay unos 40.000 extranjeros empadronados en la ciudad, lo que representa casi un tercio de la población total.
"La población rusa no representa un impacto significativo en el mercado inmobiliario de la ciudad a nivel general, igual que tampoco lo es a nivel nacional", empieza explicando Clover.
"Hoy los rusos que se están empadronados aquí son profesionales que tienen restaurantes o sociedades de construcción. Son gente íntegra y profesional. También los hay que tienen aquí su primera residencia y han venido con su familia, por lo que llevan a sus hijos a colegios internacionales".
A ellos hay que sumar una hasta hace poco creciente comunidad de compradores rusos que han establecido en la Costa del Sol su segunda vivienda.
Clover espanta la idea, asentada en el imaginario colectivo, de que la inmensa mayoría de ellos son poderosos aquellos poderosos oligarcas con opacos negocios ligados al gas que llegaron en primer lugar o que son todos ellos oscuros personajes cercanos al Kremlin.
"La inmensa mayoría de los clientes rusos se mueven en operaciones cercanas al millón de euros. En el ámbito del sector inmobiliario de lujo, son cifras modestas, de rango medio o incluso bajo", cuenta Clover.
Coincide con él José Miguel López, abogado especializado en mercado inmobiliario de Marbella y director del despacho Marbella Solicitors, empresa con 6 oficinas a lo largo de distintas localizaciones en la Costa del Sol. Entre ellas, claro, Málaga y Marbella.
"El precio medio de las operaciones inmobiliarias del cliente ruso va del medio millón de euros a los 2 millones de euros, aproximadamente", calcula López.
La okupación y la expropiación, los fantasmas de la bloqueada comunidad rusa
Tras el estallido de la guerra en Ucrania, López recibió una llamada con una petición inusual de uno de los clientes rusos con los que trabaja desde hace más tiempo.
Con el dinero de sus cuentas rusas bloqueado, este le pedía que tomara de una cuenta que tenía en un banco español la cantidad que estimara justa en concepto de honorarios y gastos de gestión.
A cambio, López tenía que realizar una tarea aparentemente sencilla pero peculiar para un abogado: coger una copia de las llaves de su inmueble y pasarse por él de cuando en cuando para comprobar que "todo estaba en orden".
En otras palabras, que vigilara que nadie se había metido a vivir en ella.
"Le dije que no se preocupara, que se lo hacía de todos modos me pudiera pagar o no porque no me cuesta nada. Con todas las noticias que ha habido en los últimos años con lo de la okupación, los clientes que saben que van a estar un tiempo sin poder venir están preocupados", explica el letrado.
No es lo único que quita el sueño a los ciudadanos rusos con residencia en España. Hay quien teme directamente al Gobierno.
"Otro cliente me llamó para preguntarme si le iban a expropiar la casa. Le dije que no se preocupara, que en España había estado de derecho y que su casa era suya", aclara López.
No son temores completamente infundados. Como parte de su estrategia para presionar al Gobierno de Putin y obligarle a que acabe con la invasión de Ucrania, la UE ha incautado en las últimas semanas bienes de todo tipo a oligarcas rusos que, entienden, son cercanos al Kremlin.
España ha jugado un papel clave en la ejecución de este plan. Sin ir más lejos, esta misma semana el Gobierno anunció la incautación de un yate valorado en 140 millones de euros en el Puerto de Barcelona.
Con el paso de las horas, finalmente se confirmó que se trataba del Valerie, un megayate propiedad de Sergey Chemezov, estrecho amigo de Putin de los tiempos que ambos pasaron en los 80 en Alemania sirviendo a la KGB y hoy consejero delegado del gigante armamentístico Rostec.
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Si los gobiernos europeos no tienen problemas en quedarse con las propiedades de tipos poderosísimos como Chemezov, razonan muchos en Rusia, con más motivo podrían decidir, de la noche a al mañana, quedarse con sus inmuebles.
"En mitad de la guerra, con toda la propaganda que hay, tengo la impresión de que a quienes están allí no les está llegando muy buena información sobre por qué se hacen este tipo de operaciones y cómo se están haciendo", explica López.
Tampoco ayuda a despejar las dudas la inseguridad jurídica que viven en general los ciudadanos rusos.
"Todavía no existe una política uniforme en cuanto a la aplicación de bloqueos y sanciones. Algunos bancos, nos han dicho nuestros clientes, han congelado cuentas, otros no. Solo con el paso del tiempo veremos una política más uniforme y, ojalá, equitativa", detalla Clover.
Los bloqueos amenazan además con dejar en el aire un buen puñado de operaciones inmobiliarias.
Por ejemplo, cuenta López, los clientes rusos que antes del estallido de la guerra hubieran dado la entrada para una vivienda se arriesgan ahora a perderla a medida que pasen las semanas y sigan sin ser capaces de completar sus operaciones.
"Por norma general, se suele ser comprensivo con este tipo de clientes y este tipo de situaciones. Pero sí, es un riesgo quedarse en ese limbo legal", ahonda.
Clover pinta una situación similar.
"Los que ya han comprado una casa y tienen pagos futuros por hacer, lo tienen muy difícil. En cuanto a los que quieren vender, tenemos que ver la evolución de las normas en las próximas semanas antes de poder decir nada".
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Y va más allá: "Es evidente que muchos rusos se verán obligados a vender sus propiedades, pero no habrá tantos casos como para alterar el mercado. Quienes quieran vender rápido se encontrarán con una situación donde podrán hacerlo a un precio realista porque el mercado es sólido".
A nadie se le escapa, por otro lado, explica este experto, que la situación puede ir a peor, especialmente si el conflicto se alarga, entran en él más países y las sanciones continúan. Sin embargo, con rusos o sin ellos, nada nubla a ojos de Clover el despejado porvenir de la ciudad.
"Marbella ha llegado a una fase en que es reconocida como uno de los destinos más importantes de Europa en turismo residencial. Tenemos una temporada de 12 meses y una comunidad internacional con 140 nacionalidades que viven en razonable paz y armonía. Pase lo que pase, seguiremos atrayendo inversores de todo el mundo. Superaremos cualquier obstáculo, como hicimos en el pasado".
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