Qué pasa si no se encuentra una vacuna o un tratamiento eficaz contra el COVID-19: todos los escenarios posibles del desenlace de la pandemia

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Una pasajera con mascarilla en el metro de Londres
  • La vacuna del coronavirus es el objetivo soñado por la multitud de compañías y grupos de investigación que trabajan para encontrar una solución a la pandemia. 

  • Sin embargo, otras enfermedades han demostrado que es posible que nunca se encuentre una vacuna o un tratamiento específico. 

  • ¿Cuáles son las opciones más realistas para controlar el COVID-19 ahora mismo? ¿Es posible combatir el coronavirus sin una vacuna o sin antivirales? Estos son los escenarios en los que podría desembocar la pandemia. 

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La búsqueda de una vacuna contra el coronavirus se intensifica con 10 candidatos vacunales en ensayos en humanos y más de 100 en las primeras fases de investigación. 

Varios expertos se han manifestado asegurando que la vacuna será fundamental para controlar la pandemia que ya ha infectado a más de 8,5 millones de personas, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

"La vacuna será la solución", aseguraba Margarita del Val, viróloga del CSIC y coordinadora de los 150 equipos del centro que trabajan contra el coronavirus, a Business Insider España. 

Sin embargo, no se puede apostar todo a una vacuna. "Lamentablemente, hay numerosas enfermedades frente a las cuales no disponemos ni de tratamiento ni de vacuna, como por ejemplo la enfermedad causada por el virus de Zika", explica la doctora María Montoya, investigadora en CIB-CSIC y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Inmunología, a este medio. 

Aunque la vacuna es el escenario ideal para todos, algunos expertos abogan por no olvidar otras vías de investigación en caso de que la ciencia no encuentre una. "La vacuna es una herramienta más y, cuando exista, ya veremos qué necesidad hay de ella", advierte Adolfo García-Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes vinculado al Hospital Monte Sinaí de Nueva York. 

¿Qué pasa si no se encuentra nunca una vacuna o un tratamiento contra la enfermedad? Estos son todos los escenarios en los que podría desembocar la pandemia. 

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La vacuna es lo más deseado, pero ¿es lo más realista?  

"Para contener una epidemia o pandemia, como en este caso, la mejor opción es que la población susceptible esté inmunizada y protegida frente a esa infección", explica la doctora María Montoya.

"La protección puede obtenerse de modo natural mediante la infección o interviniendo con una vacuna", añade.

Tras hacerse públicos los primeros datos del estudio de seroprevalencia en España, que revelaron que solo un 5% de la población ha pasado el coronavirus, Margarita del Val ya advirtió de que no se podía apostar por la inmunidad natural.

Por tanto, la vacuna se consolida como la opción ideal, en concreto, entre las que puedan proteger contra infección. "Históricamente, debemos recordar que las vacunas profilácticas, es decir las administradas antes de padecer la infección, han sido la intervención sanitaria más trascendental para proteger a la población frente a enfermedades infecciosas", señala Montoya. 

Sin embargo, lo más realista parece ser pensar que las primeras vacunas no protegerán contra la infección. García-Sastre reconoce que, "cuanto más protejas de infección, mejor es la vacuna", pero advierte de que tampoco es necesario que funcione así. "Con que proteja contra la enfermedad o disminuya el contagio ya tendría sentido", explica.

Sobre cuándo estará lista la vacuna, "tenemos que pensar que el tiempo medio para el desarrollo de una vacuna es generalmente de 10 años", advierte Montoya.

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"En el caso de SARS-CoV-2 se está trabajando con una intensidad y a una velocidad como nunca se había hecho, pero la ciencia tiene sus tiempos", afirma. "La generación de una vacuna es un proceso complicado, largo y costoso. En el caso de COVID-19, se están realizando los estudios a la mayor velocidad posible, pero hay fases y ensayos que no se pueden obviar. Las estimaciones son difíciles porque no sabemos si algunos de los candidatos que se están probando pudieran tener efectos secundarios o problemas que ahora no podemos vislumbrar", detalla. 

"Haciendo una estimación optimista, puede que dispongamos de algún candidato vacunal en 1 año. De forma realista, es un proceso que puede tardar varios años", concluye.

Además, que haya una vacuna no significa que vaya a estar disponible para todo el mundo. "La disponibilidad de la vacuna depende de muchos factores, entre ellos el proceso de fabricación, la capacidad de la industria farmacéutica para fabricar las dosis necesarias, el precio de comercialización, si es una dosis o varias...", explica la investigadora del CSIC. 

"En el caso de que no haya dosis vacunales para toda la población, se podría plantear una estrategia de vacunación de la población más expuesta y/o de las personas en grupos de riesgo, por ejemplo", sugiere. "Para garantizar el acceso global, se tienen que coordinar esfuerzos con la OMS, como se ha hecho para otras campañas de vacunación para erradicar o intentar erradicar otras enfermedades, como en el caso de la viruela. Se requiere una cooperación internacional entre varias organizaciones y países", concluye.

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Combatir el COVID-19 sin una vacuna 

El volumen de inversión destinado a las vacunas, que está haciendo que las farmacéuticas y los gobiernos dediquen sus esfuerzos a candidatos que no saben si funcionarán, no tiene precedentes, lo que hace que la ciencia sea optimista. 

"Vamos a por todas", asegura del Val, que señala que podría ser una de las primeras veces en la historia en las que hubiera varias vacunas para una enfermedad

Sin embargo, hasta los proyectos más avanzados empiezan a encontrar obstáculos y, en la historia de las enfermedades infecciosas, hay ejemplos de virus para los que no se ha encontrado vacuna. 

"El ritmo de investigación es muy alto pero se van a necesitar muchos recursos para mantener este ritmo en el tiempo", alerta Montaya. "Aún así, hay casos en los que se ha invertido mucho tiempo y recursos y no se ha podido obtener una vacuna. Un ejemplo es el caso del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que causa la enfermedad del Sida, en el cual no se ha logrado una vacuna, pero se han conseguido tratamientos que hacen que los pacientes puedan tener una buena calidad de vida".

De hecho, para García-Sastre, lo que más urge en esta crisis es saber qué tratamientos podrían funcionar contra la enfermedad. "Los antivirales se van a tener y serán la primera línea", asegura en ese sentido Margarita del Val. 

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"La investigación actual se está realizando a la misma velocidad tanto para encontrar tratamientos específicos como para generar una vacuna", explica Montoya.

"Se están analizando tratamientos con fármacos de reposicionamiento; esto quiere decir que se están estudiando fármacos cuyo uso ya está aprobado y ha pasado todas las fases de los ensayos clínicos, aunque para su uso en otras enfermedades. Si alguno de estos fármacos resultara eficiente, su utilización sería más rápida, por razones obvias", señala. 

Es el caso, por ejemplo, del remdesivir. El antimalárico ha empezado a dar resultados esperanzadores y los países ya se preparan para allanar su comercialización como tratamiento contra el COVID-19. 

Ese tipo de tratamientos constituyen la mejor opción para el futuro cercano. También se están investigando fármacos de nueva generación, pero tendrían que pasar por las tres fases de ensayos clínicos para probar su seguridad y efectividad, por lo que llegarían más tarde a la población, explica Montoya. 

La cuestión es, ¿pueden los tratamientos por sí solos frenar la pandemia? 

"Depende de los tratamientos de los que se tratara", advierte la investigadora del CSIC. "Si los fármacos sirvieran para evitar la infección, sí se podría contener. Si los fármacos sirvieran para mejorar la situación clínica de los pacientes, pero sin afectar la transmisión o la infección entre los individuos, no servirían para contener la pandemia", explica. 

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El peor de los escenarios, ¿qué pasa si no hay tratamientos ni vacuna? 

Como demuestra el Zika, un escenario en el que hubiera que combatir la pandemia sin vacunas ni tratamientos específicos no es imposible. 

"Normalmente, en estos casos se contiene la propagación evitando la infección. En el caso de la enfermedad causada por el virus de Zika, evitando la picadura del mosquito Aedes aegypti que lo transmite", explica Montoya.

"En el caso de rebrotes de COVID-19, juegan un papel muy relevante los servicios epidemiológicos de rastreo y control de los infectados y sus posibles contactos. Esta es una herramienta que ahora podemos aplicar y que al comienzo de la pandemia no teníamos", señala.

"Si se implementan buenos métodos de diagnóstico que se empleen de modo más efectivo y con más asiduidad, se podrán ir aislando los casos detectados para no tener que volver al confinamiento", coincidía también García-Sastre. 

Además, la investigadora del CSIC insiste en que las medidas de alejamiento social, higiene y el uso de las mascarillas han demostrado su eficacia para contener el SARS-CoV-2.

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A pesar de todo, la doctora Montoya coincide con Margarita del Val y cree que "la investigación en la vacuna y los tratamientos darán resultados, aunque no sabemos con certeza cuándo será".

Insiste en la importancia de la investigación y asegura que "ahora sabemos mucho más sobre el virus SARS-CoV-2 y el tratamiento de los pacientes que hace unos meses".

Por supuesto, quedan interrogantes por resolver: "La investigación básica sobre la replicación del virus y la interacción con el hospedador es una información que necesitamos para poder desarrollar nuevas estrategias frente a este patógeno. No debemos olvidar que, sin la investigación básica, carecemos de las herramientas más importantes". 

"Además, se deben invertir más recursos en investigación, tanto en investigación básica como aplicada y durante un periodo prolongado, no solo durante la crisis. Esta emergencia sanitaria que hemos vivido nos ha demostrado una vez más que, sin investigación, no hay futuro", subraya. 

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