Clara Gutiérrez (Brain VC) soñó con ser una tecnócrata de Bruselas, pasó por Silicon Valley en mitad de la burbuja tecnológica y ahora busca startups disruptoras en IA

Clara Gutiérrez, socia directora del fondo de inversión Brain VC.
Clara Gutiérrez, socia directora del fondo de inversión Brain VC.
  • "Para ser un buen inversor, tienes que nadar en la incertidumbre; si sientes pánico, no es lo tuyo", asegura Clara Gutiérrez, socia directora de BrainVC, fondo que invierte en startups en fases iniciales especializadas en inteligencia artificial y machine learning.
  • Gutiérrez detalla a Business Insider España cómo fue la aventura de viajar a Silicon Valley para invertir en startups cuando trabajaba en BBVA y confiesa cómo se acabó enamorando del venture capital.

Clara Gutiérrez habla suave pero convencida y con cierta nostalgia cuando recuerda por qué eligió estudiar Economía al terminar el bachillerato. Ella iba por la rama de ciencias puras y se imaginaba siendo médica en un futuro. 

Sin embargo, las páginas color salmón de Cinco Días le tenían cautivada y decidió estudiar, sin pensar en las salidas profesionales, aquello que en ese momento era un mero pasatiempo: leer la prensa económica y tratar de entender cómo funcionaba el mundo. 

Hoy Clara Gutiérrez es socia directora del fondo de inversión Brain VC, especializado en startups incipientes que trabajan en el campo de la inteligencia artificial.

"Elegí Economía y no ADE porque a mí no me interesaban las empresas ni la microeconomía. A mí me interesaba la macro", rememora Gutiérrez en conversación Business Insider España. "Como toda la gente joven, yo era una idealista, quería reducir el paro en el mundo".

Al terminar sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid, saltó a París y Londres para hacer un máster en la ESCP Business School con la intención de convertirse en una auténtica tecnócrata de los pasillos de Bruselas. Sin embargo, pronto llegó el desencanto con aquella burbuja burocrática en donde la política mandaba más que la matemática. 

"Descubrí rápidamente que las ciencias económicas tienen un fuerte componente político. Me gustaban las ciencias económicas porque de una forma tecnócrata entendía que, aplicando la matemática a la economía, me daba una solución a determinados problemas. Pero las soluciones tienen un componente mayor que depende de la visión política de quien gobierne", comparte Gutiérrez.

En ese momento, le llegó una oferta de BBVA. Algo que a priori no le parecía nada interesante, confiesa. "¿Un banco? Si a mí me gusta la macroeconomía… Era 2006 y se abría un departamento nuevo de innovación". En ese momento, "innovar en banca era bajar comisiones", cuenta Gutiérrez.

Un banco español en Silicon Valley

La carrera tecnológica había empezado y la banca tradicional veía cómo nuevos agentes entraban en su anquilosado mercado con mucha fuerza y ganas de robar a las grandes instituciones asentadas una buena parte del pastel. Empresas como PayPal, un buen ejemplo de aquella época, ya habían despegado, recuerda Gutiérrez. 

BBVA montó entonces un equipo destinado a analizar e invertir en aquellas áreas donde las empresas tecnológicas emergentes podían hacerle más daño. Para la carrera profesional de Clara Gutiérrez, aquello lo cambió todo. "Hace 20 años nadie hablaba de pagar con el móvil", apunta. 

La entidad bancaria, con más de 150 años de historia, se dio cuenta de que no tenía la agilidad para atacar proyectos disruptores de ese tipo. Tenían que imaginar el futuro. Invertir en ideas que ni existían, y para ello había que salir fuera a buscarlos. Fueron entonces a la meca de la innovación tecnológica en ese momento. El lugar donde empezaba todo. San Francisco. Sillicon Valley.

El banco montó BBVA Ventures, un fondo de capital riesgo destinado a invertir en startups en fases iniciales que buscan transformar el sistema financiero. Gutiérrez cuenta con ironía que dentro de la propia compañía, eran un poco el hazmerreír de sus compañeros: "solo" tenían 220 millones para invertir y lo hacían en startups, algo que en ese momento nadie entendía muy bien.

"Si queremos hacer algo realmente diferencial y pescar en un gran mar lleno de atunes, tenemos que ir a buscar ese mar", fue la reflexión de la entidad, recuerda Gutiérrez. "Fuimos la primera empresa española que desembarcó allí con un vehículo de inversión. Éramos solo 5 personas. Si quieres invertir en Silicon Valley tienes que ser parte del ecosistema, y aquello fue difícil porque nadie entendía quién era BBVA".

"Tuvimos que aprender a vendernos", añade. "Explicar a las startups qué podíamos aportar, porque en el venture capital no solamente inviertes para dar financiación económica, más allá del dinero aportas una red y un conocimiento".

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El trabajo de Clara Gutiérrez en esa época consistía en monitorizar startups de costa a costa de Estados Unidos que estuvieran especializadas en el sector financiero tras la crisis económica de 2008. El crédito bancario se había cerrado, y BBVA buscaba empresas emergentes que estuvieran desarrollando sistemas de scoring de riesgo diferentes al modelo tradicional de nómina-ingresos-bienes para determinar si una persona era solvente o no.

"La sensación de estar allí fue única, nos abrió la mente. Como inversores aprendimos a invertir de una forma distinta. Aprendimos a invertir en riesgo, en futuribles. También, estar en una ola de conocimiento que se concentró en San Francisco, fue impresionante de vivir. Tener la sensación de que lo que se estaba gestando en el futuro estaba ahí", recuerda Gutiérrez.

Gentrificación en el valle y fin de la burbuja tecnológica

Sin embargo, como cualquier moneda, todo tiene una cara y una cruz, matiza la inversora.

"En ese momento, no es que hubiera una burbuja, es que había un burbujón. Hubo un momento en el que las valoraciones se dispararon absolutamente. Todo estaba marcado a un futuro previsible de validación de algún modelo, pero todavía no había nada tangible. Eso hizo que fuera cada vez más caro invertir y que tuviéramos que buscar fuera de San Francisco, porque el punto era tal, que se comía cualquier inversión lógica".

Gutiérrez se refiere a los años 2014 y 2015. Entonces, la efervescencia fluía en la Bahía de San Francisco. El dinero para financiar proyectos de base tecnológica y mucho riesgo llovía a raudales gracias, en parte, a una política monetaria de tipos bajos. Todo el mundo quería ser el próximo Amazon, inventar the next big thing (la próxima gran cosa), pero para Clara Gutiérrez, el romanticismo alrededor del mundo emprendedor se empezó a perder.

"Vemos que hay 'levantadores' de capital", rememora. "Vemos muchos banqueros que vienen desde Nueva York después del golpe de Lehman Brothers que bajan al valle (Silicon Valley), se convierten en directores financieros de muchas startups y pasan a ser meros levantadores de capital". 

"El hecho de que la compañía saliera grande y potente, casi como que daba un poco igual". 

"Cuando quieres invertir estás buscando invertir barato y vender caro. Pero ahí se compraba muy caro, incluso cuando ni siquiera se había validado el modelo. Empezamos a pensar que el sector ya estaba demasiado inflado y llegaron las dudas de si realmente los proyectos valían lo que valían", comparte Gutiérrez. 

Otro de los problemas de aquel momento, según la inversora, fue la atracción del talento. Todo el mundo quería estar en San Francisco. Pero no todo el mundo podía vivir en San Francisco. Por aquella época era —todavía hoy lo sigue siendo— una de las ciudades con el metro cuadrado más caro de EEUU. 

Una cuestión tan básica como el coste de la vida, estaba acabando con los sueños de muchos emprendedores. "Empezó a darse un proceso de gentrificación y muchas personas empezaron a irse a otras zonas que no eran tan caras, porque había que sobrevivir con startups que todavía no tenían muchos ingresos", comenta. 

El modelo empezaba a dar signos de recalentamiento. Primera señal de que aquello era insostenible. Sin embargo, a la vez empezaba a ganar tracción un ecosistema de emprendimiento en Europa y particularmente en España, que poco a poco estaba más asentado y maduro. Tocaba hacer las maletas y volver a casa. 

Flechazo con el venture capital

Antes de abandonar la entidad bancaria y cambiarla por la aceleradora StepOne Ventures, fundada por el emprendedor Bernardo Hernández, Gutiérrez —que asegura que siempre será BBVA—, había pasado del equipo de innovación, a VP de BBVA Ventures y posteriormente VP de fusiones y adquisiciones digitales de la entidad bacnaria. 

A sus espaldas cargaba una trayectoria de casi 10 años y casos de éxito como la inversión en Coinbase en 2015, que salió a bolsa en el Nasdaq, DocuSign, también en el Nasdaq, Taulia, SumUp o FreeMonee entre muchas otras, además de adquisiciones clave para el banco como la startup Simple Bank. 

"Invertimos en muchas compañías que, desde un punto de vista netamente financiero, aportó mucho capital. Pero luego hicimos inversiones e incluso adquisiciones de compañías que aportaron una gran visión estratégica al banco", asegura Gutiérrez. Un ejemplo de ese éxito, según la inversora, son los múltiples premios que BBVA y su banca online ha ganado en los últimos años.

En todo ese recorrido, Gutiérrez, aquella joven que un día soñó con ser una alta funcionaria de la Unión Europea, se acabó enamorando del venture capital, y aunque pasar a ocupar un gran despacho como directora financiera parecía un paso natural en su carrera, la idea no le atraía absolutamente nada, confiesa. 

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Ella quería estar cerca de las startups en fases iniciales. Diseñar de cero la estrategia de inversión y los modelos de valoración. 

"Ahora a todo el mundo le atrae esto. Ahora son los de banca tradicional los que aspiran a entrar en el venture capital. Hay un poco de FOMO [del inglés fear of missing out, la sensación de estar perdiéndose algo]. Esa sensación de estar cerca de algo que va a cambiar el mercado", asegura.

Pero no todo el mundo vale, apunta. 

"Para ser un buen inversor tienes que nadar en la incertidumbre. Te tiene que hacer salivar esa adrenalina, si sientes pánico no es lo tuyo. Certidumbre en este sector no la vas a tener jamás. Tienes que ver cómo una potencia el no saber controlar hacia dónde va. Tienes que tener una mente muy abierta y entender muy bien dónde están los huecos de mercado para algo que ni siquiera conoces saber dónde podría encajar. Tienes que tener un apetito por los entornos que todavía no están ni siquiera establecidos. Ser imaginativo y tener mucha empatía con los emprendedores". 

"¿Dónde puedo ser yo potente?"

Gutiérrez ahora es socia del fondo BrainVC con un tamaño objetivo de 25 millones de euros e invierte en el campo de la inteligencia artificial en proyectos de España —un 80% de su porfolio son startups de aquí, comparte— y Europa. 

Según señala a Business Insider España, el mercado ha llegado a un punto de maduración donde es necesario que existan fondos especializados de este tipo, siguiendo un modelo anglosajón que busque proyectos de nicho. Hoy no vale con decir solo "invierto en tecnología", apostilla.

"Hace 2 años tuvimos que explicar muy bien a la CNMV lo que significa invertir en startups alrededor la inteligencia artificial. A día de hoy, el mercado nos ha validado nuestra estrategia de inversión. Todo el mundo lo entiende", añade.

En los 2 años que BrainVC lleva funcionando en España, han realizado 8 inversiones en compañías como Growth Road, una startup de IA generativa aplicada a la psicología, Ephion Health, una plataforma de datos clínicos o ProcessTalks, una herramienta para automatizar procesos y tareas, entre muchas otras. El ritmo de inversión que prevén es de entre 5 y máximo 10 compañías al año.

A pesar de la incertidumbre que reina actualmente sobre el sector del capital riesgo y las startups, Gutiérrez es fervientemente optimista como compartía en una reciente columna de Cinco Días.

"Hay que empezar a explicar que el mundo no se acaba. Siempre hay oportunidades y los ciclos de inversión están siempre cambiando. En España siempre nos ha gustado invertir en copycats [nota del redactor: modelos que han sido validados en otras áreas geográficas y un emprendedor copia, como Glovo/DoorDash o Cabify/Uber], y eso seguirá existiendo. Pero yo creo que hay una cosa que no es una cuestión de moda, sino que es algo que debe fomentarse más, y que lleva a que mejoremos el tejido empresarial que es la industria con mayor valor añadido tecnológico y el sector industrial".

"Debemos seguir la estela de nuestros países vecinos Francia o Alemania, e invertir cada vez más en el tejido industrial y empresarial de alto valor", apunta Gutiérrez.

Para los que quieran algún día seguir su camino un consejo: "Hay que mirarse al espejo con cierta humildad, en la soledad más íntima y preguntarse, ¿dónde podría ser yo muy potente?. En venture capital son potentes las personas que son abiertas a las modelos y que están dispuestos a romper el statu quo de las cosas".

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