Los 7 pueblos más bonitos de Navarra para ir de escapada rural este verano
- Si eres de los que está pensando en viajar este verano por España, Navarra es un destino que merece la pena descubrir.
- Más allá de Pamplona y sus mundialmente conocidos Sanfermines, esta región ofrece un buen número de atractivos entre monumentos relevantes y llamativos parajes naturales, como el Pirineo Navarro.
- Hacer una escapada rural por Navarra es conocer pequeños pueblos plagados de historia y tradición, disfrutando además de su gastronomía y vinos.
- Para conocerlo mejor, aquí 7 de los pueblos más bonitos de Navarra a los que escaparte este verano.
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Cada 7 de julio, la popular fiesta de San Fermín pone a Navarra en el foco del turismo internacional atrayendo a su capital, Pamplona, viajeros de todo el mundo que quieren vivir la experiencia una vez poetizada por el mismísimo Hemingway.
Pero, dejando fiestas taurinas a parte, si este verano estás pensando en pasar tus vacaciones en España, una escapada rural a Navarra puede ser todo un destino a descubrir, que va más allá de su conocida capital.
Esta comunidad foral esconde un buen contraste entre turismo de cultura y espacios naturales únicos donde lograr alejarse de la rutina y las aglomeraciones.
Grandes caserios, fortalezas y palaciones blasonados se entremezclan con arquitectura popular de casas de piedra y madera confiriendo a muchos de sus pintorescos pueblos un encanto llamativo.
Los amantes de la naturaleza podrán disfrutar de ríos, bosques, prados y montañas en parajes de gran valor natural como los valles del Baztan, de Salazar o de Leitzaran.
Puede que no lo sepas, pero Navarra acoge en su interior el hayedo más grande de Europa después de la Selva Negra. Se trata de la Selva de Irati, en pleno Pirineo de Navarra, un enclave que bien merece la pena recorrer.
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Si quieres descubrir todo esto, aquí tienes 7 de los pueblos más bonitos de Navarra a los que ir de escapada este verano.
Elizondo
Capital del valle del Baztan, este animado y activo pueblo atrae por sus casas señoriales, su paisaje único y la celebración de numerosas ferias y mercados que acoge.
Sus características casas blancas con tejados a dos aguas y balconadas de madera se entremezclan con casonas y palacios barrocos, sobre todo en los barrios más antiguos como el Beartzun, Berro, Etxaide y Antzanborda que conservan todavía el encanto de la vida tradicional.
Destacan la iglesia de Santiago, el palacio de Datue, la casa del Virrey y ante todo el grandioso palacio barroco de Arizkunenea.
Estella - Lizarra
Entre la Montaña y la Ribera Alta de Navarra se encuentra Estella-Lizarra, ciudad monumental de origen jacobeo, estrechamente vinculada al Camino de Santiago — por ella discurre la ruta que va de Pammplona a Logriño—.
Con claro sabor medieval, el valor monumental que atesora esta pequeña villa es llamativo, contando entre su patrimonio con hasta 3 castillos que se suman a sus casas señoriales y palacios, de entre los que destaca el Palacio de los Reyes de Navarra, único edificio románico civil de Navarra.
Sobresale también su judería y sus numerosas edificaciones religiosas que hacen de Estella uno de los enclaves más prominentes del románico en Navarra.
La ciudad también sobresale comodestino de etnoturismo al albergar en su territorio hasta tres denominaciones de origen: Navarra, Rioja y Cava.
Amaiur
En este pequeño pueblo de los pirineos navarros el viajero encontrará casas de piedra de estilo montañés, palacios y ante todo, un entorno natural único como es el Valle del Baztan.
A la llegada, Amaiur (Maya en castellano) recibe con un arco que da la entrada a su escaso entramado urbano, donde las casas fueron construidas siguiendo en línea el trazado del Camino de Santiago.
Antes de cruzar el arco, merece la pena visitar el molino de Amaiur, rehabilitado recordando a los antiguos y en funcionamiento, donde es posible comprar trigo y maíz o degustar algunos talos, tortillas de maíz típica de Navarra o País Vasco.
En el interior, a pesar del escaso tamaño del pueblo se pueden encontrar ejemplos llamativos de arquitectura palaciega como el Palacio Arretxea o la Casa Arriada.
Amaiur fue el último foco de resistencia frente a la corona de Castilla. Reflejo de aquello, a algo menos de 2 kilómetros del pueblo es posible contemplar el monolito del monte Gaztelu, punto en el que en el pasado se alzaba la antigua fortaleza medieval.
Olite- Erriberri
El Palacio Real de Olite domina imponente la villa con su aire cortesano como sacado de un cuento de hadas. Declarado monumento nacional, este castillo fue corte de los Reyes Navarros hasta la conquista de Navarra, alzándose ahora como uno de los principales ejemplos de gótico civil de la región.
Caserones nobiliarios adornados con escudos de armas, galerías medievales atravesadas por arcos góticos, iglesias relevantes y una muralla romana otorgan a Olite de un encanto único que seduce a todos sus visitantes.
Zona también conocida por sus vinos, recomendable conocer alguna de sus bodegas o simplemente acompañar el paseo con una buena copa de vino.
Artajona
Una monumental fortificación medieval remata el cerro sobre el cual se asienta Artajona, pueblo navarro a unos 30 kilómetros de Pamplona.
Conocida como El Cerco, este conjunto amurallado del siglo XI ostenta aún nueve de los catorce torreones almenados que la conformaron en sus orígenes. La fortaleza es rematada por la iglesia de San Saturnino, declarada monumento histórico artístico.
A pies del castillo, descendiendo por la ladera, un laberíntico entramado de callejuelas va conformando el trazado del pueblo, tachonado de iglesias, casas nobiliarias y palacios dieciochescos.
Ochagavía
Rodeado de profundos bosques y elevadas cumbres se esconde Ochagavía en el interior del valle pirenaico de Salazar, al noreste de Navarra.
Un pintoresco pueblo que con su punte medieval cruzando el río, sus calles empedradas y sus llamativas casas de pronunciados tejados, regalan estampas únicas desde casi cualquier rincón.
La arquitectura pirenaica más popular se entremezcla con casas blasonadas y palacios medievales como los de Urrutia, Iriarte y Donamaría
Ujué
Anclado en lo alto de una meseta que domina la sierra de Ujué, esta impresionante atalaya fue en el pasado un bastión defensivo del Reino de Pamplona.
Este pequeño pueblo desprende sabor medieval y montañés con sus laberínticas callejuelas descendiendo a lo largo de la ladera. En la parte más alta vigila temible la iglesia fortaleza de Santa María, de origen románico pero retocada con estilos posteriores. En su interior se guardan varias obras religiosas así como el propio corazón del rey Carlos II de Evreaux que reposa embalsamado a los pies de la virgen.
Sobresalen también las propias edificaciones en las que se entremezclan la arquitectura más popular con las llamativas fachadas ennoblecidas con escudos de las casonas barrocas.
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