Cuánto tardan las subidas de tipos en hacer efecto según el BCE: todavía queda la peor parte

Un hombre con carritos de supermercado para hacer la compra en inflación

REUTERS/Stephane Mahe

  • Dependiendo de los países, el retardo en los efectos de la política monetaria sobre la actividad está entre 12 y 24 meses.
  • El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, avisa de que una parte de las subidas de tipos ya se han transmitido a la actividad económica, "pero queda otra parte por transmitir".

Hace un año y medio que el Banco Central Europeo (BCE) aprobó la primera subida de tipos de interés. Sería la primera de muchas, en un movimiento a la desesperada por doblegar una inflación descabalgada que había incendiado las economías del euro. Ahora, en octubre de 2023, parece que los precios empiezan a enfriarse en la eurozona, pero también el consumo.

Las subidas de tipos no tienen un efecto inmediato sobre la economía, sino que empiezan a notarse con cierto retraso... Y ese momento podría llegar en unos meses. "Hay parte que se ha transmitido ya a la actividad económica real pero queda otra parte por transmitir", explicaba hace unos días el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos.

Dependiendo de los países, el retardo en los efectos de la política monetaria sobre la actividad está entre 12 y 24 meses, estimaba De Guindos.

En el caso de la inflación, por ejemplo, los precios han tardado, pero ya parece que empiezan a dar tregua en la eurozona. El viernes el avance de Eurostat apuntaba a una desaceleración hasta el 4,3%, el nivel más bajo desde octubre de 2021.

Ahora que ya han pasado 18 meses desde el primer anuncio, la economía se encuentra justo en el punto en el que comienzan a percibirse sus efectos. ¿Y cuáles son? 

Subir tipos encarece el precio del dinero. El efecto es bastante parecido al de echar un jarro de agua fría sobre una economía aparentemente caliente: ayuda a enfriar la inflación, pero a costa de dejar el consumo bajo cero. Pero el impacto no llega de una, y lo peor está todavía por llegar.

"A corto plazo hay una primera etapa en la que se refleja a través del canal bancario, porque es el primer canal de financiación", observaba De Guindos. Esa primera fase se ha reflejado muy rápidamente en las condiciones de financiación para familias y empresas, que se han endurecido mucho. 

Ilustración de inflación o de escalada de precios

Como consecuencia, "ha habido una reducción muy importante de la demanda y la oferta de crédito". Entre enero y julio, por ejemplo, la concesión de préstamos hipotecarios cayó a su nivel más bajo desde 2013, cuando la economía española sufría los peores momentos de la crisis financiera. 

"Las subidas de tipos empezaron en julio del año pasado, pero el efecto va con retraso, y no lo estamos notando todavía. Creemos que el impacto será notable sobre el crecimiento, y se notará más a partir del tercer o cuarto trimestre", pronostica Judit Montoriol, economista jefe de CaixaBank Research para España.

El efecto se parece en su traslación a la economía a la caída de una hilera de fichas de dominó. Primero, se encarecen los nuevos préstamos y los hogares empiezan a tirar de ahorro en lugar de financiarse. Después, viene la revisión de créditos ya contratados, pero a tipo variable y, por último, el golpe al consumo.

"Hay muchísima más distancia en cómo las subidas de tipos actúan en la actividad y la evolución de precios", aclaraba De Guindos, y todavía no está claro cuántos de los últimos movimientos de política monetaria del pasado se han reflejado ya en demanda, consumo e inversión. De hecho, la última subida de tipos fue hace sólo unas semanas...

Ilustración de un móvil con bebidas

1. Se encarece el crédito

Los primeros en notar el alza de tipos son los hogares y empresas que quisieron pedir un crédito en 2022. Conforme avanzaba el año, los intereses de los préstamos empezaron a subir como la espuma

En diciembre de 2021, el euríbor (índice de referencia para las hipotecas) estaba en el -0,5%, rozando mínimos históricos. Nunca antes las hipotecas habían estado tan baratas. En cuestión de meses, este índice se disparó hasta el 3% de diciembre, la mayor subida desde 2000. Como resultado, el precio de las nuevas hipotecas subió tanto para el tipo fijo como para el variable, que subió un 50%.

"La subida de tipos se traduce en un incremento del coste de la financiación para todos los agentes, hogares, empresas y sector público", resume María Romero, socia directora de Economía de Analistas Financieros Internacionales (Afi).

Y, si los préstamos son más caros… la gente deja de contratarlos. En diciembre de 2022, las hipotecas firmadas cayeron por primera vez en casi 2 años: un descenso del 8,8% respecto a 2021 que a su vez se vio reflejado en un pinchazo del 10,2% en las ventas de vivienda en diciembre.

"Ya estamos viendo algunos efectos de la subida de tipos en la demanda. Hemos visto una caída del crédito nuevo en estos últimos 4-5 meses, sobre todo a hogares, pero también a empresas", añade Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas.

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Eso es lo que ocurre desde el año pasado con los nuevos préstamos. Pero los ya contratados tampoco se salvan. A lo largo de 2023 se producirá una gran revisión hipotecaria. Todos aquellos hogares que hubieran contratado una hipoteca a tipo variable verán cómo se dispara su cuota mensual.

Lo alarmante del dato es que afecta a la mayoría de las hipotecas ya contratadas. El 71% de los créditos hipotecarios de las familias son a tipo variable, según el Banco de España, lo que se traduce en más de 4 millones de hipotecas cuya cuota será revisada y subirá este año, calcula la Asociación Hipotecaria Española.

"Nuestra estimación es que detraerá 13.000 millones de euros de renta disponible en total en el bienio 2022-2023", calcula Torres.

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2. Menos ahorros...

La cesta de la compra es más cara, pero financiar las compras no sale a cuenta. La inflación y el alza de tipos están exprimiendo de uno y otro lado el bolsillo de los hogares. Afortunadamente, estos tienen una bolsa de ahorro considerable para ir tirando.

"Durante las fases de mayor incidencia de la pandemia, los hogares españoles acumularon una cuantiosa bolsa de ahorro", resume el Banco de España. Las restricciones sociales y de movilidad y los confinamientos provocaron que los ciudadanos redujeran su consumo, lo que se tradujo en un ahorro involuntario que superó los 80.000 millones de euros, según estimaciones de BBVA Research. 

Esa bolsa de ahorro alcanzó máximos históricos, pero se fue reduciendo conforme se relajaban las restricciones y la demanda salía en tromba a viajar y hacer todo lo que no habían podido durante la crisis del COVID-19. 

La escalada de la inflación ha sido la gota que colma el vaso para el poder adquisitivo de los hogares. Pero, por lo pronto, logran salir adelante. Gracias al colchón de ahorro, el consumo no se ha resentido en los últimos meses.

Afi calcula que la tasa de ahorro pudo reducirse hasta el orden del 8%. Pero los hogares siguen tirando: "Hemos infravalorado ese colchón de ahorro, que a día de hoy sigue sufragando el consumo", afirma Romero, pero matiza que "la pérdida de poder adquisitivo pesa, y el colchón se terminará agotando".

Esto es algo que, según el Banco de España, ya está ocurriendo. "En un entorno de elevada inflación, las familias y empresas —especialmente las más vulnerables— podrían haber agotado algunos de los colchones de los que disponían", avisa.

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3. Golpe de gracia al consumo

"El efecto de la subida de tipos ya se percibe en el mercado de crédito, pero todavía no se percibe en el gasto ni, por tanto, en el PIB", resume Torres. 

Resulta que, a pesar del agujero que la inflación está abriendo en el bolsillo de los hogares, y de que el dinero está más caro por las subidas de tipos, el consumo no se ha frenado. Y, si el consumo no se frena, la cuerda de precios continúa tensándose.

"Observamos que, por mucho que los precios aumentan, la demanda está asumiendo que tiene que pagar más y no está reduciendo su consumo", avisa Romero. A finales de 2022, por ejemplo, las ventas del comercio minorista crecieron de forma significativa en términos desestacionalizados.

La última de las fichas, el golpe al consumo, empezará a notarse en los próximos meses. "Veremos más este impacto en el consumo que en la inversión, porque esta se va a sostener más en los fondos europeos y porque la capacidad de autofinanciación de las empresas es alta", matiza Torres.

En cambio, a lo largo de 2023, seguirán viéndose los efectos todavía velados de la subida de tipos. "El consumo y la construcción serán los que más sufran el impacto de la subida", añade Torres.

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