El ambicioso plan maestro de OpenAI para derrotar a Google en la carrera por la inteligencia artificial depende de la velocidad

Emilia David
| Traducido por: 
Sam Altman, CEO de OpenAI.
Sam Altman, CEO de OpenAI.

Drew Angerer/Getty

  • Desde que publicase ChatGPT a finales de octubre de 2022, OpenAI ha mantenido un ritmo incesante de novedades y lanzamientos.
  • La rapidez parece ser el eje central de la ambiciosa estrategia de la compañía para ostentar el podio de la inteligencia artificial, pero sus competidores están intentando hacerse hueco en una negocio al alza.
Análisis Faldón

Si alguna vez has querido utilizar ChatGPT para planificar tus vacaciones o para responder un mensaje a un compañero de trabajo, ahora parece el momento ideal. OpenAI anunció la semana pasada que va a permitir extensiones en su generador de texto que integren herramientas como Klarna, Expedia o Slack, entre otras. 

Esta novedad no se plantea como una forma de ampliar el conjunto de datos que es capaz de manejar ChatGPT, sino como una señal que permite ver lo agresiva que es OpenAI en su aspiración de crecer y convertirse en el líder del segmento de la inteligencia artificial generativa

La empresa está intentando sentar las bases para que todo el mundo pueda utilizar su tecnología en su día a día, sea cual sea el uso que quiera darle a ChatGPT en su trabajo o en su tiempo libre. Y, lo que es más importante, OpenAI quiere —o, quizás necesita— hacerlo mucho más rápido de lo que lo están haciendo sus competidores. 

Mientras que Google, Amazon y todos los demás gigantes tecnológicos están comenzando a sumarse a la fiebre del oro de la IA generativa, la compañía dirigida por Sam Altman está apostando decididamente por la velocidad como una ventaja competitiva en la lucha por la cuota de mercado frente a estos grandes rivales.

La velocidad es la clave del enfoque de OpenAI

A estas alturas, la mayoría de la gente conoce a OpenAI gracias al éxito arrollador que ha tenido ChatGPT. El generador de texto por inteligencia artificial desencadenó una avalancha de conversaciones sobre el futuro del trabajo, la ética de la IA o el cambio de dinámica para los trabajadores tecnológicos

No siempre ha sido así. 

OpenAI fue fundada en 2015 por Sam Altman, su actual CEO, Elon Musk y otros inversores. Musk abandonó la junta de la organización en 2018 y desde entonces la ha criticado abiertamente. OpenAI comenzó su actividad como una entidad sin ánimo de lucro, pero se privatizó —polémica mediante— en el año 2019. 

El fundador de SpaceX, Elon Musk.

En los últimos años, la empresa ha comenzado a lanzar sigilosamente herramientas y modelos de inteligencia artificial como DALL-E, un programa que convierte indicaciones textuales en imágenes. El perfil de OpenAI se ha vuelto mucho más relevante tras el lanzamiento de ChatGPT, que se hizo tan popular que dio inicio a una enorme ola de inversión en toda la industria de la IA.

OpenAI ha sabido aprovechar el éxito de ChatGPT. En los últimos meses ha anunciado una asociación "multimillonaria" con Microsoft para llevar su tecnología al motor de búsqueda de la compañía, ha lanzado una versión de pago del software "ChatGPT Plus" y, más recientemente, ha confirmado la ya citada tienda de extensiones.

El ritmo de OpenAI ha resultado difícil de seguir para empresas como Google, aun cuando en el sector tecnológico se habla de que ChatGPT podría poner en peligro el multimillonario negocio de ingresos publicitarios que le genera su buscador

La ambición está clara: ser el número 1 en inteligencia artificial y que todos los demás tengan que seguir tus pasos. 

El bombo que genera OpenAI tiene un propósito

Altman, CEO de OpenAI, suele darle bastante bombo a sus productos. Así que es normal que la compañía se mueva con una mayor agresividad que la de muchos de sus competidores. 

Sus ciclos de trabajo tienden a ser más rápidos que los de la mayoría de las empresas del sector y sus alianzas se gestan rápidamente. Este enfoque tiene cierto sentido, ya que ahora son los demás quienes tienen que seguir el ritmo de OpenAI y no al revés.

Google ha presentado su apuesta para competir contra ChatGPT muy rápido (algunos dirían que demasiado rápido), pero los primeros usuarios aseguran que Bard carece de la solidez que muestra el chatbot de OpenAI. Otros competidores acaban de anunciar sus propios modelos lingüísticos e incluso el propio Musk parece estar buscando una forma de competir contra su antigua compañía. 

 

La estrategia de Altman consiste en avanzar rápido y, ahora que ha sentado las bases de ChatGPT y DALL-E, centrarse en mejorarlas y hacerlas más potentes. Gran parte del proceso para mejorar sus modelos de inteligencia artificial consiste en ir permitiéndoles que se conecten a más fuentes de datos.

Autorizar a marcas como Instacart o Shopify que utilicen el generador de texto no solo permite a OpenAI ver cómo responde su modelo lingüístico ante peticiones recientes para incluirlas en sus bases de datos de entrenamiento, sino también llevar su tecnología al corazón de aplicaciones populares. La empresa afirma que tiene previsto ofrecer pronto más extensiones a más desarrolladores. 

Sin embargo, el éxito todavía queda lejos. La historia de la industria tecnológica está repleta de pioneros que tuvieron la idea correcta, pero se vieron desplazados por competidores más potentes o innovadores

Por el momento Altman no espera: quiere actuar con rapidez y su ambición va más allá de ChatGPT. Hasta ahora, su estrategia le ha funcionado.

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