Los efectos secundarios de la vacuna contra el COVID-19 que puedes esperar en función de tu edad, sexo y dosis
- Los efectos secundarios de la vacuna contra el COVID-19 pueden variar en función de la edad, el sexo o el estado de salud de la persona.
- Las mujeres y los adultos jóvenes tienden a presentar más síntomas que los hombres o los adultos mayores.
- Por lo general, los efectos secundarios son también más pronunciados tras la segunda dosis.
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El seguimiento de los vacunados contra el COVID-19 en todo el mundo ha permitido a la comunidad científica esbozar la aparición de los efectos secundarios según diferentes patrones.
Una de ellas es Freedom Baird, una mujer escultora y artista de instalaciones, que llevaba más de un año con COVID-19 prolongado cuando recibió su primera dosis de la vacuna de Moderna.
No estaba muy segura de qué tipo de efectos secundarios esperar, más cuando sufría secuelas de la enfermedad desde hacía aproximadamente 12 meses: una persistente falta de aliento y dolor en el pecho.
Los hallazgos científicos han concluido que las personas que han tenido una infección previa con el nuevo coronavirus, desarrollan más síntomas en respuesta a la primera dosis de la vacuna que a la segunda.
Por el contrario, aquellos que nunca han superado la enfermedad que el SARS-CoV-2 provoca, se sienten más afectados tras la segunda inoculación.
La edad de Baird complicó sus expectativas: 56 años.
Los ensayos clínicos han demostrado que las personas menores de 65 años para la candidata de Moderna, desarrollan más efectos secundarios que los mayores de dicho rango de edad.
Mientras, tras la primera inoculación de Pfizer, el 34% de los mayores de 56 experimentan fatiga. Pero, en el caso de Baird, apenas aparecieron.
"La verdad es que el primer día sólo me sentí dolorida y con gripe", cuenta a Business Insider.
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Aunque los médicos no pueden predecir con exactitud cómo responderá una persona a la vacuna contra el coronavirus, han identificado algunos patrones basados en la edad, el sexo, el estado de salud y la dosis que recibe una persona.
Los ensayos clínicos sugieren que los efectos secundarios son generalmente más pronunciados entre las mujeres y los adultos jóvenes, especialmente después de la segunda dosis.
La segunda dosis suele tener efectos secundarios más graves
El efecto secundario más común de las 3 vacunas autorizadas en Estados Unidos y Europa —a excepción de AstraZeneca— es el dolor o la hinchazón en el lugar de la inyección: casi el 92% de los participantes en el ensayo clínico de Moderna desarrollaron este efecto secundario.
Para Pfizer, el 84% de los participantes y el 49% en el de Johnson & Johnson.
Otras afecciones comunes son la fatiga, el dolor de cabeza y los dolores corporales o musculares.
Alrededor del 65% de los vacunados en los ensayos de Pfizer y Moderna y el 38% en el de Johnson & Johnson, experimentaron fatiga.
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Para aquellos que no se han contagiado con COVID-19, los efectos secundarios tienden a ser más numerosos y graves después de la segunda dosis.
En el ensayo de Pfizer, el número de participantes que desarrollaron escalofríos y dolor en las articulaciones después de la segunda dosis fue aproximadamente el doble que después de la primera. Mientras, en los estudios de Moderna, el número de participantes que tuvieron escalofríos tras la segunda dosis fue 5 veces superior al de la primera.
La fiebre también fue mucho más frecuente entre los receptores de la segunda inyección que entre los de la primera en ambos ensayos.
Las recuperados de COVID-19 pueden desarrollar más efectos secundarios después de la primera dosis
Un pequeño estudio de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai (Estados Unidos) descubrió que los síntomas que aparecen tras la administración de la vacuna, como la fatiga, los dolores de cabeza y los escalofríos, eran más frecuentes entre las personas con inmunidad preexistente al coronavirus que entre las que nunca se habían infectado.
Alrededor del 73% de los receptores de la vacuna que se habían infectado previamente con COVID-19 los desarrollaron tras la primera dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech o Moderna, en comparación con el 66% de los receptores de la vacuna que nunca se habían infectado.
"Si ya has tenido una infección por COVID-19, has desarrollado células de memoria de esa infección", explica a Business Insider el Dr. Vivek Cherian, médico interno en Baltimore (EEUU).
"Si vuelves a estar expuesto a la infección, tu cuerpo será capaz de responder rápidamente y con más fuerza la segunda vez", añade. "Por eso tiendes a tener efectos secundarios más fuertes tras esa primera inyección".
Los adultos más jóvenes suelen sentirse más agotados tras las vacunas que los mayores
Nuestro sistema inmunológico se deteriora gradualmente a medida que envejecemos, lo que significa que el organismo de las personas mayores no trabaja con la misma intensidad para defenderse de los patógenos extraños, incluyendo la proteína introducida en el cuerpo a través de una vacuna.
"Los individuos más jóvenes tienen una respuesta inmunitaria mucho más fuerte, por lo que debería tener sentido que también tuvieran más efectos secundarios", dice Cherian.
Tras una dosis de la inyección de Moderna, el 57% de las personas menores de 65 años presentaron diferentes afecciones tras la inmunización, en comparación con el 48% de los mayores de 65 años.
Después de la segunda dosis, casi el 82% de las personas del grupo más joven desarrollaron efectos secundarios, en comparación con casi el 72% de los adultos mayores.
Para la candidata de Pfizer los datos fueron ligeramente diferentes: alrededor del 47% de las personas de 18 a 55 años desarrollaron fatiga después de la primera dosis, mientras que el 34% de los de 56 años o más informaron de ese efecto secundario. Tras la segunda dosis, las cifras aumentaron al 59% y al 51%, respectivamente.
Asimismo, después de la vacuna monodosis de Johnson & Johnson, casi el 62% de las personas de 18 a 59 años desarrollaron efectos secundarios, en comparación con el 45% de las personas de 60 años o más.
Las mujeres pueden esperar más efectos secundarios en general
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han analizado las reacciones de los estadounidenses a casi 14 millones de dosis de las vacunas de Pfizer y Moderna entre diciembre y enero.
Los resultados han evidenciado que aproximadamente el 79% de los casos de síntomas de las vacunas notificados a los CDC correspondían a mujeres, aunque sólo el 61% de las dosis se administraron a mujeres en general.
Según Cherian, las mujeres tienden a reaccionar más intensamente a las vacunas contra la polio, la gripe, el sarampión y las paperas.
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"En todas estas vacunas en general, las mujeres tienden a tener mayores efectos secundarios", explica.
"Son incluso más pronunciados en el caso de una mujer premenopáusica en comparación con una mujer posmenopáusica".
Los científicos sospechan que la diferencia tiene que ver con los niveles de estrógeno.
"La testosterona tiende a ser una hormona inmunosupresora y el estrógeno tiende a ser un estimulante inmunológico", detalla Cherian.
"Así que lo más probable es que el estrógeno sea la hormona que hace que las mujeres tiendan a tener más efectos secundarios".
La mayoría de las enfermedades de mayor riesgo no provocan efectos secundarios más fuertes
Las personas con sistemas inmunitarios debilitados no tienen una fuerte defensa contra las infecciones víricas en general, por lo que son especialmente vulnerables al COVID-19 grave. Por ese motivo, los CDC recomiendan que estos grupos se vacunen de inmediato.
No obstante, es posible que las personas inmunodeprimidas, como los pacientes con cáncer, no presenten una respuesta inmunitaria sólida de la vacuna.
"La respuesta inmunitaria determina básicamente los efectos secundarios, de modo que si uno está inmunodeprimido, puede que no tenga tantos efectos secundarios, pero aun así debe vacunarse sin falta", aclara Cherian.
Las vacunas deberían proporcionar a las personas inmunodeprimidas al menos cierta protección contra el COVID-19 grave, incluso si no experimentan ningún efecto secundario y aunque la eficacia pueda ser inferior a la de una persona normal.
Conforme a las declaraciones de Cherian, para las personas con enfermedades autoinmunes, probablemente los síntomas no sean peores que los de una persona normal.
"Si se tienen estos factores de alto riesgo, conviene realmente vacunarse", defiende.
"Lidiar con unos pocos efectos secundarios de algo de diarrea o algunos dolores musculares es algo mucho, mucho mejor que algunos de esos efectos secundarios graves y potencialmente mortales de la infección con COVID-19".
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