Zuckerberg prometió que 2023 sería el "año de la eficiencia" para Meta: ha llegado el momento de comprobar si lo ha logrado

Mark Zuckerberg, CEO y cofundador de Meta (la matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp).
Mark Zuckerberg, CEO y cofundador de Meta (la matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp).

REUTERS/Robert Galbraith

  • Mark Zuckerberg prometió a finales del año pasado que 2023 sería el año de la eficiencia. 21.000 despidos después, toca echar números.
  • Las cuentas le salen, pero el gigante tecnológico todavía tiene que abrirse un hueco en el mundo de la IA, consolidar Threads y garantizar que cumple las leyes europeas.

Meta ha tenido un año un tanto tumultuoso. En 2022, la compañía cumplía su primer año con su nueva marca —antes era Facebook— y su fundador y CEO, Mark Zuckerberg, se vio obligado a contener su emoción —y casi obsesión— con la idea del metaverso ante el creciente descontento de sus inversores.

Fue en octubre del año 2022 cuando la multinacional tecnológica presentó los resultados financieros del trimestre, y también cuando Zuckerberg intentó contener las señales de alarma. "El foco en 2023 será la eficiencia", dijo entonces, al reconocer que el beneficio acumulado hasta entonces se hundía un 36% con respecto al mismo período del año 2021.

En realidad, la industria tecnológica en su conjunto ya empezó a dar síntomas de contracción en agosto de 2022: los buenos tiempos de la pandemia, con la gente confinada en casa y conectada a internet, habían terminado. Se vaticinaba entonces una oleada de despidos colectivos a través de videollamadas que finalmente acabaron llegando.

El primer golpe lo dio precisamente Meta en noviembre de 2022: de la noche a la mañana, Zuckerberg anunciaba la salida de 11.000 personas de la firma. En marzo de este año llegó el segundo mazazo, con el despido de otras 10.000 personas, convirtiendo a la compañía en una de las que más empleo han destruido en todo el sector tecnológico, siendo solo superada por Amazon.

Hubo que esperar a febrero de este 2023, cuando Meta cerraba su año fiscal, para ver a un Mark Zuckerberg poniendo mucho más énfasis en la búsqueda de esa eficiencia que tanto han perseguido estos últimos meses. Ahora, cuando este 2023 llega a su fin y Meta dará cuentas en cuestión de unas semanas, toca hacerse una pregunta:

¿Lo han conseguido?

En lo que va de 2023, Meta ya ha mejorado los beneficios que cosechó en todo 2022

Además de los despidos masivos, Zuckerberg y su equipo directivo se ha afanado en los últimos meses en reducir la presencia de cargos intermedios, al entender que la compañía tenía que volver a ser todo lo ágil que puede ser una startup... una vez se ha convertido en un transatlántico digital.

Más allá de las maniobras de la compañía —y cómo esta sienta en la plantilla: solo el 26% de los empleados confía en Zuckerberg y los suyos, según un estudio de este verano, y la vuelta a la oficina empezó siendo un desastre—, lo cierto es que en términos económicos la cosa marcha bien.

La multinacional presentó hace dos meses los resultados financieros correspondientes con el tercer trimestre del presente año fiscal. Solo en los 9 primeros meses del año, Meta acumulaba 25.081 millones de dólares en beneficio. Esa cifra ya era un 8% mayor que los beneficios que al multinacional registró en los 12 meses del año anterior.

Salvo catástrofe, Meta presentará en febrero de 2024 unos resultados financieros sensiblemente mejores a los que ofreció en febrero de este año. En el último trimestre del que hay datos —de julio a octubre— ya registró, de hecho, mejores datos tanto en facturación como en beneficios que los que obtuvo en el fragor de la pandemia del coronavirus.

En ese trimestre, Meta ingresó 34.146 millones de dólares y obtuvo 11.583 millones en beneficios netos. En el cuarto trimestre de 2020, cuando la multinacional de las redes sociales registró cifras de récord por los confinamientos, facturó 28.072 millones de dólares y logró unos beneficios de 11.219 millones.

El último lanzamiento de la compañía ha sido Threads, una red social de texto dependiente de Instagram con la que la multinacional aspira a competir con X, la antes conocida como Twitter y propiedad de Elon Musk desde hace algo más de un año.

Precisamente Threads sirvió de ejemplo a Zuckerberg este verano para defender que su año de la eficiencia está dando resultados. 

"Ya hemos visto un buen número de ejemplos sobre cómo el adelgazamiento de nuestra compañía así como algunos cambios culturales nos permiten crear productos más rápido, y este es probablemente el más grande hasta la fecha", dijo cuando lanzó la plataforma en verano —a Europa no llegó hasta la semana pasada por supuestos desafíos regulatorios—.

Las autoridades de protección de datos todavía no han dicho la última palabra sobre Meta y sus redes sociales

Un activista protesta en Bruselas con una careta de Mark Zuckerberg, CEO de Meta.
Un activista protesta en Bruselas con una careta de Mark Zuckerberg, CEO de Meta.

REUTERS/Francois Walschaerts

Si Threads es para Zuckerberg un buen ejemplo sobre cómo ha conseguido que la compañía sea más eficiente, también es un ejemplo sobre los desafíos que la multinacional tecnológica tiene en uno de sus mercados más importantes: el europeo.

Threads llegó al Viejo Continente el jueves pasado, 12 de diciembre. Llegaba varios meses tarde con respecto a su lanzamiento en otras partes del mundo. La compañía argumentó siempre que el retraso de la llegada a Europa se debía a los desafíos regulatorios que impone Bruselas, y reglamentos como el de Protección de Datos o el de Servicios Digitales —que ya pone en la mirilla también a X—.

La compañía no ha estado exenta de polémica en los últimos meses. Su año de la eficiencia comenzó con una multa de 390 millones de euros impuesta por la agencia de protección de datos irlandesa —la DPC— al entender que Meta no estaba cumpliendo adecuadamente el Reglamento General de Protección de Datos, el RGPD.

En aquella resolución administrativa tuvo que mediar —y mucho— el Comité Europeo de Protección de Datos (EDPB, por sus siglas en inglés), el organismo comunitario que reúne a todas las agencias de protección de datos nacionales. El EDPB entendió que las pretensiones iniciales de Irlanda era imponer una sanción mucho más laxa a la multinacional.

Por si fuera poco, en verano se conoció una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que también dictaminaba lo mismo: Meta no estaba cumpliendo bien el RGPD.

Threads llega a Europa pero Meta tiene un problemón: las denuncias a su último "intento" de cumplir el RGPD se multiplican y llegan a España

El RGPD estipula que las plataformas podrán extraer los datos personales de sus usuarios si primero validan una base de legitimidad. Una vía, por ejemplo, es preguntar primero a los usuarios si se pueden extraer sus datos —la base del consentimiento—. Facebook, cuando el RGPD entró en vigor en 2018, defendió que su base de legitimidad era un contrato con los usuarios.

Claro que ese contrato estaba lejos de ser válido.

Es por esta razón por la que Meta introdujo de forma sorpresiva el pasado mes de noviembre sus suscripciones de pago: abonas 10 euros al mes para usar una cuenta de Facebook o Instagram sin ver anuncios. Si declinas pagar, Meta sobreentiende que aceptas que se extraigan tus datos personales para servirte publicidad personalizada.

El argumento es el siguiente: en la sentencia del TJUE de verano se decía que sería razonable que Meta ofreciera la posibilidad de usar sus plataformas sin someterse a una extracción de datos personales "a cambio de una contraprestación adecuada". 

Esto ha servido un debate inédito entre los expertos del RGPD en todo el continente. Meta entiende que así está cumpliendo el RGPD, pero autoridades de protección de datos como la de Estonia ya han expresado sus dudas, la de Noruega ya ha anunciado que está investigándolo, y la de Austria y la de España ya han recibido denuncias contra esta última intentona de Zuckerberg y cía.

Lo último que se sabe al respecto es una instrucción del EDPB de este mismo mes en el que advierte que Meta no está cumpliendo con el RGPD, lo que podría activar un procedimiento sancionador con una multa histórica de hasta el 4% de su facturación anual y que podría llegar en los próximos meses. Pero ese no es el único desafío de la compañía en Europa.

Alivio después de que la UE y EEUU hayan reabierto el flujo de datos sobre el Atlántico

Del mismo modo, parece que se empieza a ver la luz al final del túnel sobre el problema por el que Meta podría verse obligada a abandonar Europa —o al menos eso ha repetido insistentemente en los últimos años en sus informes al regulador de los mercados estadounidense—.

En 2021, otra sentencia del TJUE tumbó el acuerdo entre Bruselas y Washington para transferir datos personales de los usuarios europeos hacia Estados Unidos. 

El RGPD prevé que los datos de los ciudadanos no pueden salir de las fronteras comunitarias salvo países con los que hay un acuerdo marco que garantiza una relación de reciprocidad: allí se tratarán los datos con el mismo respeto como se tratan en Europa los datos de ciudadanos extranjeros.

La ley de seguridad nacional estadounidense ampara a las agencias de inteligencia y autoridades policiales estadounidenses a requisar y acceder a información de ciudadanos extranjeros. Una sentencia del TJUE tumbó en 2021 dejando en entredicho esas transferencias, en especial a EEUU. Se ha tenido que esperar hasta este mismo verano para que la solución llegase:

Washington y Bruselas firmaron en julio un nuevo acuerdo marco. Eso no ha impedido que Irlanda, ante la presión del resto de agencias de protección de datos europeas, impusiera este mismo verano la mayor sanción de la historia del RGPD contra la multinacional tecnológica. En su año de la eficiencia, Zuckerberg ha tenido que hacer frente a una multa de 1.200 millones de euros.

La razón: haber continuado transfiriendo datos a EEUU cuando el acuerdo estaba invalidado por la justicia. Prueba de que la tecnológica no encajó bien esta multa de mayo fueron sus primeras declaraciones tras conocerse: la compañía lamentó que la sanción sentaba "un precedente peligroso" cuando internet "ya se está fracturando bajo la presión de regímenes autoritarios".

Esto no queda aquí. Es factible que en los próximos meses este nuevo acuerdo entre Bruselas y Washington vuelva a ser denunciado. Si el TJUE vuelve a fallar en su contra, sería la tercera vez que un marco de esta índole es invalidado.

El año de la eficiencia permite que la palabra metaverso no se siga desgastando mientras Meta intenta abrirse hueco en la IA

Mark Zuckerberg, fundador y CEO de Meta.
Mark Zuckerberg, fundador y CEO de Meta.

Glenn Chapmann/AFP via Getty Images

Este año de la eficiencia ha enterrado un poco las aspiraciones por el metaverso de Zuckerberg, pero no las ha hecho desaparecer del todo.

La división de la compañía especializada en la búsqueda de ese nuevo entorno digital, Reality Labs, ha dilapidado 21.000 millones de dólares en los 9 primeros meses del 2023 fiscal de la compañía. Ahora el foco está en otra tecnología, la IA generativa. Y el metaverso ha dejado de ser esa buzzword que tanto se oyó y leyó en 2022.

Pero el metaverso continúa siendo un objetivo para la firma. La cuestión es entender bien qué es el metaverso al que aspira Zuckerberg, que siempre ha defendido en sus reuniones con los inversores que se trata de una apuesta a largo plazo sobre la que no se verán resultados hasta dentro de, al menos, una década. Ya han pasado dos años: el calendario sigue perdiendo hojas.

En una entrevista con Business Insider España, Sebastián Amengual, uno de los españoles fundadores de una startup especializada en retransmisiones deportivas con realidad virtual, YBVR, defendió que las Navidades de 2024 podrían ser un punto de inflexión para el mercado de la realidad mixta —virtual o aumentada—.

Que eso lo dijera Amengual no es baladí: en aquel momento YBVR acababa de anunciar una colaboración con Meta para proveer al metaverso de Meta —valga la redundancia— de la mayor casa con contenidos deportivos de este nuevo mundo virtual.

Más de 80 medios españoles denuncian a Meta y piden 550 millones por vulnerar la protección de datos para uso publicitario

Es pronto para aventurar qué pasará en prácticamente 12 meses, en las Navidades de 2024. Lo que está claro es que en el mercado de las realidades mixtas ya no empuja Meta sola: Apple presentó este 2023 sus nuevas Apple Vision Pro. Las gafas de la firma de la manzana todavía no han salido al mercado, aunque los de Cupertino ya estarían trabajando incluso en sus sucesoras.

Eran un secreto a voces y, sin embargo, las gafas de Apple —que introdujo nuevas tecnologías que permitirán a los usuarios ver el exterior con sus visores— han logrado dejar boquiabierta a la comunidad de desarrolladores

Eso sí, mientras que a Mark Zuckerberg se le ha visto en multitud de ocasiones con un visor Meta Quest, a Tim Cook todavía no se le ha visto llevando unas Apple Vision Pro. Tal vez, la impresión que pueda causar un aparato de estas características en el mercado y en los consumidores finales tenga mucho que ver.

Más allá de las gafas y visores que puedan ser necesarios para el metaverso, sea lo que acabe siendo, es importante no olvidar cómo se traza la línea en el ciclo del hype que creó la consultora Gartner en 1995, hace casi 30 años. 

El ciclo del hype de Gartner.

Gartner

Se trata de una progresión lineal en el que el eje vertical son las "expectativas" que sucinta una nueva tecnología y el horizontal es el tiempo que pasa desde que se anuncia. En cuanto se anuncia, la línea se dispara hacia arriba hasta alcanzar el "pico de expectativas sobredimensionadas", lo que se vio en la primera mitad de 2022, después de que Facebook se transformara en Meta en 2021.

Tras ese pico se llega al "abismo de la desilusión" en el que Meta ha aprovechado para zambullirse en ese año de la eficiencia. Después del "abismo de la desilusión" llega un ligero ascenso más progresivo en el tiempo, hasta llegar a la estabilidad en la meseta de la productividad. Será cuestión de tiempo ver si esta profecía se acaba cumpliendo.

Entre tanto, Meta tendrá que esforzarse para hacerse un hueco en el competido mercado de las IA generativas, donde la Unión Europea ya ha alumbrado su nueva regulación y donde el pescado se reparte ahora mismo entre OpenAI (ChatGPT) y Google, especialmente.

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