2023, el año en el que en Silicon Valley volvieron a 'pasar cosas': de la batalla de las redes sociales a la carrera por la IA

Sam Altman, CEO de OpenAI.
Sam Altman, CEO de OpenAI.

Reuters

  • Con la incertidumbre económica y el estallido de la crisis del Silicon Valley Bank parecía que la edad de oro de Silicon Valley había quedado atrás.
  • El auge de la IA, nueva competencia entre plataformas sociales y las nuevas apuestas de firmas como Microsoft, Apple o Meta vuelven a calentar esta zona de California.

En los años 40 del siglo pasado, la Universidad de Stanford era vista como una institución educativa de segunda. Hoy es uno de los centros de innovación más importantes del mundo y en buena medida se considera la semilla de lo que hoy es Silicon Valley.

Es probable que nunca hayas pisado la zona sur de la bahía de San Francisco (California, EEUU) y, sin embargo, te sonarán un montón de nombres de ciudades: San José, Cupertino, Mountain View... Stanford y Silicon Valley empezaron a captar el interés de los estadounidenses cuando en los 40 sus innovaciones en la guerra electrónica ayudaron a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

En aquella misma época nacieron los primeros transistores, lo que empezó a dar forma a la industria del chip tal y como hoy se la conoce: el invento se atribuye a la empresa Bell Labs, fundada por Alexander Graham Bell y hoy propiedad de Nokia. Sucedió en Nueva Jersey, pero uno de los laboratorios que empezaron a desarrollar semiconductores se erigió justo en Mountain View.

Desde entonces, la historia de la zona se ha ligado estrechamente a la historia de la innovación tecnológica. Intel fabricó en la región el primer procesador comercial para ordenadores personales, y Steve Jobs y Steve Wozniak crearon el Apple I en el 78 en un garaje en Sunnyvale. La industria de la informática doméstica también dio sus primeros pasos por estos lares.

Netscape echó andar también en Sunnyvale, creando el primer navegador web de la historia —y acercando así internet tal y como lo es hoy—, Jobs y Apple lanzaron el iPod en 2000, Netflix en Los Gatos empezó a distribuir DVD a domicilio en el 97 para 10 años después convertirse en el gigante del streaming que es...

Silicon Valley es, desde hace décadas, el lugar en el que pasan cosas

Vista aérea de Silicon Valley
https://www.flickr.com/photos/patrick_nouhailler/8666949245

Pero últimamente ese paradigma estaba en cuestión: la visión que los ciudadanos empezaron a tener de las multinacionales tecnológicas y las consecuencias de la pandemia, el estallido de la guerra y los signos de desaceleración económica amenazaron el modelo que, para algunos, podía llegar a su fin.

La subida de los tipos de interés y el estallido de la crisis del Silicon Valley Bank amenazaba el futuro de un modelo: el modelo del "muévete rápido y rompe cosas", un lema que acuñó Mark Zuckerberg, el CEO y fundador de Facebook, ahora Meta.

Y a pesar de todo, 2023 ha sido un año de infarto para la industria en general y para el valle en particular.

Un año en el que la industria tecnológica ha vuelto a moverse rápido y a romper cosas, pero tal vez siguiendo un precepto pautado por una de sus nuevas estrellas: Sam Altman, CEO y fundador de OpenAI —quién, por cierto, fue despedido y luego readmitido en cuestión de horas hace unas semanas—.

Silicon Valley tiene una nueva versión de su querido mantra "muévete rápido y rompe cosas"

Según Altman, hay que moverse todavía más rápido. "Muévete más rápido. La lentitud en cualquier parte justifica la lentitud en todas partes". Y la industria le está haciendo caso.

Microsoft prometió a principios de curso intentar poner a bailar a Google introduciendo la tecnología de OpenAI en Bing, Meta ha desinflado un poco la emoción por el metaverso buscando su año de eficiencia, Elon Musk se ha zambullido de lleno en la gestión de la red social que ahora es X, antes Twitter, Netflix ha introducido anuncios, Apple ha anunciado las Vision Pro...

Vamos paso a paso.

El fulgor de la IA generativa se convierte en un gran órdago al dominio de Google entre los buscadores

Satya Nadella, CEO de Microsoft, durante un congreso de tecnología en París.
Satya Nadella, CEO de Microsoft, durante un congreso de tecnología en París.

REUTERS/Charles Platiau

El año empezó con sorpresa. En febrero, Microsoft anunció que lanzaba una nueva versión de su motor de búsqueda, el eterno segundo detrás de Google. Bing incluiría la tecnología de ChatGPT, el fenómeno global de OpenAI que ha llevado el concepto inteligencia artificial generativa al gran público.

Su Bing Chat —igual que la respuesta que dio la propia Google meses después, Google Bard, o la versión de pago de ChatGPT— está lejos de ser perfecto. Pero ha sido un arañazo de un gigante que aspira a disputar guerras y batallas que ya se daban por consumadas. En palabras de Nadella: quería poner a Google "a bailar".

El propio Satya Nadella, presidente de la compañía, reconoció en una entrevista con el CEO de Axel Springer, Mathias Dopfner, que la suya fue una "exageración" frente a una compañía, el gigante del buscador, que tiene una elevadísima cuota de mercado. En palabras de Sam Altman, CEO y fundador de OpenAI, un "monopolio aletargado".

Para Microsoft el año ha salido a pedir de boca. Los reguladores han confirmado su esperada compra, la adquisición sobre Activision-Blizzard —la más grande de la industria del videojuego y de la industria tecnológica en su conjunto— y a pesar de los estrambóticos giros vividos en OpenAI recientemente —el despido y posterior readmisión de Altman—, ahora mismo Microsoft compite.

No hay que olvidar que en las quinielas por quién se podría hacer cargo del negocio de TikTok en EEUU sonó la propia Microsoft, deseosa de acercarse más a la tecnología de consumo, de volver a llegar intensamente a los usuarios finales en otros ámbitos como el entretenimiento, algo que logra solo a través de su división de videojuegos, Xbox.

Pero ahora Microsoft está compitiendo en una carrera que hace algo más de un año no existía y está exigiendo a la multinacional demostrar que tienen esa capacidad de moverse rápido que tanto se preconiza en Silicon Valley. La firma, de Seattle, apostó con una inversión millonaria sobre OpenAI, la firma del momento.

Y les ha salido bien.

Mientras, Apple mete el pie en el metaverso que aspiraba a construir Meta, antes Facebook

Apple Vision Pro

Reuters

A Sundar Pichai, el presidente de Google, le flipan las Apple Vision Pro. Tras años de rumores, la firma de la manzana presentó este año sus gafas de realidad virtual, con la salvedad de que no eran unas meras gafas de realidad virtual.

Las Apple Vision Pro llevaron un punto más lejos ese concepto de metaverso que popularizó Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, dos años antes. Y la firma que dirige Tim Cook lo hizo sin necesidad de pronunciar el vocablo. Las Vision Pro todavía no han comenzado a comercializarse y la propia multinacional tecnológica ya estaría trabajando en sus sucesoras...

Pero eso no quita que aunque la emoción por el metaverso se haya echado a un lado en pos del auge de la IA generativa, los planes sobre hacia dónde se dirige el entretenimiento y el trabajo desde casa sigan sobre la mesa. Las tecnologías inmersivas, como la realidad virtual o la realidad aumentada, siguen evolucionando.

Qué está de moda y qué no en la industria tecnológica este año: ChatGPT y el 'pickleball' triunfan, y Meta y las cripto ya no interesan

Para uno de los españoles que fundó una startup especializada en retransmisiones deportivas para visores de realidad virtual, este 2024 será clave para el mercado de dispositivos de realidad mixta. Es pronto para saber si así será, pero lo cierto es que las Vision Pro están encandilando a los desarrolladores. 

Para todo esto, Cook no ha necesitado ni hacerse fotos con el dispositivo —las imágenes de Zuckerberg llevando las Meta Quest, por ejemplo, son múltiples—. 

Quizá sea impactante o pronto para que todo el público vea al CEO de la multinacional llevando un casco de estas características en público, pero lo cierto es que las Vision Pro, que no son precisamente baratas, podrían llegar a ser un dispositivo tan revolucionario como lo fue en su día el iPhone.

Zuckerberg se centra en crear una empresa más ágil mientras pone coto al dominio de Elon Musk en las redes sociales de texto

Ilustración que muestra el logo de Threads junto al perfil de X de Elon Musk, dueño de la plataforma anteriormente conocida como Twitter.

Reuters

2023 también ha sido un año marcado por la irrupción de Elon Musk en el mercado de las redes sociales. El mundo sigue agitado después de que el multimillonario se hiciera con Twitter hace algo más de un año y este verano transformara la plataforma en X, el nuevo nombre con el que se conoce el servicio.

Las polémicas alrededor de X son constantes, y van más allá de su azotea. La Unión Europea ya ha puesto la lupa sobre la plataforma al entender que no ha hecho todo lo que debería para adaptarse y atenerse al nuevo Reglamento de Servicios Digitales que se empezará aplicar para todo el mundo a partir de febrero del año que viene.

La laxitud en su moderación y la toxicidad que cada vez es mayor ha provocado una huída de anunciantes, que vieron una gota colmando el vaso cuando Musk tuiteó —ahora publicó— un mensaje de apoyo a una publicación antisemita.

Zuckerberg prometió que 2023 sería el "año de la eficiencia" para Meta: ha llegado el momento de comprobar si lo ha logrado

Mientras la inversión publicitaria en X decae con las marcas marchándose, Meta anunció el lanzamiento de Threads el pasado mes de julio. Eso ha puesto la industria patas arriba, en tanto que Threads —que llegó a Europa en diciembre pasado por sus desafíos regulatorios en el Viejo Continente— aspira a suceder a la plataforma del ya extinto pajarillo azul.

Con la salvedad de que Threads no librará sola esa batalla. La plataforma, dependiente de Instagram, será compatible con el fediverso del protocolo ActivityPub en el que ya se federan instancias de Mastodon entre otras plataformas sociales. Esto ha hecho que algunos titulares defiendan la posibilidad de que el internet de plataformas vuelva a cambiar para siempre.

El invierno azota la industria de las criptodivisas tras la causa contra Binance

Changpeng Zhao, CEO de Binance.
Changpeng Zhao, CEO de Binance.

Reuters

Si en 2023 alguien se ha atrevido a clamar por las bondades de las criptodivisas en Silicon Valley, probablemente la reacción que habrá visto te recordaría mucho a este popular meme.

A principios de 2022 el valor de las cripto estaba por las nubes, los NFT parecían una promesa mesiánica y el fundador de FTX —una plataforma de intercambio— era multimillonario. FTX se hundió y estalló todo un culebrón que en 2023 ha acaparado buena parte de la atención en un sector tecnológico que ya empezó a ver despidos en 2022 en este nicho.

El juicio por fraude del fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, comenzó el pasado mes de octubre. Es la causa más importante de la historia de las criptomonedas y se cursó en un tribunal federal estadounidense. Apenas un mes después fue declarado culpable por siete cargos de fraude y por uno de conspiración. 

Ha continuado ejerciendo como intermediario, sí, pero de pescado: logró intercambiar unas cuantas caballas por un corte de pelo en la cárcel.

Cuando FTX empezó a explotar, algunas empresas trataron de arreglar el problema. Binance, otra plataforma, anunció que compraría la compañía de Bankman-Fried. Cuando vio lo que realmente estaba pasando, desistió de la operación: "Tienen problemas que escapan de nuestro control", dijeron en noviembre de 2022.

Pero la suerte querría que Binance, apenas un par de meses después, comenzara su particular sangría, perdiendo 11.000 millones de dólares en 40 días. En junio, la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU (SEC) presentó 13 cargos contra la compañía y contra su fundador, Changpeng Zhao. Un día después, el regulador hizo lo propio contra otra plataforma, Coinbase.

Esto aceleró todavía más la cadena de acontecimientos: tras la denuncia de la SEC por eludir leyes y engañar a los inversores, los usuarios de Binance sacaron 780 millones de dólares que el servicio operaba en ethereum. En esta tesitura, bitcoin cayó un 5%, y el culebrón continúa: el CEO de Coinbase criticó al regulador, y un mes después varios ejecutivos de Binance se marchaban de la firma.

Para rematar el año, a finales de noviembre el CEO de Binance se declaró culpable.

Y Nvidia se posiciona como una de las empresas "más importantes de la civilización", de nuevo, por la disrupción de la IA

El CEO de Nvidia, Jensen Huang.
El CEO de Nvidia, Jensen Huang.

Reuters

Nvidia antes sonaba a videojuegos y a caras tarjetas gráficas para ordenadores. Ahora es quizá la compañía más importante de toda la carrera tecnológica que ha desencadenado el auge y fulgor de la inteligencia artificial. La firma fue fundada por malos clientes de una cadena de cafeterías, según reconocían sus propios fundadores en una entrevista este mismo verano.

Antes de que llegara el ecuador de 2023, la compañía ya se había disparado en bolsa un 165%. Cuando presentó un informe financiero a finales de mayo, subió otro 26% en un solo día, logrando el hito de estar valorada por encima del billón de dólares. Después de todo, lidera un mercado en auge, el de los chips con los que se entrenan los grandes modelos de IA.

Esto ha llevado a que analistas consideren a Nvidia quizá la empresa más importante "de la civilización" (sic) y algunos estiman que facturará 270.000 millones en 2027, 10 veces más de lo que preveía inicialmente para ese año. En octubre estaba ya en la senda para convertirse en la empresa de semiconductores que más factura de todo el sector.

Nvidia está, como se suele decir, de dulce. Y es consciente de ello, claro: en agosto profetizó que las grandes tecnológicas —Amazon, Google, Microsoft o Meta— se gastarían a corto plazo —¡a corto!— más de un billón de euros para adaptar sus centros de datos a la inteligencia artificial. Con todos los éxitos, la firma aparenta tener los pies en el suelo y mantiene el foco en el sector del videojuego.

Esa situación también es un desafío: todo el mundo demanda tarjetas de Nvidia y el recuerdo de la escasez de chips de hace años ha vuelto a planear sobre el mercado. Las autoridades entraron, por otro lado, en las oficinas de Nvidia para buscar material que probase un eventual caso de monopolio, y quizá por esa razón la multinacional esté contenta con que su plantilla teletrabaje...

Aunque eso haya provocado que muchos de sus empleados sean "tan ricos y felices" que eso les haya empujado a dejar de trabajar. ¿Problemas en el paraíso? ¿O quizá una costumbre en Silicon Valley?

El streaming apuesta por las suscripciones con anuncios en un momento difícil para la industria publicitaria

Logo de Netflix

REUTERS/Dado Ruvic

En 1997 Netflix comenzó su negocio como videoclub a domicilio: sus usuarios podían adquirir a través de una web una película que se enviaba a casa en DVD como préstamo. 10 años después Netflix se convertía en un gigante del streaming audiovisual y sentaba un nuevo precedente y un nuevo estándar en el mercado.

En 2022 Netflix introdujo oficialmente sus suscripciones al servicio más baratas, incluyendo un paquete de anuncios. Atresmedia, compañía televisiva española, no tuvo otra más que reírse ante la noticia, después de que la medida fuese adoptada por la competencia de Netflix. "Para todos los que aseguraban que nunca emitirían publicidad: ¡bienvenidos a la tele!".

El modelo de suscripción con anuncios de pago cumplió un año ganando adeptos, a pesar del malestar que suscitó la maniobra por parte de la plataforma ante sus usuarios: además de introducir estos paquetes con publicidad se incluyó un escrutinio mayor sobre las cuentas compartidas.

Todo ello en un momento en el que la bajada del precio de esos anuncios para colocarlos en las plataformas baja. Algunos expertos consideran que se vive un ambiente de Black Friday en el sector publicitario ante la nueva competencia de plataformas. Pero es sin duda otro ejemplo de que en Silicon Valley sigue llevándose mucho eso del move fast.

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